El Buey y La Cigarra
Arando estaba el buey, y a poco trecho, la cigarra, cantando, le decía: «¡Ay!, ¡Ay! ¡Qué surco tan torcido has hecho! » Pero él la respondió: «Señora mía, si no Estuviera lo demás derecho, usted no conociera lo torcido. Calle, pues, la haragana reparona, Que a mi amo sirvo bien, y él me perdona, Entre tantos aciertos, un descuido ».
¡Miren quién a quién Hizo tan fútil carga! una cigarra al animal más útil. Mas ¿si me habrá entendido El Que a tachar se atreve en obras grandes un defecto leve?
Muy necio y envidioso es quien Afea un pequeño descuido en una obra grande.
Tomás de Iriarte
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