MATERNIDAD
Primero fue un deseo redondo como una moneda; luego una
esperanza que día a día se hacía una necesidad. Pero uno, distinto a todos
pasó a ser una realidad. La Maternidad rondaba mi flamante hogar. Un
sobre cerrado y alargado traía el mensaje.
Nunca una palabra me
pareció más perfecta: "Positivo"...era el resultado clínico del análisis que
confirmaba mi estado. Hubiera echado a correr gritando a los cuatro vientos
mi felicidad...
Pero había alguien que tenía que ser el primero en
saberlo. Que al igual que yo acariciaba esa esperanza. Creo que nada le dije.
Me limité a tomar su mano y a apoyarla sobre mi vientre aún sin
forma.
Un sí de asombro, cortito y emocionado, salió de sus labios.
Después... los mil proyectos. Será una niña, será un varón... Largas listas
con nombres y... soñar... soñar... durante nueve lunas, con el rostro
que tendría nuestra criatura.
Inventar canciones de cuna, tejer
escarpines de colores, bordar batitas y pararse en las vidrieras de artículos
para bebés contemplando un ajuar. La cómoda con su ropita, el osito de color
patito, la pilita de baberos, la mantilla...
Y los meses transcurrían
uno a uno. Comenzaron las clases de ejercicios para finalizar un parto sin
dolor.
Al séptimo mes mi andar se tornó más pesado; mi vientre tomó otra
forma. Era hermoso sentir esa vivencia. Los latidos pasaron a ser la
mejor razón de mi vida. Me sentía importante en mi estado y hubiera
querido transmitir mi felicidad sin límites a todos los que me
rodeaban.
El día llegó, por fin. Fue en marzo. Creo que el sol de esa
mañana fue el más luminoso de todos los que había conocido hasta ese
entonces, porque una rosa llegó a nuestro hogar.
¡Bienvenida! te dije
desde muy adentro de mi alma. Ya no estaremos tan unidas pequeña, aunque
siempre muy juntas. En estos nueve meses vivimos un poco egoístamente, ahora
debemos acostumbrarnos a compartir...
El día de tu primer baño éramos
muchos para contemplarte. Tus lindos piecesitos chapoteaban en el agua y
todos nos sentimos muy felices porque nuestra nena linda nos
mojaba.
El primer biberón, el chupete que jugaba en tu boquita, los
juguetes que adornaban tu cuarto, la araña nueva con Blanca Nieves y los
siete enanitos, la jirafa del abuelo y tu tenue vocesita sorprendiéndonos
un día con las palabras: "mamá", "papá".
Tu primer dientecito para una
abuela, un mechoncito de cabello para la otra. Los zapatitos para el primer
pasito y el chichón en la frente por una torpe caída. Las noches en vela, el
dolor de oídos, la tos convulsa, el sarampión, las paperas.
La
primera papilla y mis cuentos de hadas y princesas inventados para que
comieras. Las fabulosas tortas de cumpleaños... Un añito... dos... tres...
Mis ojos se nublan de emoción con los recuerdos...
Debo dar gracias a
Dios por haberme concedido el grado de felicidad omnipotente que otorga la
Maternidad.
Una mujer se proyecta a través de sus hijos. Una vez leí que
toda mujer lleva un niño dormido dentro de su corazón; el hecho de que no
llegue a tenerlo, no significa que no se sienta "madre" alguna vez.
"Amor", sinónimo de Madre y Maternidad un tema qe siempre resultará
cálido y grato compartir.
Que sea entonces la pluma de José Pedroni la
que cierre mi escrito:
"Mujer, en un silencio que me sabrá a ternura
durante nueve lunas crecerá tu cintura; y en el mes de la siega tendrás calor
de espiga, vestirás simplemente y andarás con fatiga.
Y un día, un
dulce día, con manso sufrimiento te romperás cargada como una rama al viento.
Y será el regocijo de besarte las manos y de hallar en el hijo tu misma
frente simple, tu boca, tu mirada, y un poco de mis ojos, un poco, casi
nada..."
~Ethel Persico~
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