Palabras que nunca diré a una madre...
No sé porqué me acuerdo de mi madre, sentada aquí, escuchando a David Helgott interpretando su concierto al piano de Rachmaninov? No recuerdo haberla sorprendido nunca en mi misma postura, sola ante una copa de vino, en la soledad y el silencio de la noche y de la casa...
Y sin embargo, me viene a la memoria su cara, su pelo, su voz, su manera particular de leer con los labios los programas de la tele, sus gafas a media nariz, sus zapatillas y bata de casa... Mi madre, esa que no ocupó nunca un lugar relevante en mi interés ni geografía sentimental, aquí está esta noche, sentada en mi cabeza, acompañándome...
No soy yo sino ella que me observa complaciente. Ella que me mira con mis ojos, Ella que habla por mis labios..."Aquí hemos llegado tú y yo, hija mía. Aquí donde tú no querías llegar o no lo creíste tan cerca. Aquí donde te das cuenta que no has hecho nada con tu vida sino dar ..."
Cuando a veces discutíamos y yo te ofendía con crueldad, callabas y te saltaban las lágrimas: "un día a ti también te dolerá..." parecías gritarme con la mirada.
Han pasado 25 años. Ahora sé lo que querías hacerme llegar. Yo también he conocido la ofensa en boca de los que en su día traje al mundo y no hay dolor igual! Me llaman "viejita" como si mi corazón hubiese dejado de retozar, de sentir, de brincar, de ilusionarse, de soñar... Como si yo no pudiera comprenderles, como si yo no pudiera aconsejar y abrirles los ojos para que no tropiecen en los mismos errores donde tropecé yo...Y es que es difícil de amarles menos... Cuanto sacrificio se lleva el verbo "amar".
Sí, madre lejana, esta noche, en mi cabeza, sentada estás.
Cuántos abrazos perdidos tenemos por recuperar! Cuántas palabras amables quedaron sin pronunciar! Cuántas cosas de mi vida no te llegué nunca a contar! Cuántas noches atiborrada de polvo de estrellas te he llegado a llamar! Cómo he añorado el hueco de tus brazos ceñiendome el corazón...
Suena el piano, madre. Un día maldijiste la hora en que empecé a querer beberme todos los libros y a querer llorar con todas las músicas. "Menos lista, menos lista hubieses sido más feliz" decías... Pero te equivocabas. Más lista, mamá. Más lista debería haber sido, no menos! Tendrías que haberme hecho más lista, más materialista, más calculadora, más fría; más lista, mamá...
Suena el piano, madre, y siento envidia del arte en mis dedos que no tengo, de la voz para cantar que no heredé, de la pluma elegante que no me hizo escritora, del cuerpo esbelto que no me tocó, de la mujer bonita que comparte su cama y sus días.
Más lista, madre. Para haber sabido luchar por él y no jugarme en una partida de naipes blancos mi vida.
Los naipes blancos, madre, un día te contaré... Te contaré del amor de mi vida sin el cual cualquier presente es tan sólo una mentira más, donde siento a flor de piel cualquier recuerdo de sus manos. .. Y cómo tan sólo un timbre de teléfono me voltea el entendimiento...
Te contaré de un mundo donde tampoco hallé refugio. Un mundo de pianos, madre, y de pinceles y de cuadros y de poemas sobre las paredes... Un mundo de locura, madre. Un mundo prohibido...
Si no más lista, menos tonta, madre!
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