El día anterior ponemos en remojo las judías. Al día siguiente las escurrimos, las ponemos en una olla a presión y las cubrimos con agua fresca. Llevamos la olla a ebullición, y entonces cortamos la cocción con un chorrito de agua fría. Repetimos esta operación dos veces más.
A continuación espumamos la superficie con un cacillo y añadimos la panceta, los chorizos, el jamón y el lacón. Tapamos y cocemos un tiempo algo inferior del que indique el fabricante de las judías.
Cuando se pueda abrir la olla, diluimos el azafrán en 4 cucharadas del caldo de las judías y lo añadimos a la olla junto con la morcilla, previamente lavada. Sazonamos y terminamos de cocer con la olla abierta para que espese la salsa.
Antes de servir la fabada, sacamos unas cuantas judías y las machacamos con un tenedor hasta obtener una pasta. La agregamos al caldo y removemos, así quedará más consistente. Servimos bien caliente.