A la
sombra de Dios, anonadada,
te
pliegas a su sabia voluntad,
aceptas
tu Pasión con humildad
en torre de David
fortificada.
Alcázar
de Sión eres llamada,
das valor
en tu gran debilidad,
gracia en
tu virginal maternidad,
refugio
al pecador en tu morada.
Suplicas
comprensión por tus desvelos,
tus
pesares y tu melancolía,
al Padre
que halló en ti su complacencia.
Él conoce
tus místicos anhelos
de estar
siempre en su amante cercanía,
de vivir a su
lado, en su presencia.
Margarita valdes