La
aventura no es estar colgado de una soga en el flanco de una montaña. La
aventura es una actitud que nosotros debemos aplicar ante los obstáculos diarios
de la vida: enfrentando nuevos desafíos, aprovechando nuevas oportunidades,
probando nuestros recursos frente a lo desconocido y, en el proceso,
descubriendo nuestro propio potencial.
Estamos viviendo uno de los más grandes períodos de
transición de la historia, donde los cambios económicos, políticos y sociales
ocurren a la velocidad de la luz. En el mundo de hoy, la norma es un cambio
rápido y tenaz que amenaza con agobiarnos por su intensidad. No podemos detener
este cambio, ni tampoco podemos ignorarlo. De hecho, como dijo Alvin Toffler:
“El cambio no sólo es necesario para la vida. Es la vida. De la misma manera, la
vida es adaptación.” Entonces… ¿Cómo enfrentamos el desafío de cambiar y
adaptarnos? ¡Aprendiendo a ver el cambio como una gran
aventura!
Todos
nosotros vemos el cambio como una amenaza y le tememos. Estamos tan consumidos
por la necesidad de certeza y previsibilidad, que no aceptamos que el cambio es
la única constante real en nuestras vidas. Por eso, no buscamos las
oportunidades que sólo el cambio puede crear, hasta que nos obliga alguna fuerza
externa más allá de nuestro control, como una crisis económica, o una tragedia
personal. Sin embargo, podemos aumentar nuestra habilidad de adaptación, para
manejar el cambio de manera más efectiva y aprender a beneficiarnos de la
incertidumbre que el mismo crea.
La
metáfora de la aventura nos ofrece el ejemplo perfecto para articular una
estrategia y transformar esta incertidumbre en ventaja. Por definición, la
aventura es algo con un resultado incierto y los aventureros, son personas que
activamente buscan la dificultad para ampliar su potencial frente a lo
desconocido.
Hoy,
nos guste o no, el ritmo del cambio nos obliga a redescubrir el espíritu
aventurero de nuestros antepasados y a movernos desde el mundo conocido de
nuestros logros anteriores, hacia el desconocido mundo de la oportunidad
futura.
Para
enfrentar este desafío, será necesario valor, recursos y resistencia: valor para
intentarlo, comprometerse y tomar aún más riesgos; recursos para ser innovadores
y creativos para encontrar nuevas maneras de hacer las cosas; y resistencia para
seguir adelante cuando todo alrededor nuestro parezca estar desmoronándose. Pero
más que nada, será necesario eliminar las ataduras de la complacencia, que
domina y limita las vidas de tantas personas.
De
hecho, la aventura de la vida será vivida sólo por aquellos que continuamente se
esfuercen por ir un paso más allá de sus experiencias anteriores. Aquellos que
permanezcan en la búsqueda del descubrimiento y de nuevos desafíos. En palabras
de Marcel Proust: “El acto real del descubrimiento no consiste en encontrar
nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos”. Los niños hacen esto de manera
natural, pero como adultos, debemos obligarnos constantemente a permanecer
insatisfechos del mundo “seguro” que hemos creado.
Debemos buscar desafíos y siempre preguntarnos qué
podemos aprender de este esfuerzo. Adoptando esta filosofía tendremos que tomar
riesgos, pero riesgos controlados cuidadosamente, a través de la preparación
adecuada y del análisis. Riesgos donde las consecuencias resultantes han sido
profundamente consideradas, reconocidas y personalmente
aceptadas.
Este
enfoque forma las raíces de lo que podríamos denominar el “Espíritu de
Aventura”: un nuevo paradigma que nos ofrece un punto de vista más “intrigante”
y menos “seguro” para la felicidad, el sentimiento de realización y el
éxito.
El
“Espíritu de Aventura”, es clave en tiempos cambiantes. Podemos tener toda la
educación, todo el conocimiento, toda la experiencia del mundo, pero eso no nos
garantiza el éxito. Porque no es lo que vimos en la vida lo que nos hace ser
quienes somos… es la manera en que reaccionamos ante lo
visto.
Estos
son algunos de los pilares en que se basa la filosofía del “Espíritu de
Aventura”:
- Adaptabilidad
- Deseo y Determinación
- Visión y
Valor
- Experiencia
- Curiosidad natural
- Trabajo en equipo y
Confianza
- Optimismo ilimitado
- Habilidad de tomar riesgos
-
Desempeño excepcional
Analizando estos pilares, es obvio que no existe
ninguna píldora mágica que garantice el éxito instantáneo. Los logros son
solamente el resultado de un proceso constante. Debemos esforzarnos por ir
siempre “un paso más allá” de nuestra experiencia anterior; aplicando -de forma
consistente- un conjunto de principios claramente definidos durante un largo
período de tiempo.
Vivir
es una gran aventura. Sentirnos inquietos, conmovidos, sorprendidos y también un
poco incómodos e inseguros… es sentirnos vivos. Si dejásemos de “aventurarnos”…
dejaríamos de vivir!