Soy fruto del amor, de una pasión divina, me dieron la luz, me enseñaron el camino. El sendero señalado muchas veces lo perdí pero siempre junto a mí con la mano tendida los encontré. Guiaron mis pasos a través de mí existir, levantando en mis caídas el espíritu desmoronado. Son fuente de mi saber, cultivaron el jardín de mi mente y alma con las flores de su querer.
Mucho tiempo pasó por mí, hoy en la plenitud de su vivir, miro y agradezco al cielo por ser tan incomparables.