Desde lejos, sin reflejos, un tanto ausente
he cerrado las persianas de mis sueños,
y disueltos en limón están los besos de mi boca,
callada, casi muda, mi voz no te nombra.
Mariposa de ensueño fui,
en noches de fiesta en lunada
y caí herida entre espinas y rosas,
melancolía se han vuelto mis manos
tejiendo ilusiones truncas, rotas.
No es que este hoy callada,
tampoco el silencio de mi emerge,
es cementerio de palabras que converge
al abrigo de cobija, en radiante madrugada.
Caída libre al abismo de mi almohada,
piadosa, mi mente tu recuerdo acalla;
y parece que al fin he muerto,
hasta que escucho de nueva cuenta
la danza eterna de tu voz de viento
susurrando el verso de un poeta
que de tu existencia habla.
¡No estoy muerta!
Me recuerdo entonces…
y abro el portal de la esperanza,
aunque muda mi boca y mis ojos lejanos,
llegan a ti los ecos extraviados,
de esta mariposa atormentada
que traspasa las distancias,
en el vuelo impreciso de sus alas.
d/a