Salvo Sodoma y Gomorra la historia de la humanidad es un confuso y destructivo conjunto de agresiones, sean externas, de unos pueblos contra otros, o internas, de opresión y sometimiento brutal de los que detentan el poder sobre los que no lo detentan.
El hombre es un animal jerárquico, e intenta con las facultades que posee dominar a los demás, o evitar ser dominado, pero la historia muestra el fracaso de este intento, una larga muestra de frustraciones y destrucciones, aunque en verdad, el tema, el de la opresión, la historia no lo registra.
La historia prefiere quedarse en la interminable enumeración y relato de las guerras, de las persas, médicas, púnicas, las de Roma por la expansión y las de los bárbaros en su defensa, los moros en España, los otomanos en Grecia, los imperios europeos y los países europeos, unos contra otros, China y Japón y Rusia, las guerras mundiales, por nombrar algunas.
La opresión y destrucción a la que han sido sometidos los humanos por sus dominadores no es parte de la historia. Casi hay que adivinarla mirando los derroches de las cortes reales, de las cortes papales, de los imperios de todas latitudes, las monumentales construcciones y palacios, incluyendo los mayas, incas, los chinos, los hindúes y los egipcias.
Los sacrificios humanos decididos desde el poder de la religión, siempre confundido con el poder político, muestran hasta qué extremo ha llegado la opresión de los unos por otros, hasta que punto se ha impuesto el valor de la vida de algunos por sobre el nulo valor de la de los otros.
La esclavitud o derecho de propiedad de unos hombres sobre otros es otra muestra de la opresión, del natural instinto opresivo del humano.
Finalmente, ver en la calle o en el metro a las mujeres, arregladas, preocupadas de ellas mismas y de sus programas y proyectos, es una sorprendente muestra del cambio, una muestra de la esclavitud a las que estaban sometidas por la sociedad y la cultura, en su calidad de sumisas y sometidas, siguiendo el modelo de la esclava del señor, la sierva del señor, disponible para la maternidad, por decirlo en forma oblicua, disponibles para el servicio del hombre y obviamente para sus necesidades. No las de ella.
Reconocimiento al valor de la vida, no sólo como existencia, sino como proyecto personal e individual?
Este es un análisis somero, al paso, pero va quedando claro, en este breve relato, el papel que tiene y ha tenido la religión en la dominacion y abuso de unos humanos sobre otros, cuyos efectos son, pienso yo, la parte más triste de la historia humana.
Sodoma y Gomorra asoman, por el contrario, como espacios de libertad que la humanidad debería defender.