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Réponse  Message 1 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD  (message original) Envoyé: 04/05/2011 05:14

Enviado: 28/06/2009 21:20

 

El encuentro con la palabra de Dios nos lleva a reflexionar

sobre nuestra mision , comportamiento y fe,  aqui dejare unas reflexiones

sobre  ella, el estar cerca de el, el hacerlo dueno de nuestra alma

el que haya dejado a su hijo derramar su sangre , por nosotros

nos hace perdonar nuestras faltas

Espero , la conversion real autentica en la gracia de Dios

gracias mis gaviotas

  

 

 

  





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Réponse  Message 2 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 04/05/2011 05:15

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Ahora crees, porque me has visto”

Jn 20, 19-31

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

 

1. AL ATARDECER DEL PRIMER DÍA DE LA SEMANA

Estas apariciones a los apóstoles son destacadas en el Evangelio de San Juan para relatarnos su particular importancia, estos son hechos excepcionales. La primera aparición, sucede en la “tarde” del mismo día de la resurrección, cuyo nombre de la semana era llamado por los judíos como lo pone aquí San Juan, “el primer día de la semana.”

Los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Suponemos que los once apóstoles están juntos, sin embargo también se puede presumir que posiblemente hubiese con ellos otras personas, pero estas no se citan.

El relato evangélico no precisa el lugar donde sucedieron estos hechos, no obstante creíblemente podría ser en el cenáculo (Act 1:4.13). Los sucesos de aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían temerosos. Esa es la razón por la cual se ocultaban y permanecían a puertas cerradas. Temía la intromisión inesperada de sus enemigos

2. EL ESTADO “GLORIOSO” EN QUE SE HALLA CRISTO RESUCITADO

Pero la entrega de este detalle tiene también por objeto demostrar el estado “glorioso” en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos. Es así como inesperadamente, Cristo se apareció en medio de ellos. En el relato de Lucas, se comenta que quedaron “despavoridos,” pues creían ver un “espíritu” o un fantasma.

Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Con ello les dispensó lo que ésta llevaba adjunto (cf. Lc 24:36-43). San Juan omite lo que dice en evangelio de Lucas, sobre que no se turben ni duden de su presencia. Aquí, al punto, como garantía, les muestra “las manos,” que con sus cicatrices les hacían ver que eran las manos días antes perforadas por los clavos, y “el costado,” abierto por la lanza; en ambas heridas, mostradas como títulos e insignias de triunfo, tal así que Tomás podría poner sus dedos.

En evangelio de Lucas se relata que les muestra “sus manos y pies,” y se omite lo del costado, sin duda porque se omite la escena de Tomás. Ni quiere decir esto que Cristo tenga que conservar estas señales en su cuerpo. Como se mostró a Magdalena seguramente sin ellas, y a los peregrinos de Emaús en aspecto de un caminante, así aquí, por la finalidad apologética que busca, les muestra sus llagas. Todo depende de su voluntad. Esta, como la escena en Lucas, es un relato de reconocimiento: aquí, de identificación del Cristo muerto y resucitado; en Lucas es prueba de realidad corporal, no de un fantasma.

Bien atestiguada su resurrección y su presencia sensible, San Juan transmite esta escena de trascendental alcance teológico.

3. COMO EL PADRE ME ENVIÓ A MÍ, YO TAMBIÉN LOS ENVÍO A USTEDES.

Jesús anuncia a los apóstoles que ellos van a ser sus “enviados,” como El lo es del Padre. Es un tema constante en los evangelios. Ellos son los “apóstoles” (Mt 28:19; Jn 17:18, etc.).

Jesucristo tiene todo poder en cielos y tierra y los “envía” ahora con una misión concreta. Los apóstoles son sus enviados con el poder de perdonar los pecados. Para ese tiempo, ese envío era algo insólito. En el Antiguo Testamento, sólo Dios perdonaba los pecados. Por eso, de Cristo, al considerarle sólo hombre, decían los fariseos escandalizados: Este “blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” (Mc 2:7).

4. AL DECIRLES ESTO, SOPLÓ SOBRE ELLOS Y AÑADIÓ: “RECIBAN EL ESPÍRITU SANTO”

El Espíritu Santo es el “don” por excelencia, infinito como infinito es Dios; aunque quien cree en Cristo ya lo posee, puede sin embargo recibirlo y poseerlo cada vez más. La donación del Espíritu Santo los Apóstoles en la tarde de la Resurrección demuestra que ese don inefable, indescriptible, está estrechamente unido al misterio pascual; es el supremo don de Cristo que, habiendo muerto y resucitado por la redención de los hombres, tiene el derecho y el poder de concedérselo. La bajada del Espíritu en el día de Pentecostés renueva y completamente este don, y se realiza no de una manera íntima y privada, como en la tarde de Pascua, sino en forma solemne, con manifestaciones exteriores y públicas indicando con ello que el don del Espíritu no está reservado a unos pocos privilegiados sino que está destinado a todos los hombres como por todos los hombres murió, resucitó y subió a los cielos Cristo. El misterio pascual culmina por lo tanto no sólo en la Resurrección y en la Ascensión, sino también en el día de Pentecostés que es su acto conclusivo.

5. “LOS PECADOS SERÁN PERDONADOS A LOS QUE USTEDES SE LOS PERDONEN, Y SERÁN RETENIDOS A LOS QUE USTEDES SE LOS RETENGAN”.

Al decir esto, “sopló” sobre ellos. Es símbolo con el que se comunica la vida que Dios concede (Gen 2:7; Ez 37:9-14; Sab 15:11). Por la penitencia, Dios va a comunicar su perdón, que es el dar a los hombres el “ser hijos de Dios” (Jn 1:12): el poder de perdonar, que es dar vida divina. Precisamente en Génesis, Dios “sopla” sobre Adán el hombre de “arcilla,” y le “inspiró aliento de vida” (Gen 2:7) Por eso, con esta simbólica sopladura explica su sentido, que es el que “reciban el Espíritu Santo.” Dios les comunica su poder y su virtud para una finalidad muy concreta: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

Aquí el regalo del Espíritu Santo a los apóstoles tiene una misión de “perdón.” Los apóstoles se encuentran en adelante investidos del poder de perdonar los pecados. Este poder exige para su ejercicio un juicio. Si han de perdonar o retener todos los pecados, necesitan saber si pueden perdonar o han de retener. Evidentemente es éste el poder sacramental de la confesión.

Por otra parte, para no confundirse, esta no es la promesa del Espíritu Santo que les hace en el evangelio de Juan, en el Sermón de la Cena (Jn 14:16.17.26; 16:7-15), ya que en esos fragmentos se les promete al Espíritu Santo, que se les comunicará en Pentecostés, una finalidad “defensora” de ellos e “iluminadora” y “docente.” En este relato san Juan trata sólo del poder que se confiere del perdón de los pecados. “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

6. “¡HEMOS VISTO AL SEÑOR!”

En esta aparición del Señor a los apóstoles no estaba el apóstol Tomás, de sobrenombre el mellizo. Si aparece, por una parte, el hombre de corazón y de arranque que relata san Juan 11:16. En el capitulo 14:5 san Juan lo muestra un tanto escéptico. Entonces se diría que es lo que va a reflejarse aquí. No solamente no creyó en la resurrección del Señor por el testimonio de los otros diez apóstoles, y no sólo exigió para ello el verle él mismo, sino el comprobarlo. Es así como el necesitaba ver las llagas de los clavos en las manos del Señor, y aún mas, meter su dedo en ellas, lo mismo que su mano en la llaga del costado de Cristo, la que había sido abierta por el golpe de lanza del centurión. Entonces, sólo a este precio creerá.

7. “TRAE AQUÍ TU DEDO: AQUÍ ESTÁN MIS MANOS.”

Pero a los ocho días se realizó otra vez la visita del Señor. Estaban los apóstoles juntos, probablemente en el mismo lugar, y Tomás con ellos. Y vino el Señor otra vez, cerradas las puertas. San Juan relata esta escena muy sobriamente. Y después de desearles la paz "¡La paz esté con ustedes!", se dirigió a Tomás y le dijo: Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos y le mandó que cumpliese en su cuerpo la experiencia que él exigía diciéndole: Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo, sino hombre de fe.

No dice explícitamente el relato si Tomas llegó a introducir el dedo en las llagas para cerciorarse, al contrario lo exceptúa al decirle Cristo: Ahora crees, porque me has visto. La evidencia de la presencia de Cristo había de deshacer la obstinación de Tomás.

8. ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!

Tomas exclamo: ¡Señor mío y Dios mío! Esta exclamación encierra una riqueza teológica grandiosa y hermosísima. Esta es un reconocimiento de Cristo, es un afirmación de quién es El. Es, además, esta enunciación, uno de los pasajes del evangelio de san Juan junto con el prólogo, en donde explícitamente se proclama la divinidad de Cristo. Dado el lento proceso de los apóstoles en ir valorando en Cristo su divinidad hasta la gran clarificación de Pentecostés, sin duda la frase es una explicitación de san Juan a la hora de la composición de su evangelio. Pero supone el acto de fe de Tomás.

9. “AHORA CREES, PORQUE ME HAS VISTO.”

Tomás fue reprochado, no porque el ver para creer sea malo, sino por haber rechazado el testimonio de los otros apóstoles que vieron. Para creer hay que verlo directamente, como los apóstoles, o indirectamente, como nosotros, que nos apoyamos en el ver y en la predicación solemne y pública de los apóstoles.

La fe es un don de Dios, pero tiene también sus bases humanas, como es el estudio y el testimonio de los testigos.

Este Evangelio nos enseña una lección de fe y, nos invita a no esperar signos visibles para creer. Pero también es comprensible que Tomás quisiera experimentar por si mismo, del mismo modo como nos gusta a nosotros experimentar por nosotros mismos, por que a Cristo se le debe experimentar en primera persona. Es cierto que la ayuda de los amigos como los consejos de nuestro director espiritual son validos, pero al final solo depende de nosotros mismos dar ese gran paso a la fe, y entregarnos con toda confianza a los brazos del Señor.

El Señor permite a Tomás esta experiencia, se aparece a los apóstoles e inmediatamente le habla, me imagino la emoción de Tomás al verle, tal vez entristecido por haber dudado, pero al mismo tiempo agradecido por este actitud de Cristo y, así, el hace ese hermoso reconocimiento a la divinidad de Jesús con esta hermosa oración de alabanza: “Señor mío y Dios mío.”

10. ¡FELICES LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO!

Dice el Señor: ¡Felices los que creen sin haber visto! La respuesta de Cristo a esta confesión de Tomás acusa el contraste, se diría un poco irónico, entre la fe de Tomás y la visión de Cristo resucitado, para proclamar bienaventurados a los que creen sin ver. No es censura a los motivos racionales de la fe y la credibilidad, como tampoco lo es a los otros diez apóstoles, que ocho días antes le vieron y creyeron, pero que no plantearon exigencias ni condiciones para su fe, ya que ellos no tuvieron la actitud de Tomás, que se negó a creer a los testigos para admitir la fe si él mismo no veía lo que no sería posible verlo a todos, ni por razón de la lejanía en el tiempo, ni por haber sido de los elegidos por Dios para ser testigos de su resurrección (Act 2:32; 10:40-42). Es la bienaventuranza de Cristo a los fieles futuros, que aceptan, por tradición ininterrumpida, la fe de los que fueron elegidos por Dios para ser testigos oficiales de su resurrección y para transmitirla a los demás. Es lo que Cristo pidió en la Oración Sacerdotal: No ruego sólo por éstos (por los apóstoles), sino por cuantos crean en mí por su palabra” (Jn 17:20).

Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14), la Paz de Cristo Resucitado para todos

 Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


Réponse  Message 3 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 04/05/2011 05:15

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

BIENAVENTURADOS NOSOTROS SI, AUNQUE NO LO VEAMOS CON LOS OJOS DEL CUERPO, CREEMOS EN EL SEÑOR

Jesús quiere que expresemos nuestra unión con él y que correspondamos a su amor viviendo en comunión entre nosotros, dejándonos plasmar de verdad como criaturas nuevas que no viven aisladas, sino unidas, por haber sido incorporadas todas a él. Ese es el fruto de la pascua del Señor. Los que han nacido del mismo seno de la Iglesia forman una sola familia. La novedad consiste precisamente en poder vivir con un solo corazón y una sola alma en el amor.

En el evangelio se aparece Jesús a los discípulos cuando están reunidos. Los abraza con su mirada, les da la paz, les entrega el Espíritu Santo y les muestra sus llagas, signos de la crucifixión. Jesús les hace constatar a través de las dudas de Tomás que el que está delante de ellos es de verdad el Señor resucitado. También nosotros estamos reunidos hoy para tocar las llagas de Jesús, unas llagas gloriosas ahora, aunque siguen visibles en su cuerpo glorificado, como signo de su amor. Aparecen justamente como la declaración escrita, en su cuerpo, del amor que le llevó a morir por nosotros en la cruz.

Bienaventurados nosotros si, aunque no lo veamos con los ojos del cuerpo, creemos en el Señor, creemos en su amor y besamos sus llagas. ¿Cómo? Besaremos a Jesús cuando también nosotros seamos traspasados por clavos, por esas espinas que son las pruebas de la vida. Porque es siempre él quien sufre en nosotros, es siempre él quien es crucificado en nuestra humanidad, una humanidad que debe pasar también por el crisol del dolor. Es siempre él: es él quien ya ha sido glorificado en nosotros y, por consiguiente, está lleno de alegría; es él quien sigue sufriendo y, por consiguiente, gime. Por eso, si tenemos fe, también nosotros podremos sufrir juntos y alegrarnos, porque siempre estaremos unidos a él, en su misterio

ORACION (3)

 

Señor Dios nuestro, en la plenitud de tu amor nos has dado a tu Hijo unigénito y, añadiendo don sobre don, has derramado en nosotros la abundancia de tu Espíritu de santidad.

Custodia esos tesoros tan grandes, urge en nuestro ánimo el deseo de caminar hacia ti con pureza de corazón y santidad de vida. Que podamos vivir con fe y amor, con serenidad y fortaleza, los pequeños y los grandes sufrimientos de la vida diaria, a fin de que, purificados de todo fermento de mal, lleguemos juntos al banquete de la pascua eterna que has preparado desde siempre para nosotros, tus hijos, pecadores perdonados por medio de tu Cristo.


Réponse  Message 4 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 04/05/2011 05:16

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu”

Jn 3: 1-8

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

1.           JESÚS NO HABLA DE ESA VIDA NUEVA QUE EL NOS TRAE

Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar. Impresionado por las obras de Jesús, Nicodemo acude a El como a un Maestro, que enseña algo nuevo para esos tiempo y le pide que le enseñe con ese titulo de Maestro.

Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. Así es, renacer de lo alto, nacer a la vida del Espíritu, nacer de nuevo razonando con el Espíritu, no con la mente cerebral, como lo hacia hasta ese minuto Nicodemo. Jesús no habla de esa vida nueva que El nos trae, la de la gracia, que se expresa en las virtudes de la fe, de la esperanza y la de la caridad.

2.           HABÍA UN FARISEO LLAMADO NICODEMO

Entre el grupo de personas jerosolimitanas vivamente impresionadas por los milagros de Cristo, con que termina el capitulo segundo (Jn 2:23), pero con fe imperfecta, se hallaba un tal Nicodemo. Su nombre vine del griego, estaba en uso en la época, como  Andrés y Felipe.

Nicodemo -vencedor del pueblo-, con nombre sugestivamente simbólico, era un hombre muy importante en Israel. El evangelista dice de el que era magistrado o príncipe de los judíos -v.1- y, además, maestro o rabí -ν. 10.; también formaba parte del Sanedrín (Jn 7:50). De el se hablara dos veces mas en el evangelio: una defendiendo a Cristo, como miembro del Sanedrín (Jn 7:50), y luego prestando su concurso personal para el embalsamamiento y sepultura de Cristo (Jn 19:39.40).

Nicodemo era fariseo. Aunque en el Sanedrín predominaban los saduceos, también se componía de algunos fariseos. Esto da un interés especial a esta visita que hace Nicodemo. El fariseo tenía un sentido excesivo y falso de su ortodoxia. Era un idolatra de la letra del texto sagrado, y daba excepcional importancia a las tradiciones de los mayores. Cristo mismo tuvo que decirles: ¿Por que traspasáis vosotros el precepto de Dios por vuestras tradiciones? (Mt 15:3- 1).

Vivamente impresionado por los milagros que Cristo hace, y que eran rubrica divina -v.2-, pero que chocaba fuertemente con el tradicionalismo farisaico, Nicodemo quiere escuchar la doctrina de aquel cautivante profeta.

3.           FUE DE NOCHE A VER A JESÚS

Para ello viene a visitarlo por la noche. Se sabe que no eran infrecuentes los diálogos con los rabinos por la noche. Me inclino por pensar que Nicodemo desease una larga conversación con Cristo, y esta fuese la hora más oportuna (Jn 1:38.39), aparte que Cristo dedicaba el día al ministerio. Pero también podemos pensar que por todo el conjunto de ser fariseo, doctor y miembro del Sanedrín, parece que hubiese elegido esta hora furtivamente por precaución y timidez (Jn 19:38; cf. Jn 12:42). Lo que no debe estar al margen del intento simbolista del evangelista es destacar esta hora de la noche (Jn 13:30) desde la que Nicodemo viene a la enseñanza de Cristo-Luz.

Llama la atención, que el dialogo es introducido de improviso, sin los cortesía o saludo inicial, algo que es típico en lo preludios orientales. Pero, si se tiene en cuenta que Nicodemo era rabí, maestro, y la estima en que se tenían a si mismos los doctores, se puede comprender la actitud respetuosa con que Nicodemo venia a esta visita. No venia solo a conocer por erudición una doctrina; el estaba impresionado por los milagros de Cristo, y que les hacia saber que venia como maestro de parte de Dios -v.2-, quería conocer aquella doctrina así rubricada por Dios. Esto mismo se acusa en el titulo que da a Cristo: Rabí -v.2-.

4.           MAESTRO, SABEMOS QUE HAS VENIDO DE PARTE DE DIOS, COMO MAESTRO

Por la forma como se expresa Nicodemo, nos damos cuenta que viene a Cristo reflejando, además, la inquietud de otras personas, es decir que representa a algunos mas, pues le dice que sabemos que has venido como maestro de parte de Dios  y que es causa de sus milagros. Me pregunto, ¿Quienes son estos? Acaso fariseos de las muchas personas que creyeron en El o un grupo de doctores o sanedritas o grupos de gentes, que, ¿vivamente impresionados por los milagros que hacia Jesús? (Jn 2:23), y entonces deseaban conocer su doctrina, pero que tenían reparos en venir al mismo.

Dice Nicodemo pues nadie puede hacer esos signos que tu haces si Dios no esta con el. La exposición que hace Nicodemo es esta: confiesa que el y otros están impresionados a causa de los milagros que hace. Por ello reconocen que viene como maestro de parte de Dios. Esa puede ser la razón de que quieren escucharle. ¡Que hable! ¡Que enseñe su doctrina!

5.           ENTRAR EN EL REINO DE DIOS

Jesús le dijo a Nicodemo: En verdad te digo que quien no naciere de arriba no podrá entrar en el reino de Dios. Y la enseñanza de Cristo es esta: para ver, es decir, para experimentar, para ingresar -v.5- en el reino, es necesario nacer de arriba.

El reino de Dios o reino de los cielos -Mt- es la frase usual en los evangelios sinópticos. Jn solo la usa aquí -v.35-, y en forma de solo reino en otros dos pasajes (Jn 18:36.37). Para ver este reino hace falta un nuevo nacimiento. La expresión ver tiene aquí el valor de visión experimental, disfrute del mismo, posesión de el (Lc 2:26; Act 2:27; 1 Pe 3:10); es decir, ingreso en el reino, como dice aquí el mismo Jn -v.5-.

Este nacimiento que hace falta tener para el ingreso y vida en este reino ha de ser de arriba nacer de arriba, nacer de nuevo.  Ante esta afirmación de Cristo, Nicodemo, mas que sorprenderse, parece que con su pregunta busca saber mas precisiones en este punto. La frase ¿Acaso puede el hombre entrar de nuevo en el seno de su madre y volver a nacer? no tiene un sentido irónico. Es más sutil de lo que parecería. Nicodemo, por lo que ya sabemos no puede pensar en el absurdo de un renacimiento humano.

6.           LO QUE NACE DE LA CARNE, ES CARNE; PERO LO QUE NACE DEL ESPÍRITU, ES ESPÍRITU.

Jesús le expresa a Nicodemo: “Quien no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos”. La razón es que lo que nace de la carne, es carne; pero lo que nace del Espíritu, es espíritu. Y la vida nueva es vida espiritual. Y la carne y la sangre no pueden poseer el reino de Dios (1 Cor 15:50). La carne, el hombre de abajo, esta limitado a sus solas fuerzas naturales; pero este nacimiento es de tipo superior a la carne y sangre, es nacimiento del Espíritu, que constituye a los hombres en hijos de Dios (Jn 1:12), por lo que nacen de Dios (Jn 1:13).De aquí la necesidad y la enseñanza terminante de nacer del Espíritu.

También Jesús se anticipa y dice: No te maravilles porque te he dicho: Es preciso nacer de arriba  ¿En que podía estar esta extrañeza de Nicodemo al saber que era preciso nacer de arriba?

Nicodemo, como doctor, conocedor de las Escrituras, sabia que las almas, como estaba anunciado por los profetas, deberían experimentar un cambio moral, que era una regeneración (Ez 11:20). Entre los rabinos se decía que el que salía de un vicio o había purgado ya sus pecados era creado de nuevo, o nacido de nuevo, o regenerado, lo mismo que se admitía este cambio en los prosélitos. Si estas expresiones no estaban ya totalmente en uso, al menos salieron de la enseñanza rabínica tradicional. Y, de hecho, en el Ν. Τ. aparecen expresiones equivalentes al llamar al bautizado nueva criatura (Gal. 6:15; 2 Cor 5:17).

Por eso, esta extrañeza de Nicodemo no se refiere a este anuncio de regeneración moral, sino o al modo del mismo -v.9-, al ver que este renacimiento trascendía al efecto de los bautismos de el conocidos, o al escepticismo que este anuncio causaba en aquel rabí -v.12-. ¿En que consistiría aquel nuevo renacimiento moral? O ¿como controlar la realidad regeneradora de aquella enseñanza? ¿Podría un rabí aceptar aquel anuncio tan vago? Nicodemo entonces debió de quedar escéptico -v.12-.

7.           HAY QUE NACER DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU.

Pero la enseñanza que aquí se hace es de una claridad indiscutible y excepcional: la necesidad del bautismo cristiano.

El rito de las purificaciones bautismales en el agua era algo que estaba en el medio ambiente; era cosa usual. Tal el bautismo de Juan; las purificaciones en agua de los esenios y el mismo bautismo que, en vida de Cristo y en su misma presencia, administraban los discípulos de Cristo (Jn 4:1.2). Era, pues, este un rito que estaba en uso. El bautismo de Cristo en agua, por no poder interpretarse metafóricamente a causa de la contraposición al del Bautista, que era superficial y no purificaba el alma, y por ser además un rito usual, el contexto lleva a hacer ver que en esta enseñanza se trata de un verdadero rito en agua, pero que, al mismo tiempo, hay una acción inmersiva en el Espíritu Santo.

Precisamente la fuerza de la construcción de la frase lleva a esto mismo. Pues hay que nacer del agua y del Espíritu. El del indica el origen de esta generación. Y puesto en principio de la frase afecta por igual a los dos elementos, que además están unidos por la letra  y. A esto se añade que a la hora de la composición del evangelio de Jn no se podía interpretar por lectores cristianos sino del bautismo cristiano. Esto lo sabía bien el evangelista, y, sin embargo, no lo corrige ni lo matiza, para evitar que se lo entiendan así. Precisamente se lee en San Pablo que Cristo nos salvo mediante el baño de la regeneración y renovación en el Espíritu Santo (Tit 3:5; Ef 5:26; cf. Mt 28:19). Además, este relato parece, aparte de lo histórico, que es reflejo de una catequesis bautismal. Acaso proceda de alguna tradición (haggadah) bautismal.

8.           JESÚS SANO A MUCHOS TAN SOLO POR CREER EN EL

La impresión que me queda, es que la conversación de Nicodemo es profundamente sincera, el esta realmente impresionado, por las obras que realiza Jesús, por ese motivo el siente la necesidad de ir a donde Jesús, e ir como a un Maestro, que le puede enseñar cosa nuevas, por eso le pide que le enseñe, por esa razón le da el titulo de Maestro.

Jesús como verdadero Maestro, comparte sus enseñanzas, que por medio de nuestro nacimiento natural, pertenecemos a este mundo, y para pertenecer al otro mundo, el del Espíritu, es decir para ser hijos de Dios y herederos de su Reino, necesitamos poseer otra vida, sobre natural y de la gracia.

Pero también hay algo mas, Jesús acogió con amabilidad a Nicodemo, hablo largo rato con el, le dijo las cosa tal cual son, Nicodemo creyó en El, pero no se entregó a Jesús, ¿Por el que dirán los demás? Que a nadie le suceda esto, Jesús sano a muchos tan solo por creer en El, así reza en muchos evangelios, “Tu fe te ha salvado”

Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14), la Paz de Cristo Resucitado para todos

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

Fuentes: Algunas referencias están tomados de la Biblia Nacar-Colunga


Réponse  Message 5 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 04/05/2011 05:17

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

¿REZO PARA TENER LA MISMA VALENTÍA AL HABLAR DE LOS PRIMEROS APÓSTOLES Y DISCÍPULOS?

Frente a la persecución, los primeros cristianos se pusieron a orar. No para ser liberados de las molestias de la persecución, sino para no dejarse bloquear por los obstáculos y para no perder el valor de anunciar la Palabra. El resultado es la venida del Espíritu Santo, que les infunde energía y audacia. Para la evangelización se impone la oración, mucha oración. Y es que la evangelización es obra del Espíritu, que toca no sólo los corazones de los oyentes, sino también el corazón, a veces tibio y vacilante, de los anunciadores.

¿Rezo de verdad por la difusión del Evangelio? ¿Rezo para tener la misma valentía al hablar de los primeros apóstoles y discípulos? ¿Estoy verdaderamente convencido de que, sin el Espíritu Santo, resuena vacío el anuncio? Los santos oraban antes, durante y después del anuncio para que el Espíritu Santo tuviera libre curso. Otra pregunta: ¿Pertenezco yo también a esos que dedican una gran cantidad de tiempo a confeccionar planes y proyectos pastorales y "pierden" poco tiempo en la oración?.

Hoy debería examinarme sobre el tipo de oración que practico: ¿está más orientada a la segunda o a la primera parte del Padrenuestro? ¿Está más orientada a mis necesidades o a las de las personas que conozco, o a la difusión del Evangelio, al “venga a nosotros tu Reino”, a la difusión de la “Buena Noticia” en el mundo? El tipo de la oración que practico expresa la calidad evangélica de mis preocupaciones. ¿Hay sitio en ella para la difusión de la Palabra? ¿Incluso para la difusión en la que no participa mi grupo o yo mismo?

ORACION (3)

 

Debo reconocer, Señor, que mi oración es poca, y ese poco más bien narcisista. Te hablo de mis cosas, de mis preocupaciones, de mi prójimo, de lo que me angustia o de lo que tiene relación conmigo. Pero te hablo poco del Reino, de la Palabra -que debería ser anunciada de modo menos endeble-, de mí y de los cristianos que están a la defensiva, de la evangelización de los pueblos y del pueblo en el que vivo.

¿No será porque me he resignado al ocaso de la fe? ¿No será acaso que me impresiona más la pobreza económica que la pobreza espiritual? ¿No será que también yo me he adecuado a ese modo de pensar, tan difundido en nuestros días, de que lo importante es “hacer el bien”? Señor, sé que eso es verdad, pero dame la profunda convicción de que también es insuficiente. En efecto, si no te anuncio, ¿quién te amará? Y si no te amamos, ¿qué vale la vida? Convénceme, Señor, del primado de la Palabra, de la necesaria prioridad que he de otorgarle a su anuncio, del hecho de que debo participar en la evangelización a partir de mi oración. Oh Señor, que amas a todos los hombres y toda la creación, dirige a ti y a tu Palabra mi pobre oración.


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De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 04/05/2011 05:18

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo Único para que todo el que cree en él no muera”

Jn 3, 13-17

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

“Miremos al Traspasado”, para ser salvado y liberado, hay que contemplar a Cristo levantado en la Cruz, esto es, creer con mucha Fe, que él es Hijo de Dios, así, seremos purificado por el agua del costado del traspasado.

El dueño absoluto de la vida, nuestro amado Dios Padre, ha trasmitido su autoridad al hijo, Cristo mismo es la vida, y él la dará a los que creen en él. Dice el Señor: “En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. (Jn 5, 24)

La palabra de Jesús, es la palabra de Padre, y El nos pide creer en ella, permanecer y atesorarla, esto es guardarla con fidelidad, así seremos fieles apóstoles de nuestro hermano Jesús. Para que todos los que creen en el tengan vida eterna. Así es, Jesús es testimonio de la verdad, y nos da testimonio de nuestro Padre Dios, amando, aceptando, conociendo a Jesús, amamos, aceptamos y conocemos al Padre Dios, nuestra fe en Jesús, y así, nos llevara a la vida que tanto esperamos.

Nuestra fe, consiste en recibir a Jesús, en conocerlo y en El conocer al Padre, en conocer en El al enviado del Padre. Jesús mismo nos dice en este fragmento del evangelio, para que todos los que crean en él tengan vida eterna.

Dios, todo bueno y bondad en El, absolutamente misericordioso, lleno de amor por los hombres, y por el gran amor que nos tiene, sabiendo de nuestras faltas, fue tan bueno que nos trajo a Jesús, y nos ha hecho vivir con El. Pero no solo hizo eso, además, nos entrego a su propio hijo para que nos salváramos.

Si fuéramos capaces de poder entender bien lo que hizo Dios por nosotros, si pudiéramos sentir de verdad en nuestro corazón todo el amor que Dios nos tiene, sería entonces más sencillo darse cuenta de su amor infinito y su gran ideal de salvarnos. Para eso nos mando a Jesús, su buen Hijo, no para condenarnos, sino que todo lo contrario, para el que crea en El, no muera.

El evangelio nos esta diciendo con mucha claridad, el que desprecia el amor de Dios, se condena a si mismo, es decir Dios no tiene interés en condenarnos, por que El puro amor, amor total, es tan extremo que llega a entregar a su hijo al mundo por ese amor. Ahora el resto esta en nosotros, si aceptamos o no ese amor, o si ante la luz que vino al mundo, preferimos la oscuridad y ocultarnos en ella. Si así fuera, el preferir la oscuridad, es detestar la Luz, esto es no querer recibir el verdadero amor que se nos ofrece, y por este motivo, ya estamos condenados, pero no por Dios, sino que por nosotros mismos.

Escribe Teresa de Jesús: ¿Es posible, Señor, que exista algún alma que haya llegado a que Vos le hagáis mercedes semejantes y regalos y haya entendido que Vos os gozáis con ella, que os haya vuelto a ofender después de tantos favores y de tan grandes muestras del amor que le tenéis, de lo cual no puede dudar, pues las obras se han visto claras? ((V 14, 11)

En una ocasión, alguien me dijo que conocía algo de Dios, y que oía mucho que El nos amaba, pero no había creído que fuera para tanto, entonces el no quería acercarse a Dios, porque se reconocía un gran pecador, entonces si se dejaba ver mucho por Dios, pensaba que iba a ser castigado, en otras palabras, sus faltas eran un obstáculo para buscar recibir un poco de amor de Dios, pero luego en una situación de peligro, puso toda su fe en mirar al Señor, y sintió que Dios, no le quitaba su mirada, y que recibió tanta misericordia ante su necesidad, que descubrió que Dios solo sabe perdonar, y que el al alejarse de Dios, sólo se castigaba a si mismo.

Nosotros debemos agradecer esta fineza del amor de Dios, y una gran forma de dar gracias, es aprovechar todo el cariño que nos ofrece, y amarlo del mismo modo que el nos ama. El por amor nos entrego a su propio hijo, nosotros por amor nos entregamos a El.

Reza Teresa de Jesús: Oh, Señor mío! ¡Qué delicada y fina y sabrosamente sabéis tratar a quienes os aman! ¡Quién nunca se hubiera entregado a amar a nadie sino a Vos!. Parece, Señor, que probáis con rigor a quien os ama, para que en la mayor intensidad del sufrimiento se manifieste la mayor intensidad de vuestro amor (V 25, 17).

 ¡Oh, Jesús y Señor mío! ¡Cuánto nos ayuda aquí vuestro amor!, porque éste tiene cogido al nuestro, que no le deja libertad para amar en aquel momento a nadie y nada, más que a Vos! (V 14, 2; CN 4).

Que Cristo Jesús María y José, vivan es sus corazones

   Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


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De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 04/05/2011 05:18

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

PARA QUE “TODO EL QUE CREA EN ÉL TENGA LA VIDA ETERNA”.

Los hombres deben dar crédito a Cristo, aunque ninguno de ellos haya subido al cielo para captar los misterios celestiales, ya que sólo él, que ha bajado del cielo, está en condiciones de anunciar la realidad del Espíritu, y es el verdadero puente entre el hombre y Dios. Sólo Jesús es el lugar ideal de la presencia de Dios. Y esta revelación tendrá su cumplimiento en la cruz, cuando Jesús sea ensalzado a la gloria, para que “todo el que crea en él tenga la vida eterna”.

La humanidad podrá comprender el escandaloso y desconcertante acontecimiento de la salvación por medio de la cruz y curar de su mal, como los judíos curaron en el desierto de las picaduras de las serpientes mirando la serpiente de bronce (cf. Nm 21,49). El simbolismo de la serpiente de Moisés afirma la verdad de que la salvación consiste en someternos a Dios y dirigir nuestra mirada al Crucificado, verdadero acto de fe que comunica la vida eterna (cf. In 19,37).

La revelación puesta en marcha antes continúa subiendo en este fragmento y llega hasta la fuente de la vida: es el amor del Padre el que entrega al Hijo para destruir el pecado y la muerte. Entrevemos aquí concadenadas dos categorías joaneas clásicas: el amor y el juicio. Los vv. 16s expresan una idea muy entrañable para Juan: el carácter universal de la obra salvífica de Cristo, que tiene su origen en la iniciativa misteriosa del amor de Dios por los hombres. El envío y la misión del Hijo, fruto del amor del Padre por el mundo, son la manifestación más elevada de un Dios que “es amor” (cf. 1 Jn 4,8-10). Esta es la elección fundamental del hombre: aceptar o rechazar el amor de un Padre que se ha revelado en Cristo. Sin embargo, este amor no juzga al mundo; es más, lo ilumina (v 17).

Con todo, el amor que se revela entre los hombres, los juzga. Los hombres, situados frente a la propuesta de salvación, deben tomar posición manifestando sus libres opciones. Quien cree en la persona de Jesús no es condenado, pero quien lo rechaza y no cree en el nombre del Hijo de Dios hecho hombre ya está condenado (v. 18). Y la causa de la condena es una sola, a saber: la incredulidad, mantener el corazón cerrado y sordo a la Palabra de Jesús.

ORACION (3)

 

Debo convencerme, Señor, de que, cuando tú quieres algo, eres irresistible. Pero no debo inquietarme ni tener miedo, ni deprimirme, ni rendirme. Cuando tu Palabra parece encadenada, cuando tus anunciadores parecen encarcelados en un gueto, no puedo perder la confianza en tu poder, aunque ésta sea quizás la tentación más peligrosa de hoy.

Concédeme la certeza interior de que tú estás con tus anunciadores y los asistes; la certeza interior de que yo debo anunciar; de que me pides el anuncio, no el éxito. Y es que el éxito te lo reservas para ti mismo, cuando quieres abrir las puertas de los corazones, cuando quieres preparar un nuevo público y un nuevo pueblo, cuando decides que tu Palabra debe reemprender la carrera por el mundo, el mundo geográfico y el mundo de los corazones.

Concédeme, Señor, no dudar nunca de tu ilimitado poder, estar convencido de que debo sembrar siempre tu Palabra, sin “adaptarla” demasiado, para que quizás sea mejor aceptada y acogida. Hazme humilde, confiado, fiel dispensador de tu Palabra en todo momento y circunstancia, incluso cuando siembro encerrado en la cárcel de mi aislamiento.


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De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 04/05/2011 05:20

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré”

Jn 14, 6-14

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.           YO SOY EL CAMINO, Y LA VERDAD Y LA VIDA.

En aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: "Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida. Verdad y vida aparecen como dos expresiones sapienciales correlativas. Ya en el Antiguo Testamento la sabiduría es la que conducía por y a las vías de la vida. Jesús aquí se identifica con la sabiduría, que en algunos pasajes del Antiguo Testamento parecen revestir, preparar, la trascendencia divina de la misma.

Jesús, es el camino en cuanto revela al Padre, nos da a conocer el camino que nos conduce a Padre: El mismo es el único acceso al Padre. Jesús es el camino, porque el nos mereció la gracia que nos hace hijos de Dios y herederos del cielo y de El. Todo esto con su ejemplo que nos enseña el camino que hemos de seguir para llegar al cielo.

Jesús, es la Verdad; en medio de tanta mentira y falsedad. Para nosotros es una gran paz saber que esta verdad no cambia. Jesús es la vida, el es el centro de nuestros corazones, de todos los que desean vivir la bondad y el amor.

Jesucristo es Dios, una misma cosa con el Padre. Conocer a Jesucristo, es conocer a Dios, amar a Jesucristo es amar a Dios, servir a Jesucristo es servir a Dios.

Al comienzo del capitulo catorce, en versículo Jesús dice: Crean en Dios y crean también en mi Puesto que ya creen en Dios, que crean también en El; que esa fe en El se mantenga y aumente en su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de cruz; que crean en El como en el Hijo de Dios, tema del evangelio de san Juan.

2.           NADIE VA AL PADRE, SINO POR MÍ

En este fragmento, esta sección se enlaza con este versículo, en el que les habla de la fe en el Padre y en El. Si va al Padre, lógicamente surge el hablar de quién sea: que conozcan el término adonde va. A lo que se une la frase del versículo, Nadie va al Padre, sino por mí, ya que nadie puede venir al Padre sino por Jesús.

Dice Jesús: Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Es decir nos promete para el futuro que sabremos de un conocimiento especial del Padre. ¿Es para cuando estén en las moradas que va a prepararles? Pero - Ya desde ahora lo conocen--- es decir, desde el tiempo en que Él, durante su ministerio público, les hizo la gran revelación de Dios Padre, que envió a los seres humanos a su Hijo verdadero. Por eso, al conocer al Hijo, se conoce al Padre, en el sentido de que lo engendra, comunicándole su misma naturaleza divina, lo mismo que por comunicarle las obras que hace.

3.           SEÑOR, MUÉSTRANOS AL PADRE

La insistencia de Jesús en tratar el tema del Padre, ha suscitado en algunos de ellos el deseo de un conocimiento más profundo y mas experimental, es así como Felipe le dijo: - Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta - La pregunta de Felipe que pide les muestre al Padre, pensando que Jesús, que hizo tantos milagros, se lo manifestase ahora con una maravillosa teofanía, al estilo de lo que se pensaba de Moisés o Isaías, que habían visto a Dios, hace ver, una vez más, la rudeza e incomprensión de los apóstoles hasta la gran iluminación de Pentecostés.

De ese conocer al Padre y al Hijo se sigue que también han de saber que están el uno en el otro. ¿Cómo? Podría pensarse que por la unión vital e inmanencia del uno en el otro, por razón de la persona divina de Jesús; Pero seguramente se refiere al Verbo encarnado, como San Juan lo considera en el evangelio. Y así el Padre está presente en El, aparte de otras presencias, por las obras que le da a hacer. Dice en un texto, que es la mejor interpretación de éste: Si no creen a mí, crean a las obras (milagros), para que sepan y conozcan que el Padre está en mi y Yo en el Padre – (Jn 10:38; cf. Jn 14:20) -. El Padre está por la comunicación que le hace, y El está en el Padre por la dependencia que su humanidad tiene de El para realizar los milagros y el mensaje.

Por último, para la garantía de esta mutua presencia y de la verdad de que quien lo ve a El ve al Padre, remite a las obras que el Padre hace en El.

4.           EL QUE CREE EN MÍ HARÁ TAMBIÉN LAS OBRAS QUE YO HAGO

Luego Jesús nos hace una promesa, dice: Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. La primera promesa que nos hace es que no sólo harán las obras que Yo hago sino que aún las hará mayores. Y la razón es porque El va al Padre.

La palabra obras, a las que Jesús se remite, es la garantía de su verdad. Ya el anuncio que Jesús hace a los suyos es de optimismo: su ausencia no los dejará en el fracaso, porque harán aún obras mayores que las que El hizo. ¿Qué obras son éstas?

5.           LAS OBRAS QUE EL PADRE ME DIO A HACER

Cristo dice en otro pasaje: Las obras que el Padre me dio a hacer, esas obran dan testimonio en favor mío de que el Padre me ha enviado (Jn 5:36). Es toda su obra mesiánica: su actividad, su enseñanza de las cuales los milagros son signos.

En esta misma línea mesiánica están estas obras que les promete hacer. Son la obra mayor de la expansión mesiánica, que Jesús tenía circunscrita a Palestina y que ellos llevarán hasta los confines de la tierra (Act. 1:8). Harán las obras que El hizo, enseñar el mensaje y confirmarlo con milagros, y las harán mayores, por la extensión de ese mensaje y milagros por todo el mundo.

Es la interpretación que ya daba San Agustín: Con la predicación de los discípulos creyeron no unos pocos, como eran ellos, sino pueblos enteros. Y éstas son, sin duda, obras mayores. Y esta obra que van a hacer se debe a que El va al Padre. Es El quien, por ellos, va a realizar y confirmar su obra de expansión mesiánica.

6.           SI USTEDES ME PIDEN ALGO EN MI NOMBRE, YO LO HARÉ.

Lo que pidan al Padre en nombre de Cristo, eso lo hará Cristo. Podría pensarse que Jesús lo haría como un instrumento del Padre. Pero parece acusarse deliberadamente la divinidad del Verbo encarnado al ponerse en una misma línea. Así dijo: Yo y el Padre somos una misma cosa – (Jn 10:30) - los judíos consideran que con ello se hacía Dios (Jn 10:33).

A esto mismo lleva el que lo que le pidan a él en su nombre, por él mismo: Yo lo haré. Se pone en una esfera trascendente, en paralelismo con el Padre. Se acusa en ello la divinidad del Verbo encarnado

7.           ¿QUÉ SIGNIFICA PEDIR EN MI NOMBRE?

Puede tener varios sentidos, ya que, conforme al uso semita, nombre está por la misma persona. Así podría significar: alegar al Padre que es su Hijo (Jn 16:23-24); ponerlo por intercesor (Jn 11:12); alegar su poder o autoridad (Act 3:6-12); pedir unidos vitalmente a El (Jn 15:5); o como representantes suyos y encargados de continuar su obra (Jn 15:16).

El contexto inmediato se refiere a las obras mayores, que es su obra de enviados de Jesús a continuarla. Por eso, el sentido preferente aquí de en mi nombre se refiere a los apóstoles, que unidos a El – (Jn 14:12; 15:5 ) -, le piden a El todo lo que necesitan, como continuadores de su obra.

Dijo Jesús: Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Siempre es Jesucristo continuando su obra, a través de sus apóstoles, para cumplir su misión: glorificar al Padre.

Jesús nos prometió: Si ustedes me piden algo en mi nombre, yo lo haré. Esta fue una forma de quedarse con nosotros, y que sintiéramos su presencia, ya que rezar, es ponerse en contacto íntimo con Jesús. Nada se resiste a la fuerza de la oración, pero hay que hacerla como El nos dijo, en su nombre, es decir en su espíritu, en sus meritos y sus promesas, y aceptando su voluntad.

Cristo Resucitado, viva en sus corazones

Réponse  Message 9 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 04/05/2011 05:20

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

¿Y TÚ QUÉ VES CUANDO CONTEMPLAS LAS OBRAS DE DIOS?

Felipe quiere ver al Padre, pero no ha sabido verlo en Jesús. Ha visto con los ojos la realidad externa, pero no ha visto la realidad escondida con los ojos, mucho más penetrantes, de la fe. Juan usa de una manera típica el verbo “ver” para indicar dos tipos de realidades: la del signo visible y la de la gloria del Verbo o realidad sobrenatural.

¿Y tú qué ves cuando contemplas las obras de Dios? ¿Ves sólo la realidad sensible, el signo, o la acción de Dios, la realidad significada? Es bueno plantearse una pregunta como ésta, porque el secularismo invasor no se preocupa más que de la realidad visible, empírica, palpable. Aunque está dispuesto, a continuación, a correr detrás de “doctas fábulas” de tipo astrológico o mágico o pseudorreligioso. El discípulo de Jesús debe caminar entre el positivismo y la superstición, aceptando lo real de la realidad y aguzando la mirada de la fe, que nos permite ver la acción –o la “gloria”– de Dios en los acontecimientos humanos, a menudo intrincados, siempre misteriosos, nunca absurdos.

El Señor ha prometido a su Iglesia la posibilidad de hacer obras incluso mayores que las que él ha hecho: la grandeza ha de ser medida en el orden de los valores proclamados por él mismo, esto es, con el signo por excelencia que es la cruz. Se trata del signo del martirio, de la entrega, del amor que se da, de consumir nuestra propia vida por el prójimo: lo que exige ver y apreciar otro orden de valores distintos a los apreciados por el mundo, un orden de valores que, al final, atrae todos a él.

ORACION (3)

 

Me doy cuenta, Señor, de que soy un buen compañero de Felipe, es decir, que soy un poco miope para ver tu acción en el mundo. Ayer me lamentaba de la debilidad de tu Iglesia, y quizás no consiga vislumbrar tu posible mensaje. Me lamentaba asimismo, con acentos de nostalgia, del hundimiento de esta “cristiandad”, sin lograr ver lo nuevo que estás haciendo brotar. Me lamento de verte ausente de la historia y no consigo verte allí donde antes no estabas presente y ahora, en cambio, lo estás. Veo que no sé leer los “signos de los tiempos”, dejándome ir unas veces hacia el pesimismo y otras hacia el optimismo, es decir, leyendo los acontecimientos humanos o bien mirando exclusivamente las debilidades de los hombres, o bien abandonándome a un providencialismo milagrero.

Enséñame tú el arte del discernimiento, concédeme el don de verte allí donde actúas y el modo en que lo haces. Purifica mi corazón para no sean mis estados de ánimo, sino tu luz la que me guíe para descubrirte y encontrarte allí donde actúas, para colaborar contigo, pero, sobre todo, para amarte como tú quieres


Réponse  Message 10 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 17/05/2011 03:22

"Vuelve a tu casa, tu hijo vive"

Jn 4, 43-54

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Jesús partió hacia Galilea, cuando llegó, los galileos lo recibieron bien. Había en Galilea un funcionario real, un cortesano o empleado de palacio, que residía en Cafarnaún, se dice que posiblemente era un administrativo o militar, adscrito a la corte de Herodes Antipas. Este cortesano tenía un hijo, un muchacho, aún muy joven, acaso hijo único, que tenía una enfermedad caracterizada por una fiebre, y su estado era tan grave, que estaba en peligro de muerte.

Al oír este cortesano, el rumor de la llegada de Jesús a Cana, salió a su encuentro, sin duda en Cana. Si este funcionario residía en Cafarnaúm, habría hecho un viaje de seis a siete horas, unos 33 kilómetros, para venir a Cana. Encontrándose con Jesús, le rogaba insistentemente que bajase a su casa, "Señor, baja antes que mi hijo se muera", pues de Cana a Cafarnaúm hay un descenso de unos 800 metros, y curase a su hijo, que estaba para morir.

Talvez este funcionario tenía recientes las noticias de los milagros que Jesús había hecho en Jerusalén en las últimas fiestas. La respuesta que va a dar Jesús no deja de extrañar: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen". Pero la extrañeza de esta respuesta está en que se le diga a este funcionario lo que era ambiente judío común: fe que se garantiza con milagros, cuando precisamente, si él pide milagros, es que cree en el poder de hacerlos que tiene Jesús.

Esta reflexión de Jesús, no esta dirigida directa y exclusivamente a este funcionario real, como se ve, por razón de la fe que tiene y la censura que se hace, y por la forma plural en que está relatada, pues Jesús dice “Ustedes no creen” Tiene entonces una perspectiva mucho mayor, en efecto con ocasión de la petición de este funcionario, Jesús hace esta reflexión, dirigida al judaísmo contemporáneo.

Lo que Jesús censura, algo que utiliza en otras ocasiones, son las ansias de los milagros propias de los galileos y su débil fe, la cual recusa, es decir no quiere admitir, aceptar o recibir el Evangelio si no ve de continuo nuevos signos. Jesús quiere que se atienda también a Él, a sus palabras, puesto que habla el Verbo de Dios; que se atienda a Él, a su enseñanza, porque la dice Él. Pues “¿quién puede argüirme de pecado? Si os digo la verdad, ¿por qué no me creéis?” (Jn 8:46).

Pero, aunque Jesús hace esta reflexión de crítica al judaísmo contemporáneo, no se excluye de esta oportunidad el que intente también, como en otra situación análoga, el excitar más aún en él su confianza y su fe: “probarle” (Jn 6:6).

Y así probado, la confianza surgió más vigorosa, aunque dentro del concepto imperfecto que tenía de Jesús, “Señor, baja antes que mi hijo muera.” Creía que Jesús era un gran profeta, pero no sabía el pleno alcance de su poder milagroso; porque no necesitaba “bajar” para curar a su hijo, ni tenía por qué temer a la urgencia dé la muerte, ya que podía resucitarle.

A esta buena disposición fue a la que atendió Jesús para decirle: "Vuelve a tu casa, tu hijo vive" Y aquel funcionario creyó en la palabra de Jesús, con lo que el milagro se hizo al punto, al tiempo que se elevaba su fe: creyó en aquella curación a distancia, cosa que poco antes no sabía, pues le rogaba que “bajase” a Cafarnaúm a curar a su hijo. Y Jesús apareció ante él con dos milagros: el de una curación y el de una revelación al anunciarle la curación.

Y, con la certeza de la curación de su hijo, partió en seguida a Cafarnaúm. Y cuando él bajaba, le encontraron sus siervos, que le traen el anuncio de la curación de su hijo. Sus siervos le traen la noticia de que su hijo “vive”; no sólo no había llegado la desesperada muerte, sino que había curado instantáneamente. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre" Y supo también que esta curación se había realizado “ayer” y a la “hora séptima.” La “hora séptima,” en el cómputo de Jn, es una hora después del mediodía (Jn 1:4; 4:5; 1:39). Por tanto, como al ponerse el sol comienza el día judío, por poco que haya retardado la partida, sobre todo por evitar las fuertes horas de calor, cuando se encontró con sus siervos, ya después de la puesta del sol, éstos tuvieron que decirle que la curación de su hijo fue “ayer,” puesto que fue a la “hora séptima,” que es la una de la tarde. Como ya dije de Cana a Cafarnaúm hay 33 kilómetros.

La reacción ante este milagro vivificador fue que “creyó él y toda su familia.” El y su casa creían en Jesús como alguien que posee una cualidad en grado extraordinario y que hace milagros. Por eso, esta fe que aquí se consigna no debe ser el confirmarse más en Jesús el que hace prodigios, sino en Jesús Enviado (Mesías). Es lo que parece más lógico, máxime dentro de la unión de temas mesiánicos — Jesús vivificador de cuerpos y almas.

El buen Jesús, vio y sintió que el corazón del funcionario real, talvez con cuota de poder, no estaba libre de las costumbres adquiridas de su poder, esas que se llevan siempre en toda actitud de quien ostenta algún mando, por eso, antes de conceder su gracia y su prodigio, quiere purificar el corazón de este cortesano. Así es, como él le hace un llamado de atención. Jesús, honesto al extremo, sincero con todos, no hace ningún privilegio, si debe reprender a alguien con poder lo hace del mismo modo que a cualquiera, pero lo hace para sanarlo.

Jesús, impacta en el corazón de cualquier hombre, por eso este cortesano acepto el llamado de atención del Señor y creyó en su palabra. Jesús infunde tranquilidad en el corazón, entrega paz, sana los corazones, atrapa y penetra el corazón, su palabra es de amor, empapada de bondad. Sin embargo, para que nos llegue la salvación, tenemos que decir SI, aceptarla, creer en ella, porque Jesús mismo, es Palabra de Dios, si la aceptamos, nos adherimos a El.

Podemos decir que la fe del funcionario fue imperfecta, porque el pensaba que era necesario la presencia directa de Jesús para hacer sus milagros, pero rescatamos que no tuvo orgullo ni desconfianza para ir donde Jesús y fue humilde. “le suplicó que bajara a sanar a su hijo moribundo” La humildad, es un espontáneo olvido de uno mismo. Para acercarse más a la humildad, debemos acercarnos cada vez más a Dios y sabernos sentir hijos de Dios. Limpiando de orgullo nuestro corazón, encontraremos a Jesús con más facilidad y podremos aceptar su Palabra sin reservas.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

JESÚS ES LA PALABRA VIVA DE DIOS

Creer la Palabra es como abrir ante nosotros una puerta que nos introduce en una realidad nueva. Permanecer en la Palabra, guardándola en el corazón, significa participar en la obra divina de la recreación, santificación y transfiguración del cosmos.

Jesús es la Palabra viva de Dios: sólo él puede dirigirnos esta Palabra eficaz. Y lo hace de modo sereno, común, pidiendo una fe desnuda, total. Asentir y caminar fiándose de él puede ser cuestión de vida o muerte: lo fue para aquel padre cansado que nos narra el Evangelio, que en respuesta a su ruego no recibió de Jesús un prodigio, sino una palabra de vida, y se fió con total abandono. Nada había cambiado en su existencia, pero en su corazón anidó la esperanza. En la noche del sufrimiento y de la prueba, la Palabra es lámpara para nuestros pasos. La Palabra se convierte también en oración repetida sin cesar hasta que encuentre la confirmación luminosa y potente: el Señor ha escuchado, el Señor ha hecho maravillas de gracia. Cristo Jesús es el Señor de la vida ahora y por toda la eternidad.

La fe se convierte en canto de gozo que se difunde hasta formar un coro de alabanza: "Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias; contempladlo y quedaréis radiantes" (Sal 33,4-6).


Réponse  Message 11 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 17/05/2011 03:24

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

 “Levántate, toma tu camilla y camina”.

Jn 5, 1-3a.5-18

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

1.    YACÍA UNA MULTITUD DE ENFERMOS, CIEGOS, LISIADOS Y PARALÍTICOS

Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Jesús “subió” a Jerusalén dado que está a unos 750-800 metros de altura, de cualquier parte que se vaya hay que “subir.” Además, este término se vino a hacer usual para indicar los viajes a la Ciudad Santa en las tres grandes fiestas de peregrinación preceptuadas en la Ley.  Se trataría, en esta lectura, de una “fiesta” de las tres principales que se celebraban en Jerusalén: Pascua, Pentecostés o Tabernáculos, y a las que todo varón israelita debía presentarse en el templo (Ex 23:14-17; 34:23ss; Dt 16:16). En todo caso no se precisa cual,  porque dice “una fiesta de los judíos”.

San Juan, describe un baño público o piscina llamada en hebreo “Betsata”, que estaba situada “junto a la (puerta) Probática,” y cuya piscina “tenía cinco pórticos,” es decir, lugar cubierto, cuya techumbre está sostenida por columnas, dejando el resto descubierto. En estos pórticos yacía habitualmente una “multitud” de enfermos, dice el Evangelio; “Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos” Esta multitud de enfermos no iba allí como a un lugar de cita o entretenimiento: los llevaba una esperanza de curación. “Esperaban el movimiento del agua.”  Pensemos que eran aguas termales, que se agitaban porque el chorro produjese ebullición y movimiento del agua, y al ingreso a ella, tuviese propiedades curativas.

Nos imaginamos la escena de aquella piscina pública llena de enfermos. Era una verdadera “multitud” de ellos la que estaba allí expectante ante el movimiento de aquellas aguas. Había entre ellos un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años. No dice el texto que estuviese allí los treinta y ocho años, aunque será lo más probable suponer que llevase allí, en las horas permitidas, ya mucho tiempo. La esperanza de su curación había de llevarle casi instintivamente allí, como a tantos otros.

2.    JESÚS,  DESCUBRE ENTRE LA MULTITUD A UN ENFERMO

No dice el evangelista la enfermedad que padeciese. Sólo dice que estaba allí en una camilla. Parece, pues, que se trataba de una forma más o menos acentuada de parálisis, pues no podía valerse totalmente, sino con gran dificultad, acaso arrastrándose. Jesús le ve, le mira en su camilla, y Al verlo tendido, y supo  que hacía mucho tiempo que estaba así enfermo. Esto pudo saberlo Jesús por una información directa del enfermo. No obstante, la impresión del texto parece ser que se trata del conocimiento natural de Jesús de los hombres,  y es lo que parece sugerir cuando Jesús le encuentra, después de curado, en el templo y le dice que no vuelva a pecar para que no le suceda cosa peor.

Entonces Jesús,  descubre entre la multitud a un enfermo se para ante él, lo ve desamparado y necesitado de auxilio. Esto es algo natural en Jesús, se fija en los desamparados, en los más necesitados, en los imposibilitados y amorosamente los socorre. Conoce por su ciencia sobrenatural el origen de su enfermedad, la duración de la misma, porque la mirada de Jesús, penetra en lo más íntimo del corazón y lo descubre todo. Así, fija en él los ojos de su misericordia y le pregunta si quiere ser curado. Es una frase que iba cargada de sentido. Todo enfermo desea curar; su simple presencia en aquella piscina prodigiosa era una prueba de su deseo. Pero era esta pregunta un modo de despertar su fe y levantarle la esperanza. Mas el paralítico no piensa en una posibilidad de curación milagrosa por obra de su interlocutor. Entendió, por la pregunta que le hizo, si ponía los medios necesarios para obtener su curación en aquella piscina. Era su obsesión. Es lo que le responde el paralítico.

3.    LE HABÍA LLEGADO EL TURNO DE LOS PRODIGIOS DE DIOS

A este enfermo, así impedido para ensayar aquellos medios de hidroterapia, le había llegado el turno de los prodigios de Dios. Estaba estancado en su enfermedad para que en él se manifieste la gloria de Dios (Jn 9:3; 11:4). Por eso le dijo Jesús: "Levántate, toma tu camilla y camina". En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar.”

Esta curación va a traer un conflicto con los fariseos, porque, cuando Jesús hizo este milagro, “era día de sábado.” La enseñanza del Génesis sobre el séptimo día (Gen 2:2.3) fue la base de la prescripción del descanso de toda obra en el día del sábado. Pero luego los rabinos añadieron a esta legislación una serie tal de interpretaciones, prescripciones y prevenciones tan casuísticas, que resultaban ridículas e inhumanas, yendo así contra el mismo espíritu de la legislación.

Así, entre otras muchas cosas, se prohibía frotar las manos (Mt 12:2), saltar, encender la lámpara; se había limitado el número de pasos que se podían andar (“camino de sábado”).; hasta se debía dudar en visitar a los enfermos, y, llegándose al caso, hasta prohibir las curas que supusieran algún movimiento de miembros;  si se desencajaba un pie, no se lo podía articular por nadie; ni estaba permitido por su propio movimiento meterlos en agua; sólo se permitía lavarlos por fuera, con lavado ordinario  Y entre los trabajos claves prohibidos en sábado estaba expresamente citado el transportar un objeto de un lugar a otro.

4.    "EL QUE ME SANÓ ME DIJO: “TOMA TU CAMILLA Y CAMINA"

Por eso, cuando los “judíos,” que en San Juan son frecuentemente los enemigos de Jesús, y que aquí deben de ser los dirigentes, estrechos y mal intencionados  ven aquel enfermo curado, y posiblemente rodeado de gentes que presenciaron el milagro, o que él mismo lo proclamaba con gestos y gritos de alegría, le decían insistentemente y conminaban que no le era lícito llevar la “camilla” en que había estado echado tanto tiempo.

Pero la respuesta del paralítico curado fue contundente: "El que me sanó me dijo: “Toma tu camilla y camina" No era una salida para librarse de responsabilidades con los fariseos, disculpándose con la orden recibida; era el buen sentido el que le hacía concluir, con lógica, la licitud de aquella acción.

Jesús no sólo lo cura, sino que además le manda llevarse su camilla, esto era para que el milagro fuese patente y para salir por los fueros de la caridad, contra la seca e inhumana casuística de los rabinos. También una camilla para un pobre era un factor de sus bienes. Para la sutileza rabínica era lícito transportar en sábado un enfermo acostado en una camilla, pero no la camilla sola.

5.    HAS SIDO SANADO; NO VUELVAS A PECAR

Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: “Toma tu camilla y camina”? Pero el enfermo lo ignoraba, no conocía su fisonomía, porque estaba  habitualmente encerrado en los pórticos de la piscina Probática y  porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". El milagro causó fuerte conmoción. El paralítico curado debió de ir a los suyos, aunque algún celoso fariseo le hubiese impedido ir con su camilla a cuestas. Después pasó un tiempo indeterminado, que no debió de ser mucho. Y de una manera al parecer casual, pero que era providencial, Jesús encontró en el templo al paralítico curado, que había ido a la casa de Dios para agradecer el beneficio. El curado no conocía a Jesús; es éste quien le encuentra y se da a conocer.

El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. Él les respondió: "Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo".

6.    JESÚS  ESTARÁ AHÍ CON NOSOTROS

Jesús,  garantiza la autoridad que tiene para obrar así y  expone cómo el Hijo tiene toda su actuación en íntima unión con el Padre. Pero para los judíos ésta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que, además, se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.

Jesús, nos ha demostrado que el quiere curarnos, pero no lo hace hasta que nosotros lo deseemos y se lo pidamos. ¿Cómo?, con la oración, porque el que reza y le cuenta sus necesidades, con confianza y honestidad, recibirá su ayuda. Es en ese minuto cuando  nos damos cuenta como el Señor se preocupa por nosotros. Muchos nos podrán abandonar y no nos prestaran auxilio, pero Jesús  estará ahí con nosotros, a nuestro lado, con toda su bondad.

El Señor les Bendiga

Réponse  Message 12 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 17/05/2011 03:24

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

"¿QUIERES CURARTE?".

Sentado en los límites de la esperanza, sin poder comprometerse con la vida, desilusionado de los demás y con frecuencia también de la religión: así es el hombre de hoy, de siempre, al que Cristo viene a buscar allí donde se encuentra, paralizado por el sufrimiento, el pecado o por distintas circunstancias. Jesús sencillamente pregunta: "¿Quieres curarte?". Pregunta obvia, quizás, pero exige una respuesta personal que renueva interiormente y hace sentir la gran dignidad del hombre: su libertad y responsabilidad. Luego, sencillamente, dice: "Levántate: echa a andar... ". No por medio de ritos vacíos o por no sé qué agua milagrosa, sino por el poder de la Palabra de Dios que recrea, rompe las ataduras que aprisionan. No es nada la parálisis del cuerpo: hay ataduras mucho peores que atan el corazón al pecado. Por esta razón, Cristo ha dejado a la Iglesia la eficacia de su Palabra y la gracia que brota como un río de su costado abierto: agua viva del baño bautismal, que regenera y renueva al pecador; agua viva de las lágrimas del arrepentimiento, que suscita el Espíritu para absolver de todo vínculo de culpa al penitente; sangre derramada por aquel que fue perseguido a muerte por haber traído al mundo la salvación de Dios.

ORACION (3)

 

Ven, Señor Jesús a buscar a todo el que yace con el ánimo abatido, en la enfermedad de sus miembros, en la desesperación del pecado oculto. Ven a buscarme también a mí. Acércate a nosotros, oh Cristo, vuélvete a nosotros, uno por uno, para que en cada uno resuene la pregunta: "¿Quieres curarte?". Pídemelo también a mí. Ven a sumergirnos, Señor, en el profundo abismo de tu amor, que brota de tu corazón abierto como un río y corre, inagotable y potente, atravesando y renovando tiempos y espacios para desembocar en el Eterno. Ya me purificaste en la fuente bautismal: haz que viva fielmente en conformidad a los dones recibidos. Que pueda cada día cancelar las culpas cometidas con el agua de mis lágrimas: que me abran a la gracia del perdón nunca merecido, siempre humildemente implorado. Libre del pecado que me inmoviliza en una existencia carente de sentido, que pueda caminar anunciando que en ti todos pueden volver a encontrar la vida y sentirs


Réponse  Message 13 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 17/05/2011 03:26

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Mi Padre trabaja siempre, y Yo también trabajo”

Jn 5, 17-30

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.      “PARA QUE TODOS HONREN AL HIJO COMO HONRAN AL PADRE”.

Este fragmento del evangelio, es un discurso de Jesús, es un cuadro maravilloso en el que El se muestra como Dios. “Para que todos honren al Hijo como honran al Padre”. Así es, como en este Evangelio, Jesús, va a destacar importantes enseñanzas. Para valorar bien las expresiones de este discurso hay que tener en cuenta que San Juan no disocia en Jesús, en su evangelio, el hombre del Verbo; para él, Jesús es siempre el Verbo encarnado; y, además, entendiendo así el discurso de Jesús, en el que habla como Verbo encarnado, se logra una perfecta unidad y homogeneidad de interpretación en todo el Evangelio. San Juan nos dice que Jesús “respondió” a los fariseos, a la acusación que le hacían, no tanto de quebrantar el sábado cuanto de hacerse Dios.

2.      “BUSCABAN CON MÁS AHÍNCO MATARLE.”

“Para que todos honren al Hijo como honran al Padre”. Este es el tema central, al que convergen los demás elementos que Jesús utiliza como argumentos que respaldad su tesis. En el contexto se ve que esta honra que exige como la del Padre, es el honor que se le debe como a Hijo de Dios encarnado, como a Dios que es. Por eso, de estos argumentos que hace ahora Jesús, y ya ha hecho en otras ocasiones, inquietaba a la mentalidad judía. “Por esto los judíos buscaban con más anhelo matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que decía que Dios es su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios”

En el monoteísmo cerrado del judaísmo no cabía una dualidad de personas en el seno de la divinidad. Al hacerse “igual” a Dios, es que se decía otro Dios. Esta confesión era para ellos blasfemia. Y por eso, conforme a la Ley, “buscaban con más ahínco matarle.”

3.      “MI PADRE TRABAJA SIEMPRE, Y YO TAMBIÉN TRABAJO”.

Jesús dijo a los judíos: “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”. La respuesta de Jesús, contra la acusación que le hacían los judíos, que trabajaba en “sábado,” no porque fuese contra la Ley, sino contra su casuística, Jesús responde con un argumento que tenía que ser decisivo en aquel ambiente.

Como ya sabemos, el reposo sabático estaba establecido en la Ley tomando su imitación del esquema creador en el relato del Génesis, en el que Dios descansa el séptimo día (Gen 2.2.3). Pero este “descanso” creador de Dios era el asunto que preocupaba a la teología rabínica, la que no se salía de su materialismo literario, el que no les permitía ver muchas cosas con claridad. Porque una cosa es el relato de la creación y otro el sentido doctrinal. En efecto, Dios descansó el séptimo día de trabajar en las cosas del mundo, pero no cesó de ocuparse de los que no tienen piedad ni compasión, y los justos, pues a unos muestra el castigo y a otros el premio.

4.      LO QUE HACE EL PADRE, LO HACE IGUALMENTE EL HIJO.

La actividad, como principio de todas las cosas, por naturaleza siempre esta en acción, no inactiva. Jesús argumenta, para justificar su actividad, que no hace más que hacer lo que su Padre. Claro que podría decirse que una cosa es que Dios pueda obrar, y otra que el hombre no pueda obrar igual. Pero precisamente esta igualdad en que Jesús se pone en línea de la actividad con su Padre, es ponerse en el mismo espacio o ámbito de la divinidad. Es la conclusión que van a sacar los judíos, por lo que querrán matarle.

En efecto, Jesús no sólo dice que, porque el Padre trabaja, El toma un ejemplo de justificación moral para trabajar en sábado, sino que dice más. El “no hace nada por sí mismo,” sino que hace, precisamente, “lo que ve hacer al Padre,” hasta tal punto que lo que hace el Padre, “lo hace igualmente el Hijo.” Se trata de las obras del Verbo encarnado. No significa que Jesús copie o imite las obras que el Padre le da a hacer, sino que en este obrar suyo, así como el Padre tiene, como Dios que es, el derecho indiscutible de obrar como le plazca, igualmente el Hijo tiene este derecho de obrar. Con ello Jesús, al proclamar el mismo derecho del Padre, está proclamando la dignidad de su naturaleza, Hijo de Dios.

5.      PORQUE EL PADRE AMA AL HIJO Y LE MUESTRA TODO LO QUE HACE

El “amor” del Padre al Hijo encarnado es lo que le hace al Padre tener la iniciativa en “mostrarle todo lo que El (Padre) hace”. Por eso, no sólo le “muestra todo lo que hace,” sino que le “mostrará aún mayores obras que éstas” en el futuro de su vida mesiánica. El término de comparación que aquí se toma es el milagro de la curación de la piscina Probática, lo mismo que los otros milagros que había hecho. Mayores que éstos serán nuevos milagros que relatan los otros Evangelios y San Juan, tal la multiplicación de los panes y el caminar sobre el mar, la curación de un ciego de nacimiento y que van a terminar en la resurrección de Lázaro.

Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace y “mostrará” dice Jesús, no se refiere a un conocimiento aprendido por estudio, sino por que El por su ciencia sobrenatural, tiene un conocimiento perfecto de todo. Este “mostrar” se refiere a las obras que va a hacerle realizar, que el Padre va a realizar por medio de Jesús. “Para que ustedes queden maravillados”, es decir, obras externas las que el Padre le “mostrará a Jesús.”

6.      OBRA COMO OBRA EL PADRE.

El pensamiento es, pues, el siguiente: Jesús — él mismo — obra como obra el Padre. Pero, además, lo hace en plena dependencia de El, hasta tal punto que todas las obras maravillosas — milagrosas — que El realiza se las “muestra” el Padre al realizarlas el Padre por medio de El. El Padre tiene la iniciativa; pero los dos realizan la misma obra. Tienen unidad de acción en ella. Pronto argumentará en este discurso el milagro como garantía y testificación del Padre a su favor Con esa unidad de actividad con el Padre, ¿quien podrá argüirle que quebranta el sábado? Pero ¿quien podría dejar de deducir que “decía a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios?”

Una segunda enseñanza de Jesús con motivo de probar su unión con el Padre, es el poder que el Padre le comunicó de resucitar todo tipo de muertos: “Así como el Padre resucita a los muertos, y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere”

7.      ASÍ COMO EL PADRE RESUCITA A LOS MUERTOS Y LES DA VIDA, DEL MISMO MODO EL HIJO DA VIDA AL QUE ÉL QUIERE.

El poder de resucitar es un poder que el Antiguo Testamento que es exclusivo de Dios. Lo mismo se proclama en los escritos rabínicos. Si algún profeta resucitaba muertos, era algo excepcional y carismático que Dios le concedía, y que él ejecutaba en nombre de Dios. Pero Jesús aquí reivindica para sí mismo este poder de vida y muerte, en igualdad con el Padre. No es ello otra cosa que proclamar Jesús, por este capítulo, su divinidad. Además, Jesús tiene autoridad de resucitar espíritus, entonces les dice: “Ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios”, y les agrega; “y los que la oigan, vivirán” Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también al Hijo tener vida en sí mismo.”

Jesús da la razón de cómo puede causar esta resurrección espiritual en las almas: porque el Padre “le dio el tener vida en sí mismo.” Ante la muerte espiritual, Jesús les da la vida, que él tiene, y así resucitan. Pero además, Jesus dice; “No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.

8.      “LOS MUERTOS OIRÁN LA VOZ DEL HIJO DE DIOS; Y LOS QUE LA OIGAN, VIVIRÁN

Dice Jesús: “Los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán” Porque aquí su voz es su predicación, su enseñanza, el misterio de fe que trae del Padre. Y las palabras de Jesús “son espíritu y vida”. Por eso, los que las “oigan,” es decir, los que las abracen y crean, “vivirán”; los que, por estar muertos a El, resucitarán en el espíritu y por la fe al hacerse hijos de Dios.

Este poder de Jesús se extiende también a la resurrección de los cuerpos, ya que ahora se consideran los muertos que “están en las tumbas” Tal es el poder de Dios sobre toda vida, como lo presenta el Antiguo Testamento. Jesús, por este poder que tiene “como el Padre, que resucita los muertos”, proclama su divinidad, ya que esto es atributo de Dios.

Esta resurrección universal se refiere al juicio final. Jesús en la parusía resucitará a todos. Jesús enseña que su poder sobre la muerte corporal se extenderá a todos. Pero, al resucitarlos, va a actuar como juez. De ahí el destino que asigna a unos y a otros. Para unos será resurrección para la “vida” eterna; para los otros será una resurrección para “la condenación”.

9.      JESÚS SE PRESENTA COMO DIOS

Así, Jesús se presenta como Dios a un tiempo por su poder de “vivificar” los muertos y por su poder judicial sobre la humanidad.

El Padre... ha entregado al Hijo todo el poder de juzgar”. En esta enseñanza de Jesús se muestra su divinidad: el poder judicial que tiene sobre toda la humanidad. Al hablar Jesús de su poder de resucitar los cuerpos, expone por evocación la hora del juicio final de la humanidad. Producida por El la resurrección, la humanidad experimentará un juicio universal y solemne. Y en ese juicio. El es el juez.

Dice Jesús Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió”. Había dicho ya que; “Porque el Padre no juzga a nadie”. Y aún añade la razón de esto: “Él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo”. Esto es ya un índice más de que no se trata de la acción de la divinidad del Verbo, sino de este encarnado. Porque, si el Padre no “juzga,” tampoco juzgará el Verbo como tal, ya que su acción divina es idéntica. Jesús no sólo tiene el poder judicial, sino que es El, en cuanto Verbo encarnado, el que además lo ejerce.

10.  JESÚS, COMO DIOS-HOMBRE

Jesús, como Dios-Hombre, va a ejercer inmediatamente el juicio sobre la humanidad y pronunciar la sentencia irrevocable. Pero en toda esta obra judicial no es ajeno a la iniciativa del Padre, de la divinidad. Su plena unión con El se continúa en toda su obra mesiánica. El mismo dice: “Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo”. Por eso, en este juicio y sentencia, la humanidad de Jesús sigue la acción, el juicio y los designios del Padre, puesto que dice en este pasaje: “no es hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió”. Y de aquí el que proclame El también la infalibilidad de su juicio: “Y mi juicio es justo”

Este discurso de Jesús es un cuadro maravilloso en el que El se muestra como Dios. “Para que todos honren al Hijo como honran al Padre”. Siendo Jesús Dios, proclamándose tal por un procedimiento de equiparación al Padre, Jesús concluye, diciendo: “Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en Aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna”

Jesús, ha venido al mundo, para que tengamos vida, la vida de Dios en nosotros, la vida eterna que ya comienza en el tiempo con la vida de la gracia.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


Réponse  Message 14 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 17/05/2011 03:26

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

VIVIR COMO HIJOS ES LA HERENCIA ETERNA

El Señor ha constituido a su Siervo como alianza para restaurar el país. El Padre ha enviado al Hijo y le ha dado el poder de resucitar de entre los muertos. Nadie está excluido de esta invitación a la vida, nadie podrá sentirse abandonado u olvidado por Dios, porque el único verdaderamente abandonado es el Hijo amado, a quien un Amor más grande entrega a la muerte en la cruz para librarnos de la muerte eterna. A los judíos que le acusan de violar el sábado y de no respetar el descanso del mismo Dios, él les revela la propia conformidad sustancial de Hijo que actúa en todo de acuerdo con lo que ve y escucha del Padre: por consiguiente, de él recibe la autoridad de juzgar. A cuantos escuchan con fe su Palabra y la guardan en el corazón, les da el poder de llegar a ser hijos de Dios; desde ahora pasan de la muerte a la vida eterna, y, en el último día, no encontrarán al juez, sino al Padre, que les espera desde siempre, porque en ellos reconoce el rostro de su Hijo amado, el Unigénito, convertido por nosotros en hermano primogénito.

Grande es la esperanza que se nos propone: nos concede nueva luz en la existencia cotidiana. Vivir como hijos es la herencia eterna y, a la vez, el tesoro secreto que nos sostiene cada día en la fatiga.

 

ORACION (3)

 

Señor Jesús, tú que siempre miras al Padre y cumples lo que le ves hacer, atrae nuestra mirada a ti: en tu luz veremos la luz, aprenderemos a vivir como hijos de Dios.

De él has recibido el poder de dar la vida y devolverla, nueva, al que la ha perdido, porque te has entregado a la muerte por todos. Aumenta nuestra fe; en ti está la fuente viva y de ti lograremos con gozo nuestra salvación.

Tú, juez de todo mortal, que escuchas siempre los juicios veraces de Dios, haz que nosotros escuchemos tu Palabra con corazón obediente; de ti aprenderemos que la mayor sabiduría es adherirse a la voluntad del Padre con humilde amor. En la fiesta sin fin de la divina ternura, que envuelve a todo hombre para convertirlo en hijo, gozaremos contigo, oh Hijo unigénito, porque no te has avergonzado de llamarnos "hermanos".

 


Réponse  Message 15 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 17/05/2011 03:27

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben

Jn 5, 31-47

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.      JESÚS, NOS ARGUMENTA EL TESTIMONIO DEL PADRE SOBRE LA MISIÓN DEL HIJO.

Este discurso dogmático de Jesús, sobre sus poderes divinos, tiene una segunda parte, la demostración, por testificación del Padre, de que todo cuanto El enseña es verdad.

En este fragmento del Evangelio de san Juan, Jesús no hablara del Testimonio que diera primero Juan Bautista, luego el más importante de todos, El Padre que lo ha enviado, luego el de las Sagradas Escrituras, que hablan de Jesús y finalmente las obras que Jesús realiza, estas ultimas, son las que dan autentico testimonio de Jesús.

Jesús basa el fundamento de su argumentación en un principio que está en la Ley (Dt 19:15): la necesidad de testigos en un pleito. Situándose Jesús en él, les dice: “Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría”. En realidad no es que Jesús no admita como infalible su solo testimonio, como argumenta en otra ocasión (San Juan 8:14ss), precisamente contra la acusación judía de que El testificaba de sí (San Juan 8:13), pues sólo El sabe de dónde viene y adonde va, sino que aquí, para argumentarles en el terreno de su juridicidad humana, plantea su argumentación en el mismo terreno de sus exigencias. No apela aquí a su testimonio. “Pero hay otro (el Padre) que da testimonio de mí.

2.      EL TESTIMONIO DEL BAUTISTA, QUE JESÚS DIRÁ QUE ÉL NO NECESITA

San Juan, (el evangelista) recoge antes, como contraste, el testimonio del Bautista, que Jesús dirá que él no necesita, pero que para los judíos les habría sido suficiente para ir a Jesús. “No es que yo dependa del testimonio de un hombre” es decir, El no lo necesita, pues tiene conciencia clara de quién es; “si digo esto,” la evocación del testimonio del Bautista, “es para la salvación de ustedes”, ya que, recibiendo el testimonio del Bautista, vendrían a Jesús, le oirían convenientemente, y se salvarían.

Juan Bautista, era el “precursor.” Su misión era mostrar oficialmente el Mesías a Israel (San Juan 1:31.33.34). El prestigio que el Bautista tuvo entonces en Israel fue excepcional, así lo registran los evangelios. Ante la conmoción mesiánica creada en torno al Bautista, los judíos le enviaron una embajada oficiosa a preguntarle, estando él en Betania de Transjordania, si él era el Mesías. Y Juan dio testimonio a la verdad: él no era el Mesías, pero su misión era ser su “precursor” (San Juan 1:19-34). Ellos daban tal crédito al Bautista, que lo hubiesen reconocido por Mesías si él se proclamaba tal. Y, puesto que él señalaba a Jesús como Mesías, que lo recibiesen, ya que apelaban a “testimonios humanos.”

Pero aquella embajada al Bautista fue una frivolidad para Israel. “Juan era la lámpara que arde y resplandece” en la noche, a falta de sol. En la hora premesiánica buena era la lámpara, la misión del Bautista, como lo es la lucerna en la casa al anochecer.

Los calificativos con que se describe la misión del Bautista tienen una fuerte evocación bíblica: “que arde y resplandece.” Con estas dos expresiones se alude a su celo y a su palabra. Precisamente en el libro del Eclesiástico se describe semejantemente a Elías, “tipo” del Bautista (Lc 1:17; Mc 1:2ss): “Se levantó Elías, profeta, como fuego, y su palabra ardía como antorcha” (Eclo 48:1).

Israel se conmovió ante la palabra del Bautista. Vinieron multitudes de todas partes a oírle y bautizarse, dice Jesús: “ustedes han querido gozar un instante de su luz”. La metáfora piensan los autores que está tomada, sea de las costumbres de los niños de saltar alegremente en torno al fuego, sea de las danzas que el pueblo solía tener en las grandes solemnidades al resplandor de la luz de los grandes candelabros del templo. Pero aquella conmoción expectante en torno a El pronto se disipó. El influjo del Bautista en ellos fue por poco tiempo.

3.      “PERO EL TESTIMONIO QUE YO TENGO ES MAYOR QUE EL DE JUAN”

Pero Jesús, no necesita testimonio de un hombre de lo que El es y de su misión, El dice “Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan” son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo” Así es como, la testificación que da el Padre “con sus obras,” de forma más íntima, y el testimonio que de El da el Padre en la Escritura. Este es el primer testimonio objetivo argumentando en su favor: “son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo” Las “obras” que aquí dice son los milagros hechos por El. El milagro es obra de Dios, que aquí testifica la dignidad, misión y enseñanza de Jesús (San Juan 6:27; 32). Es el Padre quien testifica que su Hijo es Dios. Frecuentemente Jesús lo argumenta en los evangelios sinópticos como prueba apologética (Mt 9:2-8; 11:2-6.20-24; 12:28 par.). Así las “obras,” que son obra fundamental del Padre, de la divinidad, dan testimonio de su dignidad, misión y enseñanza.

Dice Jesús; “Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.” Este “testimonio” que el Padre le rinde es íntimo y personal que el Padre deja oír en el alma, y al cual aludirá San Juan el capítulo siguiente (San Juan 6:44-46), y que confirma con un pasaje de Isaías (Is 54:13). Este testimonio, pues, íntimo, misterioso, del Padre y en la conciencia, existe. Pues testificando el Padre de esa forma misteriosa, personal e íntima, a favor del Hijo, ellos debieron venir a El. Y no lo hicieron. 

4.      “USTEDES EXAMINAN LAS ESCRITURAS, PORQUE EN ELLAS PIENSAN ENCONTRAR VIDA ETERNA”

En el capítulo siguiente San Juan dirá: “Todo el que oye al Padre, viene a mí; no que alguno haya visto al Padre” (San Juan 6:45-46), salvo el Hijo (San Juan 1:18).

Por tanto, esta “audición” y esta “visión” han de tomarse en un sentido especial, el cual el mismo San Juan lo recoge en otros pasajes. Dice Jesús: “El que me ha visto a mí, ha visto a mi Padre” (San Juan 14:9.7.8; 8:19). “Y yo hablo al mundo lo que le oigo a El (Padre)” (San Juan 8:26.28.40.47).

Es así, según parece, como, de ese testimonio íntimo del Padre a favor del Hijo, va el pensamiento a acusarles de no haber ni “oído” ni “visto” al Padre, precisamente por no creer en el Hijo. Este es el testimonio viviente y ostensible de aquél. El testimonio del Padre en las Escrituras — Es el testimonio que, sobre todo para un judío, era definitivo: “Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar vida eterna”. En el primer caso, Jesús les mandaría no sólo practicar el cultivo de la Escritura, sino penetrarla profunda y auténticamente. En el segundo caso, partiendo del estudio que ellos hacen porque creen tener en ella la vida eterna, como enseñanza de camino y mérito, les hace ver que ella habla de El y que así El está incluido en esa “vida eterna” que ellos buscan. Indirectamente, con ello se encierra la sugerencia de una censura al método erróneo como la cultivaban. Pues, bien interpretada, lleva a El.

Que las Escrituras son fuente de vida eterna, es algo que brota de la finalidad de su enseñanza y que se dice en la misma Escritura. Pero lo eran como enseñanza, que había que comprobar rectamente y luego vivirla auténticamente.

5.      “Y SIN EMBARGO, USTEDES NO QUIEREN VENIR A MÍ PARA TENER VIDA”

Mas para que su estudio y comprensión los llevase a Jesús, que era comprender su verdadero sentido en el camino mesiánico y necesario para ir a Dios. Dice Jesús: “y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida”, Tenían ellos dos serios obstáculos en íntima conexión. Uno era un error de método. Consistía en un materialismo de la letra y de la tradición rabínica. Y así les resultaba que la Escritura, fuente de vida, se les convertía en esterilidad y muerte. “La letra mata” (2 Cor 3:6). Pero había otro obstáculo de tipo moral, en íntima conexión con éste. Era el refinado orgullo intelectual, la “gloria humana” que los doctores de la Ley buscaban en su interpretación. Frente a sus “tradiciones” — cadena de dichos de rabinos — se ponía el “espíritu” de la Ley y la doctrina de Jesús. Este rectificaba lo que era la “sabiduría” de ellos. En lugar de buscar la “gloria que procede del Unigénito”, que era buscar el triunfo de la verdad, y en la que se reflejaba la gloria de Dios, ellos buscaban la gloria que recibían “unos de otros”.

Y así, buscando el contenido de la Escritura, se daba la paradoja de que Moisés, a quien la tradición asignaba la paternidad de la Ley, personificada en él, iba a ser su acusador ante “mi Padre,” es decir, ante Dios (San Juan 8:54). Porque no bastaba estudiar así la Ley.

Para llegar a Jesús por ella, les hacía falta, aparte de otro método científico, “creer a Moisés,” es decir, que, si lo estudiasen imparcial y sinceramente, en el sentido en que la letra va llena de contenido, “Si creyeran en Moisés, también creerían en mí”, comprenderían aquellas profecías de la Ley relativas al Mesías-Jesús, “porque él ha escrito acerca de mí”.

6.      “HE VENIDO EN NOMBRE DE MI PADRE Y USTEDES NO ME RECIBEN”

Frente a este obstáculo de la soberbia de los rabinos para no ver a Jesús vaticinado en la Ley, Jesús le contrasta que El es más imparcial que ellos, aun colocándose en el solo plano humano, porque El “no recibe gloria de los hombres.” Su plan es obedecer al Padre, y por ello arrastra la impopularidad, los ataques y la muerte. Pero ellos no, porque “buscaban la gloria unos de otros,” por lo que obran con prejuicio y se adulan.

Y, por último, les hace ver además la inconsecuencia de su conducta. El se presenta como el Hijo de Dios y lo garantiza con milagros. “He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben”, como tal. En cambio, “pero si otro viene en su propio nombre, a ése sí lo van a recibir “

Estas palabras de Jesús no eran sólo una paradoja para indicar la ilógica conducta de ellos. Fue profecía. La historia judía bien pronto demostró la verdad de esta palabra de Jesús. Pero esa actitud judía contra Jesús era el pecado contra el Espíritu Santo (Mc 3:29 par.). Es cerrar los ojos a la evidencia para hacerse voluntariamente ciegos. Así lo dijo Jesús abiertamente con ocasión del ciego de nacimiento. “Al oír esto, algunos fariseos que estaban allí con él le dijeron: ¿Así que también nosotros somos ciegos? Jesús les contestó: Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero ustedes dicen: "Vemos", y esa es la prueba de su pecado”. (San Juan 9:40.41).

Como vemos, muchos testimonios y calificados testigos, no lograron convencer a los judíos de la verdad de las afirmaciones de Jesús, esto es, porque no quisieron oír el testimonio de Dios, porque se cierran a la fe y se apoyan en su orgullo.

Dijo Jesús: “Yo soy la resurrección (y la vida). El que cree en mí, aunque muera, vivirá. El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre” (San Juan 11; 25-26)

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

LA EXISTENCIA DE UN DIOS QUE ES AMOR

Llevar una vida auténticamente religiosa significa ante todo sentirse dependiente de Dios, unidos a él con un vínculo indisoluble. Lo demás es secundario. De ahí brotan las actitudes espirituales y prácticas que caracterizan al creyente y le diferencian del no creyente. El creyente es el que, en una situación de prueba, no abandona a Dios como si fuese la causa de su mal, sino que se vuelve hacia él con una insistencia invencible, como hizo Moisés.

Además, el creyente adulto en la fe siente como prueba personal las pruebas de sus hermanos próximos o lejanos: en todos ve a su prójimo. Ora por todos y es un intercesor universal, dispuesto a cargar con las debilidades de los demás, a sufrir para que los otros puedan ser aliviados en su dolor, como hicieron Moisés y, sobre todo, Jesús, el inocente muerto como pecador por nosotros, injustos. En esta humilde, fiel y continua donación de sí está el verdadero testimonio. Frente a una vida entregada al servicio de los más débiles, frente a personas que no acusan, sino que suplican y perdonan, antes o después surgirá la pregunta: "¿Por qué actúa así?". La existencia de un Dios que es amor no se "demuestra" más que dejando transparentar que vive en los corazones de los que le acogen.

 

ORACION (3)

 

Señor, esplendor de la gloria del Padre, ten piedad de nosotros. Hemos buscado la gloria humana vanamente: lo único que sacamos es hacernos más duros de corazón, sin saber dar un sentido a las cosas, a los acontecimientos. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que eres transparencia del rostro del Dios-humildad.

Jesús, testigo fiel y veraz del Padre, ten piedad de nosotros. Hemos rechazado las exigencias de tu Palabra y hemos preferido seguir los ídolos del mundo, viviendo una "espiritualidad de compromiso": ilusiones falaces que apagan el amor interior. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que nos permites oír la voz del Dios-verdad.

Cristo, Hijo obediente enviado por el Padre, ten piedad de nosotros. Hemos olvidado las Escrituras, que nos cuentan la pasión que sufriste por nosotros; hemos apartado la mirada de quien todavía vive la pasión en el cuerpo o en el corazón; intercede por nosotros, pecadores, tú, inocente Cordero de Dios. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que eres la presencia encarnada del Dios-misericordia.

 


Réponse  Message 16 de 31 de ce thème 
De: GAVIOTA LIBERTAD Envoyé: 17/05/2011 03:28

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy?

Jn 7, 1-2.10.14.25-30

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

1.    JESÚS RECORRÍA LA GALILEA

En el fragmento de este Evangelio de san Juan, observamos que el Padre se revela por Jesús, al mismo tiempo que esta revelación del Padre en Jesús, no solo no es aceptada por los judíos, sino que además es rechazada absolutamente. Si embargo Jesús, ha de cumplir su misión, independientemente de la dureza y fuerte oposición de los hombres. El misterio del origen y la naturaleza de Jesús, se revela solo en la fe, al que tiene fe y el que con fe mira.

Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. El milagro de la piscina de "Betsata" hecho en sábado, había excitado tan fuertemente los ánimos, que le hace retirarse al ambiente más tranquilo de Galilea.

2.    ESTABA CERCA LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS.

Era ésta una de las fiestas de peregrinación a la Ciudad Santa (Dt 16:16). Era la llamada fiesta de las cabañas o chozas. El sentido primitivo de estas fiestas, fue agrícola: agradecer a Dios las recolecciones finales, que terminaban con la vendimia, pidiendo la bendición de Dios sobre las futuras cosechas (Dt 16:15). Posteriormente se le unió también otro significado: conmemorar la obra de Dios, que, sacando a Israel de Egipto, le hizo habitar en el desierto en chozas (Lev 23:43). Últimamente vino a tomar también un sentido profético y escatológico, anunciando las alegrías y bendiciones que habría en la era mesiánica (Zac 14:16-19). Se celebraba del 15 del mes de Tishri al 21 del mismo (septiembre-octubre): era el final del año agrícola. Se celebraba durante siete días, más un octavo de clausura (23:33-36; 2 Mac 10:6); Durante todos estos días se debía morar en chozas (Lev 23:42), instaladas incluso en los terrados y patios de las casas, en las plazas y hasta “en los atrios de la casa de Dios” (Neh 8:16.17). Era la fiesta más popular.

3.    “CUANDO SUS HERMANOS SUBIERON PARA LA FIESTA, TAMBIÉN ÉL SUBIÓ, PERO EN SECRETO, SIN HACERSE VER.”

La actitud de Jesús se ve perfectamente cuál era al no ir con sus “hermanos. Era el no ir en caravana. Esta estaba compuesta de galileos entusiasmados con su Profeta, al que habían querido ya proclamarle “rey” (Jn 6:15), y seguramente en aquel propósito estaba el llevarle para ello a Jerusalén, para proclamarle allí, en el templo, Rey-Mesías. Todo lo cual era entrar ostentosamente en Jerusalén con aquel Profeta-Mesías, lo que era desatar más aún la hostilidad de los dirigentes, “porque los judíos intentaban matarlo” y, en lo humano, precipitar los acontecimientos, lo que sería adelantar la “hora” de su pasión y muerte; lo que El debía evitar. Y precisamente por esto andaba entonces por Galilea y no quería andar por Judea, pues ya lo buscaban para matarle.

4.    TAL ERA LA EXPECTACIÓN QUE POR EL ALLÍ HABÍA, QUE LOS JUDÍOS LE BUSCABAN EN LAS FIESTAS.

Al ver que no había llegado con las caravanas galileas, había cuchicheo para saber si había venido, y discusión sobre El: para unos era “bueno,” para otros “seducía a las turbas”; es decir, pensaban que daba una interpretación errónea, antitradicional e impropia de la Escritura (Jn 7:47-53).

Por eso, si El va a Jerusalén, fue después que ellos y las caravanas festivas habían subido, “él subió, pero en secreto, sin hacerse ver”. Evitó la entrada espectacular y triunfal; o fue solo, o se unió a algún pequeño grupo ya en ruta, con el que pudiese pasar inadvertido en su llegada a Jerusalén. Lo que no excluye el que haya sido ya acompañado por sus discípulos.

5.    JESÚS SUBIÓ AL TEMPLO Y COMENZÓ A ENSEÑAR

En cambio, eliminada esta entrada suya con las caravanas, se explica el que aparezca luego enseñando en el templo, en las solemnidades de estos días. Con sus partidarios en la ciudad, y temerosos de una revuelta, con las posibles repercusiones políticas de Roma, no se atreven allí a prenderle. Que era lo que se proponían, cuidadosamente, evitar en el acuerdo que tomaron definitivamente los dirigentes los días antes de la pasión: “No sea durante la fiesta, no vaya a alborotarse el pueblo” (Mt 26:5 par.). No obstante esto, en alguna coyuntura que les pareció propicia, enviaron a los ministros para que le precediesen; pero éstos, impresionados por su manera y autoridad de hablar, no se atrevieron a prenderle (Jn 7:45). Esto era lo que hacía cuchichear acerca de El, en un principio, por temor a los dirigentes judíos.

San Juan, recoge aquí una serie de temas de los que no se dice cuándo tuvieron lugar, aunque sí lo fueron ante grupos y momentos distintos. Abiertamente va a hacer, ante un grupo de gentes, en el templo, una afirmación de lo más trascendente sobre la naturaleza de su mesianismo: la divinidad del mismo.

6.    NO ES ÉSTE AQUÉL A QUIEN QUERÍAN MATAR

En contraposición a los grupos “judíos”, a los que antes se refirió, y ante los que Jesús habló en el templo, San Juan presenta ahora a “algunos de Jerusalén.” La escena no se realiza ante Jesús. Jesús habla en el templo, y un grupo de gentes de Jerusalén, apartadas de El, lo oyen hablar, y cuchichean (Hablar en voz baja o al oído, para que los demás no se enteren): entre ellas sobre Jesús. Están al corriente de cómo lo quieren “matar.” Sea porque la noticia había trascendido, sea porque recogen la acusación que Jesús hizo de cómo quieren matarlo.

Lo que les extraña es cómo, si quieren matarlo, permiten que hable así tan claramente en el templo. No piensan en la maldad de los “dirigentes” ni en su acuerdo definitivo para eliminar al Jesús. Hasta creen, ingenuamente, en la posibilidad de que los dirigentes, pensando mejor las cosas, hayan venido a convencerse de que Jesús fuese en verdad el Mesías.

7.    PERO NOSOTROS SABEMOS DE DÓNDE ES ÉSTE

Pero contra esta suposición se les presenta una objeción que era una creencia popular.

De Jesús “sabemos de dónde viene.” Jesús pasaba ante el vulgar, ignorante de la concepción virginal, como hijo de José y María y como un Galileo originario de Nazaret (Mt 10:47; 21:10.11,).

En cambio, ellos estaban imbuidos en la creencia popular según la cual el Mesías estaría oculto antes de su aparición, y así nadie sabría de dónde vendría. Sea que este rumor se hubiese extendido por Jerusalén, sea que este grupo estuviese en el templo, San Juan introduce en la escena siguiente la respuesta de Jesús a este tipo de objeción. Parece que son aquí dos temas yuxtapuestos.

Jesús responde a esto; “enseñando en el templo, Jesús concede que ellos saben de dónde es, “Pero nosotros sabemos de dónde es éste”; en el sentido de que es, por su nacimiento, de la tierra; pero va a contraponerles a esto su ignorancia sobre su alto origen:

8.    ¿ASÍ QUE USTEDES ME CONOCEN Y SABEN DE DÓNDE SOY?

Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, Yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió".

En este pasaje, esta “procedencia” de Jesús, ¿a qué se refiere? ¿Es sólo el hecho de ser “enviado” como Mesías o expresa la divinidad del mismo con relación a su encarnación?

El es un “enviado.” Es el Mesías “enviado.” Pero los judíos no conocen al que le envía, al Padre, “el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen”. Su ignorancia del origen verdadero de Jesús proviene de su ignorancia culpable con relación a Dios, que lo envió. En cambio, Jesús es el único que sabe que El es enviado, porque le conoce y porque procede de El. “Yo sí lo conozco, porque vengo de él”. Sin embargo, esto, en el contexto del evangelio de san Juan, y además en este mismo contexto, rebasa la simple enseñanza de presentarlo sólo como Mesías, para hacer ver en ello la divinidad.

9.    EL QUE ME ENVIÓ DICE LA VERDAD, Y USTEDES NO LO CONOCEN.

Ya, en primer lugar, si dice que El es enviado, por lo que ellos no lo conocen, intenta con ello decir o elevar el pensamiento a un ámbito superior sobre su origen, pues todos sabían que el Mesías procedía de la “casa de David.” Esta elevación de su origen sobre la “casa de David” ya la plantea El a los fariseos, como relatan los tres evangelios Y, aunque en absoluto pudieran pensar que no fuese el Mesías, por conocer a sus “padres” y considerarlo originario de Nazaret y Galilea, aquí la respuesta de Jesús rebasa este posible erróneo enfoque.

Por tanto, si tiene un origen superior a la simple procedencia de la “casa de David”,” este origen resulta que es trascendente, puesto que ellos no lo conocen — no pueden conocerlo —, sino sólo El. Porque sólo El “conoce” al Padre y procede de El. Luego esta “procedencia” afecta al origen del mismo. Y, por ello, su origen es trascendente.

10.                      ENTONCES QUISIERON DETENERLO

Y así, precisamente, lo entendieron los oyentes; pues, al oír esto, buscaban prenderle, “Entonces quisieron detenerlo”. Lo que está, sin duda, en el mismo plano de equivalencia a la actitud de los judíos cuando, al oírle conceptos semejantes, “tomaron piedras para arrojárselas” como a un blasfemo, porque se “hacía Dios” (Jn 5:18; 10:31-33; 8:59). Se trata, pues, de la divinidad de Jesús.

El comentario mejor a esta expresión, aparte de toda la doctrina que se está enseñando a través de todo el evangelio de san Juan, es lo que El mismo dice en el cenáculo, lo que permite valorarlo mejor:

“Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre” (Jn 16:28). Y a continuación ruega al Padre que le glorifique junto a El: “Ahora, Padre, dame junto a ti la misma Gloria que tenía a tu lado antes que comenzara el mundo” (Jn 17:5).

En este ambiente evangélico de san Juan, esta expresión se refiere manifiestamente a la divinidad de Jesús.

11.                      PERO NADIE PUSO LAS MANOS SOBRE ÉL, PORQUE TODAVÍA NO HABÍA LLEGADO SU HORA.”

Pero, como hay correlación entre “salir-venir” y “retornar-ir” de nuevo al Padre, tan frecuentemente, en el capítulo 16 de san Juan, también ha de haberlo entre la expresión “vengo,” del capítulo 7 y su “iré” al Padre del mismo capítulo. A este “vengo” del Padre ha de corresponderle este “retorno” al Padre (Jn 6:62). Y si se trata de un retorno, no se puede referir a la “eterna generación” en sí misma, en la que no hay “retorno,” sino a la divinidad encarnada.

Ante una declaración tan sustancial, los oyentes judíos, no allí mismo, seguramente, sino en maquinaciones posteriores y repetidas, como lo indica la forma imperfecta usada, “Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.” la hora señalada por el Padre para subir a la cruz.

Jesús, es verdaderamente enviado del Padre. Es enviado para la salvación del mundo. Ahora, nosotros somos los enviados por Jesús, a fin de colaborar en esta misión salvadora. Esta tarea, nos es porque tengamos meritos, cualidades especiales o algún determinado talento, sino por la virtud que EL nos envía. Entonces hagamos esta tarea con la seguridad y la confianza que es una misión que es acompañada con fuerzas por Jesús, el nos ayudará y pondrá las palabras necesarias, “El Espíritu Santo le enseñara en ese momento que decir” (Lc 12, 11-12). Jesús siempre hablo abiertamente, con sinceridad y honestidad absoluta, en otras palabras con firmeza, pero por sobre todo sin sentir vergüenza, habiendo aprendido esto de El, hagámoslo ahora nosotros.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds



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