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Jesús: tuviste que morir en la cruz para tu amor demostrar; dejaste tus manos, tus pies con clavos atravesar, y con una lanza tu costado.
Despúes de que te azotaron, burlándose a carcajadas, rasgando tus vestiduras y escupiéndote a la cara.
Te impusieron una corona, mas no la que merecias, gritaban viva el rey de los judios al ponerte una de espinas.
Tú lo soportaste todo, sosteniendo la mirada, con los brazos extendidos, me decias cuanto me amabas.
Yo te miraba de cerca y pude ver tu tristeza, cuando la gente gritaba que bajaras de la cruz y mostraras tu grandeza.
A tu lado habia dos hombres, que también fueron juzgados, ellos pagaban sus culpas, pero tú como un cordero, morias sacrificado.
Antes de cerrar tus ojos, cuando a beber te dieron vinagre, escuché cuando dijiste; Padre perdónalos, pues no saben lo que hacen.
Sé que moriste por mi; por la salvación del mundo, redimiste mis pecados y demostraste tu amor, entregandote a la cruz, para ser crucificado.
Autor: Armando Rendón
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