Una tarde que estaba lluviendo me puse a mirar el firmamento. Todas las nubes se iban yendo sin poder detenerse un momento.
El aire se las estaba llevando porque venia fuerte el huracán, una tormenta arreciaba llegando a despertar la flor del tulípán.
Con la lluvía que cayó del cielo los maizales empezaron a florecer las mariposas levantaron el vuelo y en la espiga regresaron a gozar.
Cuando el sol sale en las mañanas los campos se visten de colores, el rocío entre flores campiranas corren como un río de resplandores.
Las aguas torrenciales se alejaron pero un día tendrán que regresar, hace tiempo las rosas se secaron y una primavera las llegó a salvar.
Autor: Trinidad López C.
|