Contemplar.
No hay ninguna duda de que la devoción y
la oración son eficaces para muchas personas
y obtienen de ellas dichosos momentos de paz
que las alejan de las preocupaciones e
inquietudes de la vida cotidiana.
Con total independencia de las creencias
religiosas, tanto la fe que acompaña a la oración
como el descenso de energía desde la cabeza
hacia el corazón que acompaña a la oración
nos llevan al bienestar.
Contemplar es simplemente dejar que nuestros
ojos descansen fijamente sobre algún objeto
escogido y sentirlo, llegar a serlo. Cada persona
debe elegir el objeto de su contemplación,
puede ser una vela, una flor...
El contemplar debe hacerse de una forma
relajada, no tenso, manteniendo la mirada
serena, más que concentrada. Normalmente
eliminamos un montón de energía a través de
nuestros ojos e incesantemente recibimos
información sobre nuestro entorno a través de
ellos. Al restringir el movimiento de los ojosa
un objeto, automáticamente reducimos la
información que se da a la mente para que la
procese, y por consiguiente, ésta tiene que
limitar su parloteo al objeto que está siendo
contemplado. Muy pronto agotará lo que
tiene que decir y se quedará callada.
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