Cuando charlamos nosotros, sin importar las palabras,
por la rutina y costumbre, por el avanzar del tiempo,
quizás tú jamás lo notes pero escrito en mi mirada
leerías más que escuchando lo que te digo al momento...
Y es que la misma rutina se envuelve de sentimientos,
de ver tu cara divina hablando tan inocente,
quizás tú jamás lo notes, pero cuando hablas intento
analizando tu labios saber qué pasa en tu mente...
Pues vienen atardeceres, las noches, las madrugadas,
y charlas, en fin, momentos, que quiero llevar conmigo,
por si las manos del viento te lleven quizá lejana
y si me atrapan las penas, volver a charlar contigo.