La violencia es un atentado contra la armonía del hogar y ocurre en todos los niveles socio-económicos. Los malos tratos entre la pareja no constituyen solamente violaciones de los derechos de una persona a la seguridad, sino que traen también consecuencias futuras en la vida de aquellos que sufren con la violencia. Todos los casos de violencia familiar son formas abusivas de ejercer el poder por parte de aquellos que contienen el control familiar. Y generalmente este lugar no es manejado por mujeres, niños o ancianos. Hemos olvidado totalmente el diálogo, la tolerancia, el interés por resolver todo de la mejor manera. Todos nosotros somos responsabilizados y contribuimos con la violencia que se ha propagado por el mundo. Necesitamos oír lo que dice el evangelista Mateo: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos” (Mateo 5:9)
Oremos:
Querido Jesús, reconozco que soy débil y dejo salir de mí la violencia. Perdóname por la falta de sensibilidad para con el ser humano.
Amén
“Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos” (Mateo 5:9)