EN LO
PENOSO DE ESTAR ENAMORADO
¡Qué
verdadero dolor, y qué apurado sufrir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro
morir de amor! ¡Qué cuidados a millares! ¡Qué encuentros de
pareceres! ¡Qué limitados placeres, y qué colmados pesares! ¡Qué amor y
qué desamor! ¡Qué ofensas!, ¡qué resistir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué
puro morir de amor! ¡Qué admitidos devaneos! ¡Qué amados
desabrimientos! ¡Qué atrevidos pensamientos, y qué cobardes
deseos! ¡Qué adorado disfavor! ¡Qué enmudecido sufrir! ¡Qué mentiroso
vivir! ¡Qué puro morir de amor! ¡Qué negociados engaños y qué forzosos
tormentos! ¡Qué aborrecidos alientos y qué apetecidos daños! ¡Y qué
esfuerzo y qué temor! ¡Qué no ver! ¡Qué prevenir! ¡Qué mentiroso
vivir! ¡Qué enredos, ansias, asaltos! ¡Y qué conformes contrarios! ¡Qué
cuerdos! ¡Qué temerarios! ¡Qué vida de sobresaltos! Y que no hay muerte
mayor, Que el tenerla y no morir: ¡qué mentiroso vivir! ¡qué puro morir
de amor!
Francisco de Quevedo
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