Guías.
Si queremos practicar la infancia espiritual, debemos tener guías. Si queremos ser niños, es necesario tener padres que nos guíen, y esos padres son Dios y la Virgen, que se encargan de ir formándonos en la virtud.
Nosotros, de nuestra parte, debemos poner toda la buena voluntad de dejarnos formar por ellos, porque la santidad consiste más en abandonarse y dejar hacer a Dios en nosotros, que hacer nosotros por nuestra cuenta.
Nos dejamos guiar por Dios cuando leemos y meditamos la Sagrada Escritura, cuando rezamos y hablamos con Dios y con la Virgen.
También ayuda a nuestra infancia espiritual incluso las mismas caídas, que nos dan la medida de nuestra nada y nos vuelven humildes y pequeños, sin desanimarnos porque Dios perdona y, permitiendo nuestros pecados, nos muestra cuán débiles somos.
Tenemos que estar dispuestos a seguir a nuestros Mayores: Jesús y María, y a dejarnos guiar por Ellos, ya que Ellos conocen muy bien el camino porque ya lo han recorrido, y no pueden fallar porque uno es Dios y la Otra es la Madre de Dios, y en ambos está la Inteligencia y la Sabiduría perfectas.