¡Qué consuelo pensar que en el juicio particular, inmediatamente después de nuestra muerte, cuando nos presentemos ante Jesucristo Juez, la Virgen estará a nuestro lado! Porque si hemos sido sus devotos en vida, Ella en el juicio hablará en favor nuestro. ¡Ay de nosotros si dejamos de ser devotos de María! Porque Ella es la Madre todopoderosa por gracia de Dios, y todo lo puede ante Dios. Y si María nos defiende en el juicio, y es nuestra Abogada, entonces no hay nada que temer. ¿Por qué no somos inteligentes y astutos y nos hacemos amigos de María? Tendremos la salvación asegurada y la protección de Aquella a quien el Infierno teme incluso más que a Dios mismo. Recemos todos los días el Santo Rosario, así haremos propicia a la Virgen que, no pudiendo faltar a su promesa, nos asistirá en la hora de la muerte y nos acompañará al tribunal divino, para luego llevarnos de su mano a lo profundo del Paraíso, donde seremos felices para siempre junto a Ella.