He Cerrado los Ojos.

 

   Te escribo a media noche...

es la hora en que crecen las penas...

se agradan los tormentos...

se desfigura la vida...

y casi no se divisa la fé.

 

   Señor:

El insomnio es inquietud y tristeza...

La tristeza es una enfermedad...

¡Ven a curarme!

 

   Baja con tus manos llenas de Misericordia

ya que a mi me faltan las fuerzas

para subir con mis alas llenas de sombras.

 

   Asómate con un trueno que me sacuda,

y dame una sonrisa...

que a veces una sonrisa...

puede más que todas las armas...

es más fuerte que todas las batallas...

y más eficaz que todas las pastillas.

 

   Señor:

Ven por la raíz...

para cuando me asome, Tú estés dentro.

   Mírame de frente...

para que se encuentren tus ojos con mis ojos.

   Y se puedan decir lo que quizás ha estado

callado tanto tiempo.

Perdona la protesta...

de todos los enfermos.

Los quejidos...

de todos los adoloridos.

Las lágrimas...

 de todos los que cargan con su cruz.

 

   Tu eres el Dios de los tristes...

aunque quieres un rebaño alegre y confiado.

   Tu eres el Dios de los solitarios...

aunque mandaste a querernos como hermanos.

   Tu eres el Dios de los desvelados...

aunque la noche tiene mucho que ofrecernos.

   Capitaneas el dolor del mundo...

pero dando la talla para una gran victoria.

 

   Siémbrame dentro de Tí para que...

en medio de tantas espinas, brote una rosa.

   Para que en medio de tantos fantasmas...

vuelen los Ángeles.

   Para que en medio de este corazón reacio...

se fortalezca la fé.

   Para saber que a pesar de todas mis

negruras... hay un sol.

   Que Tú luz esta presente.

¡Pero yo he tenido los ojos cerrados!

 Zenaida Bacardí de Argamasilla.