Cuando se levanten los huracanes de tus preocupaciones, eleva tu alma e invoca a tu Dios.
Si las olas de las tempestades de la vida quieren hundir la barca de tu espíritu, eleva una oración hacia tu Dios y sentirás que Jesús viene a calmar tu tempestad.
Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, rézale a la Madre de Dios, y Ella intercederá ante su santísimo Hijo, y entre los dos te traerán la paz y el perdón.
Rezando no te extraviarás por los oscuros caminos de la vida.
Teniendo fe en Dios, no te desesperarás y guiado por la oración, llegarás al Puerto de la paz, a pesar de los piratas y a pesar de las tempestades”.
|