El corazón lloraba lágrimas de sangre sin cesar.
Le habían dolido las palabras de su amigo
casi tanto como el perder su amor.
Tantas horas habían pasado juntos halagando a un mismo ser...
entre ambos habían conquistado su sonrisa, ambos habían encontrado la tristeza del
adiós y ahora que esperaba el consuelo de su amigo,
encontró la dureza de las palabras que dictan los celos.
Y debido a su tristeza se paró.
Todos los órganos se empezaban a sentir mal
e hicieron una reunión de urgencia, había que hacer algo para que
el corazón volviera a latir y a regar con su sangre a todos ellos.
Llamaron al corazón y le preguntaron porque se había parado,
y este les respondió que le había dañado un desamor y que la
dureza de las palabras de su amigo el cerebro le había destrozado, que ya no tenía ganas de latir.
Entonces, todos decidieron hablar con el cerebro y
preguntarle por qué sus palabras habían sido tan duras.
Éste, entristecido, reconoció que el motivo de sus frases agravantes no era
otro que los celos que sentía del corazón porque podía llorar
sangre y él no podía más que lamentarse porque nada tenía que llorar.
Todos le dijeron que no eran buenos los celos
y que ahora al detenerse el corazón todos se verían afectados y
sus vidas durarían poco tiempo en ese estado.
Todos criticaban la actitud del cerebro
y éste estaba tan arrepentido y apenado
que estaba a punto también de detenerse
cuando se oyó una voz que procedía de la cara,
que pedía permiso para hablar.
Todos se giraron y vieron que eran los ojos los que hablaban.
- Nosotros lloraremos por ti, dijeron.
Los demás órganos les dijeron pero...
¿Cómo?..... vosotros sois los que guiáis nuestros pasos...
necesitamos que estéis concentrados en ello.
¿Cómo haréis para llorar?
- El cerebro siempre procesa por nosotros lo que vemos y nos indica
cuando necesitamos limpiarnos y nos envía una lágrima para ello.
En compensación, nosotros dejaremos que esa lágrima se escape de nosotros hacia fuera y
así todo el mundo podrá ver que es el cerebro el que la llora.
Todos aceptaron la propuesta y el cerebro comenzó de nuevo a funcionar,
alegre porque ahora podría llorar sus pensamientos y le pidió al corazón que latiera
para celebrar el acuerdo al que habían llegado.
El corazón al ver que había vuelto a recuperar a su amigo volvió a
latir y todos recobraron nuevas fuerzas.
Desde entonces los ojos decidieron que siempre que el corazón llorase sangre,
y el cerebro lamentase el desamor, ellos dejarían escaparse por su comisura
unas lágrimas que recordasen a todos que lo único que persiste después
de un amor perdido, es el consuelo de los amigos.
Y es por eso que los ojos lloran...