GRACIAS CORAZÓN

 

Gracias por tu acertada respuesta corazón amado, me encanto haberte conocido al través de la ventana de tu pecho, quería saber tantas cosas de ti, que me empequeñecí cómo un pequeño y diminuto duendecillo, nada travieso ni quisquilloso, por que mi interés era el conocer lo enigmático y desconocido que era para mi saber el predecir de un corazón con el golpeteo de sus hálitos y ese ritmo a veces agitado..

Me entretuve como lo hace todo peregrino al ir hacía lo desconocido, cuantas veces me perdí entre las rocas, me gusta indagar lo extraño, dónde nadie se atrevía, llegar a una cueva era estar de amigo del miedo, la soledad parecía hablarme y escuchaba ese rumor lejano conmover mi espirito.

Aún así seguía hacía adelante, que importaba que temblara de pies a cabeza, que el mundo me diera vueltas, era patético, quería salir corriendo pero proseguía avanzar hacía el interior, los animales de la oscuridad revoleteaban, sentía que miles de ojos me vigilaban, me hipnotizaban hasta hacerme caer en un ligero sueño.

Regrese de pronto a mi edad de niño, evocaba ese contacto de la naturaleza, con las viejas rocas ajadas por el tiempo, siempre intuía que aquellos lugares fueron abitados por mis atípicos ancestros de los siglos y siglos, percibía que muchas almas me querían hablar y hoy siento ese grito de las cavernas hacer un llamado a mi conciencia que regrese a ese mundo de niña para escribir algo infantil.

Hoy dejó de ser ese hombre con un montón de años, para sentirme con el libre albedrío de ser apenas un chiquillo con la avidez de tener una gran aventura y quiero llegar al rojo vivo de mi corazón amado para indagar lo que siempre e  anhelado saber cuando el corazón de una mujer ama de verdad, verdad.

Me gusto estar en el pecho de mi  amada, me recline para conocer el manto de su ternura, el arrullo de ese sabio sentimiento y quería sentirme niño atado a su pecho de mujer enamora y sentir sus manos sobre mis lacios cabellos indios, algo rebeldes para mantenerse uniforme, que importaba ahora el desorden, estaba interesado era en escuchar sus palpitos y me encantaba conocer el lenguaje de su amor.

Fue hermoso poder escalar en su pecho, sentir como cada latido me consentía y como la ternura se dibujaba en mi rostro, se pincela ese cariño tan especial, al estar tan cerca, demasiado cerca de su suavidad enterciopelada, me abrigue en medio de ellos y el sueño llego a mi, mientras dormía soñaba profundizarme hasta  hallar su corazón.

De su pecho broto esa ventana y mi mundo de niño con su inocencia divagaba feliz por conocer montaña adentro ese hermoso palpitar que me embrujaba y seducía, un puente movedizo se extendió y mientras me perdía al cruzar en el, la niebla surgió como una cortina  que parecía transparente al ondularse entretenedora en pequeños copos de nieve translucidos en diminutas chispas de hielo.

Quería saltar adentro, tener una garrocha en mis manos para elevarme en ella y caer preciso dentro de su corazón, guauuuuuuuuuuuu, fue mi primera impresión al ver ese palacio de espejos cubrir el rojo vivo y el paso raudo de  ese caudal de sangre, que en pequeñas gotas fulminas al dar en el blanco de los espejos dibujaban un te amo profundo, que luego al llenarse, de pronto estallaban en un somero beso de amor.

Cuando sus besos llegaban a mis labios me envolvían sendas caricias y un ritual entre un hombre y una maravillosa mujer en la escena concebían en una innovadora danza el vals de los cisnes amantes, el amor en esa coreografía se entregaba en cuerpo y alma hasta alcanzar el máximo al mostrar la expresión de la felicidad sonreír.

Suspiraba como si el amor ascendiera embriagador en mi, y mis ojos lloraban de felicidad al ver en la escena mi rostro y el de mi amada en esos cuerpos esculturales deambulando como alas de mariposas hacia el néctar lascivo de las flores que se extendían en pétalos al eclosionar los capullos apenas en flor, cuando se cerraban y al abrirse  de nuevo el amor aparecía en su folklórica intimidad, en un si, de remanso puro y transparente.

 

Leo Frank Park