TIERRA BUENA, MADRE DEL HOMBRE
MALO
Vicente Herrera
Márquez
¿Por qué siempre culpar al prójimo? ¿Por que no pensamos en lo
que hacemos cada uno de nosotros? Es fácil pensar que yo soy el mejor. Si
analizamos nuestra maldad es posible que lleguemos a ser buenos.
Mi madre
es la tierra, creo en ella y la quiero Soy hombre, soy arbusto, soy edificio
de este barro, y por eso la quiero y no quiero que muera. Soy germen,
flor, fruto y nuevamente semilla, soy hijo de la tierra, soy hijo de la
Pachamama. Soy hombre, producto y resultado de aire, agua, polvo, fuego y
arbitrio y como tal, con defectos y virtudes, y aún así, también creo en el
hombre. Que saco con hablar de lo que hacen otros destruyendo Mejor
reconozco mi culpa. Y la gran verdad es: yo soy culpable, de todo lo que
hago para darle muerte y sepultura a esta tierra, nuestra madre. No soy
ejemplo ni ser inmaculado. No cuido el árbol donde anidan las aves. No
mantengo limpio el cauce de los ríos. Tiño y ensucio la brisa con nubes de
aerosoles. Gasifico el aire con veneno de pulmones. Horado el firmamento
dando paso a rayos infernales y le quito lo dulce al agua de la
vida.
Si la tierra me da el sustento ¿Por qué vierto inmundicia en
sus arterias? Si la tierra me da la vida ¿Por qué derramo la muerte sobre
ella? Si la tierra con su verde me regala endorfinas ¿Por que la coloreo con
colores de cloaca? Si la tierra me da el perfume de una rosa ¿Por qué la
riego con mierda? Si la tierra me da el ser ¿Por qué la destruyo en mi
beneficio temporal?
Y a los hijos, y a los nietos y a los hijos de los
nietos de mis hijos ¿Qué les dejo?
No llamo a los demás a cuidar de este
bien que el tiempo nos legó, cada uno sabrá y hará lo que dicte su
conciencia. Yo trataré de hacer en lo posible de mis fuerzas, el esfuerzo
necesario, que mitigue el dolor de nuestra tierra, la sed de los desiertos
que avanzan, la tristeza de las flores arrancadas y la ansiedad de verde de
los bosques arrasados.
Todos decimos el hombre es el culpable ¿Y quien es
el hombre? El hombre eres tú, es él, somos nosotros, pero sobre todo soy yo,
ser individual, sanguinario, cruel depredador, ilustrado destructor e
inocente santurrón. Hagamos cada uno un examen interior, reconozcamos
nuestras culpas. No critiquemos lo pequeño del vecino escondiendo nuestra
montaña de maldad. Aremos con manos francas miles de surcos en el yermo y
sembremos germen de bondad. Os aseguro que la tierra nos lo agradecerá.
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