No se lo digas
No se lo muestres nunca a nadie, ni se lo digas a tu mejor amigo haciéndole jurar con muchas copas que nunca contará. Escucha: ya maduró la luz en la primera fruta del parral y quiero que te asombres. Ni siquiera te nombro, y sin embargo, sus versos que poseen el color de mis venas te cuentan a través de los vientos y del agua que a ti me lleva el blanco de la virginidad que te debí en las noches consteladas, el verde de las hojas de tu pueblo donde fueron a misa los vestidos, y el rosado prudente de la amante que finge ser la esposa en la fiesta.
Delfina Acosta
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