A veces me parece haber perdido mi pedestal, estatua fracturada; y la lenta, inflexible dentellada de los años mi nombre ha removido.
No recuerdo quién soy, ni quién he sido, ruina de mármol, dignidad truncada, tal vez atraje un día la mirada, y hoy me cerca la sombra del descuido.
Si junto a mí pasaras, caminante, detén tu paso y mírame un instante, que tantos han pasado ya de largo.
Mis fragmentos quizá cobrarán vida, que no estoy muerta, no, sólo dormida, en sueño tan profundo como amargo.
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