Vivo
Una luna de alfanje corta el
valle de Morna. La húmeda niebla envuelve el asiento trasero del destino. Una hoguera de almendros esclarecía el desamor. El viento se acerca, como una presencia infinita. La carretera serpea en la
distancia, como los cuerpos
olvidados que van a
dar al mar. El fósforo de la tarde se dilata en
los campos, y el mar hace creer en otra vida. Suenan, a lo lejos, los tambores de la playa, una pavana ausente, el agua desamparada. Las palabras comen de tu mano, como gaviotas de fuego, como úlceras de la madera. Tañedor de cuerpos, tu tez se ilumina en la brisa
y en la pena, aldaba de la lluvia. Pero la isla se cierra,
como un amante, sobre sí misma. Recordó la noche en que
casi perdió la razón.
Beatriz Hernanz Angulo
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