A VECES EL AMOR TIENE
CARICIAS
A veces el amor tiene caricias frías, como
navajas de barbero. Cierras los ojos. Das tu cuello entero a un peligroso
filo de delicias.
Otras veces se clava como aguja irisada de sedas en
el raso del bastidor: raso del lento ocaso donde un cisne precoz se
somorguja.
En general, adopta una manera belicosa, de horcas y
cuchillos, de lanza en ristre o de falcón en mano.
Pero es lo más
frecuente que te hiera con ojos tan serenos y sencillos como un arroyo
fresco en el verano.
Antonio Carvajal
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