Escóndeme, Señor, en el secreto de tu Rostro...
¡Oh Faz adorable de Jesús!, ya que has querido elegir nuestras almas de manera especial para entregarte a ellas, venimos a consagrarlas a ti... Nos parece, Jesús, oír que nos dices: "Abridme, hermanas mías, esposas mías queridísimas, que tengo la Faz cubierta de rocío y los cabellos del relente de la noche". Nuestras almas comprenden tu lenguaje de amor, nosotras queremos enjugar tu dulce Faz y consolarte del olvido de los malvados. A sus ojos, tú estás todavía escondido...
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Escondeme Señor en tus ojos. Guardame Señor con gran celo. Dejame abandonarme en ti. Deshacerme de mis angustias, de mis problemas, de mis miserias, para convertirlas en esta cuaresma en esponjas que enjuguen tus lagrimas.
Escondeme Señor en tu dulce mirada. Dejame, por un minuto, embeber tus labios secos con mis humildes oraciones.
Escondeme Señor en tu rostro humillado y sangriento, aún hoy, por las faltas de amor a nuestros hermanos. Falta de caridad, de entrega, de tiempo a los que caminan a nuestro lado.
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