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“El amor protector de una
Madre”
Texto: 1 Reyes
3:26
“Entonces la mujer
de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron
por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis.
Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo”.
Era un episodio tenso que
pondría a prueba la sabiduría de Salomón, dos mujeres habían tenido hijo cada
una, con tres días de diferencia, una de ellas no tuvo cuidado y durmiendo con
el bebe se acostó sobre el y lo mato (v.19), esta rápidamente cambio su hijo
muerto por el hijo vivo de la otra mujer. Al despertar en la mañana la mujer de
quien era el hijo que estaba vivo se dio cuenta que el niño muerto no era su
hijo, cosa que la otra mujer responsable de la muerte no quiso aceptar, por ello
fueron llevadas delante de Salomón para que fungiera como juez de esta
disputa.
Salomón escucho la defensa
de la verdadera madre, pero la impostora no daba su brazo a torcer y peleaba por
la potestad del niño vivo el cual no era su hijo. Salomón lleno de sabiduría
mando a traer una espada (v. 24) y para solucionar dicho problema mando a que
partiesen el niño en dos para dar una parte a cada madre
(v.25).
Es allí, en esos momentos
de peligro para un hijo en donde una verdadera madre se deja ver. Es que la
verdad es que una madre tiene un amor único para nosotros los hijos, ellas están
dispuestas a todo por amor a nosotros, cosa que muchas veces no vemos y si lo
vemos no le damos importancia.
Cada uno de nosotros
tenemos una madre la cual Dios nos ha querido dar, algunos hemos tenido la
bendición de tenerla a nuestro lado, quizá otros no han tenido ese privilegio,
pero igual, Dios cubre ese vacío con su amor eterno hacia
nosotros.
El episodio que acá se
estaba dando era propicio para ver hasta donde una madre permitiría que su hijo
sufriera un percance. Me llama la atención el versículo 26, mas que todo la
parte que dice: “sus entrañas se le conmovieron por su
hijo”.
Esa mujer no pudo resistir
el hecho de pensar que su hijo podía morir, prefirió dejar que la otra mujer
impostora tomara potestad de su hijo, antes de verlo muerto, fue ahí en donde
Salomón descubrió a la verdadera madre, el amor por su hijo la
delato.
Definitivamente una madre
no puede ver sufrir a su hijo y quedarse como que si nada, ver a un hijo sufrir
es como sufrir por si misma y es porque Dios ha dotado a las madres con un amor
que se asemeja a su amor por nosotros, claro esta que el amor de Dios sobrepasa
todo entendimiento, pero personalmente pienso que el amor de una madre es el que
mas se asemeja al amor que Dios tiene por nosotros.
Una madre esta dispuesta a
quitarse el bocado de la boca por dárselo a su hijo, una madre esta dispuesta a
cubrir a su hijo del frío aun cuando ella se este muriendo de frío, una madre
esta dispuesta a correr kilómetros completos para llevar a su hijo a un
hospital.
Recuerdo cuando yo tenia 7
años, ese día estábamos todos los niños de la cuadra jugando de noche, yo era el
mas pequeño de entre ellos, habían algunos que me doblaban la edad, mis dos
hermanos mayores jugaban también, eras aproximadamente unos 20 niños jugado en
la noche, corriendo por toda la cuadra, el famoso juego de mi tiempo de niñez
llamado en mi país con el nombre de: “guilio”.
Recuerdo que por ser el
mas pequeño en ese entonces me seguían a mi para atraparme, yo corría rápido,
pero en esa ocasión me pare sobre una pequeña piedra, me deslice y caí con mi
frente sobre el filo de la acera de una casa. El golpe me dolió, al levantarme
note que sentía mojada mi frente, al tocarme con mi mano y luego vérmela ví como
había mucha sangre y comencé a llorar a gritos, recuerdo que mi mama salio a ver
porque lloraba y cuando me vio sangrando de mi frente me tomo y a como pudo
salio corriendo conmigo hacia el hospital que estaba al otro lado de mi ciudad,
no teníamos vehiculo en ese entonces, solo recuerdo que me tomo en sus brazos y
sin importar nada salio corriendo mientras me decía que todo iba a estar bien.
Sinceramente me sentí seguro con sus palabras. Ese día me dieron 7 puntadas en
mi frente que nunca voy a olvidar y que todavía se me notan. Nunca olvidare ese
detalle que mi mama tuvo conmigo que no le importo tomarme en sus brazos, correr
y atravesarse toda la ciudad para llevarme al hospital.
Así son las mamas, tan
especiales, todos tenemos algo que contar de nuestras madres, lastimosamente
muchos de nosotros no nos damos cuenta que unos de los mandamientos con promesa
es el hecho de honrar a nuestra madre (Efesios 6: 2,
3).
Amados hermanos, si bien
es cierto hay un día específico para celebrar a nuestras madres, pero nosotros
como hijos de Dios obedientes a su Palabra tenemos que honrar a nuestro padre y
madre cada día de su existencia, puesto que de esta manera nuestros días se
alargaran y estaremos haciendo la voluntad de Dios.
Las madres son un regalo
de Dios, amémoslas, comprendámoslas, valorémoslas, bendigámoslas y sobre todo
aprendamos a disfrutar de su amor
incomparable.
Autor:
Enrique Monterroza
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