No se trata aquí de hacer un análisis académico o filosófico sobre la tolerancia,
sino más bien de invitar a una reflexión útil para nuestro diario vivir.
En un tiempo de pluralismo ideológico, cultural, político, religioso,
la tolerancia es una virtud que debemos trabajar todos los días; porque, sin ella,
podemos sufrir o hacer sufrir innecesariamente a quienes conviven con nosotros.
Tolerar significa soportar, aguantar, sin perder la paz interior.
El que no es tolerante, frente a aquello que juzga ilícito, se vuelve,
de alguna manera, violento. Incluso, puede llegar a ser agresivo,
excluyente, y descalificar al prójimo.
Antes que nada, debemos considerar que ser tolerante no implica
que todo da lo mismo: eso sería relativismo, que todo es igual.
No hay duda de que ciertas personas se rigen con este principio.
No tienen en cuenta las creencias y sentimientos de los demás.
Están convencidas de que cada una hace su vida y que nadie tiene
derecho a meterse, opinar, juzgar, aconsejar.
Una persona madura sabe que hay pocas verdades esenciales, por eso mismo,
tolera todo lo superficial. Sin embargo, aquel con grandes convicciones interiores,
que practica la virtud de la tolerancia como un don espiritual, nunca será tolerante
frente a la injusticia, frente a las amenazas de la vida,
frente a la corrupción de los derechos humanos.
Una imagen del hombre que es virtuoso-tolerante la podemos ver en Jesús.
Él era muy comprensivo con los pecadores, no obstante, condenaba el pecado.
Enseñaba que el hombre es más que el día sábado, pero respetaba las fiestas del
calendario religioso. ¡Curiosamente, fue llevado a la muerte por los intolerantes!
El enemigo más grande que tiene la tolerancia puede anidar dentro de cada uno de nosotros,
y se llama egoísmo; el cual, a veces se infiltra en los grupos, sociedades, países, alianzas.
El tolerante jamás se une para ir contra el otro, en cambio, el intolerante sí.
Ahí radica la diferencia entre la virtud y el vicio.
Tolerar, en la vida cotidiana, no es simplemente una cuestión de "tener aguante", sino, además,
de conectarse con lo esencial, lo importante: cultivar la armonía de vivir en una sociedad,
en un país, en una comunidad, en una familia, que busca el bien común.
Os quiero amig@s....