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Lucas 23:6-12 Jesús ante
Herodes
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Muy de
mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la
decisión de condenar a muerte a Jesús. Lo ataron, se lo llevaron y se lo
entregaron a Pilato, el gobernador. Cuando Judas, el que lo había
traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió
las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los
ancianos. --He pecado --les dijo-- porque he entregado sangre inocente. --¿Y
eso a nosotros qué nos importa? --respondieron--. ¡Allá tú! Entonces Judas
arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó. Los
jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: "La ley no permite
echar esto al tesoro, porque es precio de sangre." Así que resolvieron
comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para
sepultar allí a los extranjeros. Por eso se le ha llamado Campo de Sangre
hasta el día de hoy. Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:
"Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel le
había fijado, y con ellas compraron el campo del alfarero, como me ordenó el
Señor." Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y éste le
preguntó: --¿Eres tú el rey de los judíos? --Tú lo dices --respondió
Jesús. Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos,
Jesús no contestó nada Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los
ancianos, Jesús no contestó nada. --¿No oyes lo que declaran contra ti? --le
dijo Pilato. Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el
gobernador se llenó de asombro.
Lucas 23:6-12
Jesús ante
Herodes
Al oír
esto, Pilato preguntó si el hombre era galileo. Cuando se enteró de que
pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo mandó a él, ya que en aquellos
días también Herodes estaba en Jerusalén. Al ver a Jesús, Herodes se puso muy
contento; hacía tiempo que quería verlo por lo que oía acerca de él, y esperaba
presenciar algún milagro que hiciera Jesús. Lo acosó con muchas preguntas,
pero Jesús no le contestaba nada. Allí estaban también los jefes de los
sacerdotes y los maestros de la ley, acusándolo con vehemencia. Entonces
Herodes y sus soldados, con desprecio y burlas, le pusieron un manto lujoso y lo
mandaron de vuelta a Pilato. Anteriormente, Herodes y Pilato no se llevaban
bien, pero ese mismo día se hicieron
amigos. (Biblia NVI)
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