Hoy… El Señor Me Sacará Del Desierto.
El Señor viene a nuestros lugares rebeldes
y secos y los llena con los ríos de Su Espíritu. Abriré ríos en las alturas desoladas, y manantiales
en medio de los valles; transformaré el desierto
en estanque de aguas, y la tierra seca en
manantiales. Cuando nos perdimos en el desierto (las elecciones
tontas que hicimos, todas las oportunidades que
tuvimos para regresarnos sobre el mismo camino,
pero elegimos no hacerlo), nos sentimos culpables. Ese sentimiento de culpa con frecuencia nos
engaña y nos lleva a esforzarnos a tratar de encontrar
nuestro propio camino a casa. Así que, en lugar
de tomarnos el tiempo y la energía para recoger
ramas con el fin de hacer una fogata en la cumbre
de una montaña para pedir ayuda, tenemos la
tendencia a seguir el rastro de otro conejo,
esperando que éste nos lleve de regreso al lugar
donde deberíamos estar. El arrepentimiento llama a un rescate cuando
estamos perdidos en medio de nuestro estado fuera
de control y cuando estamos imposibilitados para
ayudarnos a nosotros mismos. Es una luz de bengala
que lanzamos para que el equipo de búsqueda
pueda encontrar exactamente dónde estamos y
regresarnos al lugar al que pertenecemos. Uno de los significados literales de la palabra
arrepentimiento es “ser llevado nuevamente a casa.
” Dios usa nuestro arrepentimiento para
llevarnos a casa. Las personas que malinterpretan el arrepentimiento,
erróneamente concluyen que antes de ir al Señor
con arrepentimiento, tienen que esperar hasta que
hayan dejado de pecar. Piensan que antes de que
puedan legítimamente pedir perdón para ser
rescatados, deben esperar hasta que
definitivamente estén afuera del bosque. En lugar de lanzar la luz de bengala, se dicen a
sí mismos: Tú solito te metiste en este embrollo;
pues ahora vas a tener que salir solo de esto. O van un paso más allá y concluyen que la única
manera para probarle a Dios que lamentan
profundamente lo que han hecho mal (otra vez)
es de algún modo encontrar su camino a casa sin
Su ayuda: “No molestes a Dios con tus excusas y
lloriqueos. Ahora sólo cambia tu vida por completo.”
Eso suena noble y religiosamente correcto, pero
ignora por completo el corazón de Dios y
Su provisión clemente para nuestra vida real. Lee la historia del leproso Naamán en 2 Reyes 5:1-14.
Siendo un general poderoso, Naamán estaba
preparado para hacer cualquier hazaña y despliegue
de fuerza o valor para ganar el favor y la sanidad
de Dios. Cuando el profeta le dijo que hiciera algo
fácil y simple con el fin de que su carne fuera
restaurada (regenerada a la condición que tenía
destinada), Naamán estaba furioso, ¿por qué?
Porque quería tener parte en la solución, pero
Dios llega solo por su propia cuenta.
La venida de Dios con frecuencia es descrita “como
la lluvia de primavera que riega la tierra” Él viene a enseñarnos justicia cuando
sembremos para nosotros “según la justicia” El mensaje del evangelio es esencialmente Su promesa
para restaurar nuestra justicia y sacarla de los
lugares desérticos de nuestra injusticia mediante
el derramamiento de Su Espíritu: “Porque derramaré agua sobre la tierra sedienta,
y torrentes sobre la tierra seca; derramaré mi
Espíritu sobre tu posteridad, y mi bendición
sobre tus descendientes” Señor quiero entender hoy
que aunque me haya metido en un desierto tu
me buscas y me rescatas. Amén. Dr. Daniel A. Brown.
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