La
Espada de Damocles
Alguna vez ha escuchado la expresión
La
Espada de Damocles?
Reinaba en Siracusa Dionisio, quien tenía un vasallo y
cortesano adulador que se llamaba Damocles.
Se
dedicaba particularmente Damocles a pronunciar delante de Dionisio largos
discursos
acerca de la felicidad de los monarcas.
Cansado ya Dionisio, y deseando corregir a su cortesano,
hizo un gran banquete y ordenó a
Damocles que ocupara el lugar del rey, vestido con ropas
reales como si fuese el verdadero rey.
Damocles estaba orgulloso de tanto
honor.
Pero
en lo mejor del banquete, el rey lo interrumpió ordenándole que levantara la
vista sobre su cabeza.
¡Y lo
que vio Damocles! Una espada filosa y aguda pendía precisamente sobre su cabeza,
sostenida apenas por un hilo bastante débil que de un
momento a otro podía reventarse.
Damocles se llenó de terror, y suplicó al rey que lo
librara de semejante peligro.
El
rey lo hizo con la condición de que Damocles de allí en adelante no
volviera a importunarlo con sus
adulaciones.
Una
cosa es reconocer las virtudes de otros lo cuál es muy bíblico y loable y otra
cosa
es
ser un experto en adulaciones.
Cada
adulación que sale de nuestros labios es como una espada sobre nuestra cabeza,
tarde
que temprano se podrá romper el hilo que la sostiene y cortar nuestra propia
cabeza.
Denigrante es encontrar en los medios políticos quienes
adulan al gobernante de turno con un
” Sí,
Señor Presidente” ”
Lo
que usted diga, Señor Presidente ” O hallarlos en la Universidad , el trabajo o
aun la Iglesia.
Hoy
descartemos de nuestra vida la adulación y rescatemos el
agradecimiento.
Vía
Renuevo de Plenitud
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