Madrecita linda, Madrecita buena, que tuviste un dia labios de granada, dientes de marfil, rizos que rodaban como una cascada sobre esa espalda tibia y perfumada, sobre ese tu cuerpo tallado a buril...
Madrecita buena, madrecita mía; madrecita linda, que tuviste un dia, todos los encantos de una bella huri; madrecita santa, madrecita buena, blanca y perfumada como una azucena, que al abrir su cáliz convirtióse en cuna por mecerme a mi.
Madrecita linda, madrecita buena, que en aquellas noches de la luna llena, ponias el columpio en el gran árbol de nuestro jardin; ya alli me llevabas el dulce y la cena. ¡Olorosa a musgo, clavel y llerbabuena, olorosa a rosas, durazno y jazmín!...
Hoy todo ha cambiado, madrecita mía, y yo en columpio de mi corazón, soy la que te mezco de noche y de dia, y nunca pretendo bajarte de alli: ¡Hoy tú eres mi nena dulce y consentida, soy tu madrecita eso soy de ti!!... ¡Porque eres la vida de misma vida, porque eres mi arrullo, porque eres mi flor; y porque es mi dicha llevarte por cena la miel de mi amor!.
Autor: Ana Díaz Romero
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