la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el
aplauso de los débiles. Si me das fortuna,
no me quites la felicidad. Si me das fuerza, no me quites la
razón. Si me das éxito, no me quites la humildad. Si me das humildad, no
me quites la dignidad. Ayúdame siempre a ver el otro lado de la
medalla. No me dejes inculpar de traición
a los demás por no pensar como yo. Enséñame a querer a la
gente
como a mí mismo, y a juzgarme
como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si
triunfo.
Ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso
es la experiencia que precede al triunfo. Enséñame que perdonar es lo
más importante
del fuerte, y que la venganza
es la señal primitiva del débil. Si me quitas la fortuna, déjame la
esperanza. Si me quitas el éxito, déjame la fuerza
para triunfar del fracaso. Si yo faltara a la
gente,
dame valor para disculparme. Si la gente faltara
conmigo,
dame valor para perdonar. Señor, si yo me olvido de Ti,
Tú no te olvides de mí. "Vosotros también, poniendo
toda diligencia por esto mismo,
añadid a vuestra fe virtud;
a la virtud, conocimiento;
al conocimiento, dominio propio;
al dominio propio, paciencia;
a la paciencia, piedad;
a la piedad, afecto fraternal;
y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en
vosotros,
y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto
en cuanto al conocimiento
de nuestro Señor Jesucristo.
Pero el que no tiene estas cosas
tiene la vista muy corta; es ciego,
habiendo olvidado la purificación de
sus antiguos pecados" 2 Pedro
1:5-9