Sucedió una vez que un
santo llamó a las puertas del Cielo,
y la vez, justo a su lado,
llamó también un pecador.
Y el santo conocía muy
bien al pecador porque vivía
en el mismo barrio,
en la misma ciudad.
Y había muerto el mismo día.
Se abrieron las puertas
y el portero, San Pedro,
ni siquiera miró al santo,
pero dio la bienvenida al pecador.
El santo se ofendió.
No se esperaba que un
pecador fuese bienvenido.
Preguntó a San Pedro:
“¿Qué pasa aquí? Me ofendes.
Me insultas.
¿Por qué no me recibes bien,
cuando al pecador
se le ha recibido
con tal bienvenida?”.
Y dijo San Pedro:
“Esa es la razón.
Tú lo esperabas. Él no.
Él se siente agradecido
por haber venido al Cielo,
mientras que tú
sientes que te lo has ganado.
Él siente la gracia de Dios,
sin embargo tú piensas
que es a causa de
tus esfuerzos por lo
que lo has conseguido.
Para ti es un logro, y todos
los logros son del ego.
Él es humilde.
No puede creer que haya venido al cielo”.
Es posible que un pecador pueda llegar
y que un santo yerre.
Si el santo está demasiado
lleno de su santidad, errará.
Osho.
Bendiones!!!