El pingüino
Hace un par de años, realicé con unos amigos
una excursión al Sur. Allí, encontramos un viejo chamán
que embrujó nuestras noches, contando viejas historias,
ocurridas cuando el tiempo empezaba.
Una de esas historias nos cuenta que el pingüino
era una de las aves preferidas por los dioses
que habitaban el sur de América.
En ese entonces, el pingüino era distinto
de cómo lo conocemos ahora.
Era un ave que surcaba los cielos alcanzando
gran altura y velocidad. Su gracia y belleza hacían
que los dioses detuvieran el tiempo para disfrutar
de sus vuelos y sus piruetas.
Su majestuosidad era indiscutible
y todas las aves soñaban parecerse a él.
Pero los dioses, que ven más allá
de lo que los humanos ven, comenzaron a observar
que en interior del pingüino,
una sombra comenzaba a crecer,
la majestuosidad del vuelo había convertido
al pingüino en un ser arrogante que despreciaba
a quienes no tenían sus habilidades y en particular a los peces que le servían de alimento.
Pronto su desprecio se convirtió en maltrato
con esos pequeños seres a los que consideraba seres
muy inferiores a él.
Muchas veces, disfrutaba de zambullirse
con fuerza en el mar para asustarlos
o arremetía a picotazos contra ellos,
no para saciar su hambre, simplemente encontraba placer
en matarlos y verlos flotando inermes en el mar.
Y como dios, todo lo ve y lo sabe,
decidió intervenir brindándole una enseñanza
a nuestro amigo.
Entonces, lo privó de aquello que tanto lo enorgullecía;
le quitó la capacidad de volar.
Y así fue como sus potentes alas se acortaron,
su cuerpo adquirió peso y debió olvidarse
para siempre del vuelo.
Con mucha humildad tuvo que aprender a nadar
como esos peces. , a los que solía despreciar.
Desde entonces, su vida cambió.
Abandonó sus nidos en los árboles,
comenzó a buscar cobijo en huecos subterráneos,
y por si esto fuera poco, condenado a vivir en aguas casi congeladas.
Desde entonces, el pingüino
se volvió mas reposado, junto a su compañera,
que ahora elige para toda la vida,
aprendió a nadar con tanta gracia
como si fuera un pez.
Los hombres comenzaron a llamarlo pájaro bobo,
pero a él no le importa.
Y según dice la leyenda se transformaron
en un ejemplo de fidelidad porque
cuando uno de ellos muere,
su pareja se interna en el mar y nunca más regresa.
Adaptación: Mirta Rodríguez
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