Si
dices te amo, estás haciendo feliz a otro. Y se te regresa a ti como bumerang.
Pero
si le dices “no te quiero”, le lanzas dagas a su corazón. Y te tengo una buena
noticia…
Esas
dagas se te regresan a ti también.
Por
una extraña razón, el Ser Supremo nos ha diseñado para que conforme a nuestras
palabras,
sean
nuestros sentimientos y nuestro destino.
Porque las palabras, no describen las cosas que
vez…
Son
el eco de tu interior.
Si me
hablas mal todo el tiempo de tu hermano, se que el que está mal no es tu
hermano…
Se
que hay algo erróneo en ti.
Yo
podría preguntarte ¿Qué opinas de la lluvia? Y si me contestas “Es triste” me
estás diciendo
que
tu eres triste. Es el eco de tu alma. Y si me respondieras “me da paz y me
relaja”
me
dices que hay paz en tu corazón.
“Nada
hay que entre en el hombre de fuera de él que pueda contaminarlo;
mas
las cosas que proceden del hombre son las cosas que contaminan al
hombre”
Jesucristo
Tus
palabras y solo ellas, son la que forman tu ánimo interior.
Por
eso, el consejo de ama a tus enemigos y sigue orando por los que te persiguen
tiene tanto sentido.
No
son las palabras que te dicen otros las que te lastiman.
Son
tus opiniones acerca de ellas las que te hieren.
Solo
lo que sale de tu interior tiene el poder de herirte o sanarte.
Y si
hasta a tus enemigos bendices ¿Cómo puedes sentirte
mal?
¿Quieres sentirte bien? Lanza hechizos de amor.
Crea
un conjuro de bendiciones sobre los que te rodean.
Y
verás como te sientes.
No
importa si el otro no se las merece. Hazlo porque sabes que es por tu propio
bien.
Y tú,
como decides usar la magia de tus
palabras…
¿Como
la bruja de Blanca Nieves, o como la hada madrina de los cuentos?