En este fragmento del evangelio, Jesús continúa su discurso de despedida, pero ahora, a las palabras de tristeza por la despedida, añade ahora palabras de consuelo y optimismo, al saber lo que significa su ausencia de ellos, que va a ser ventaja y misteriosa presencia en los mismos.
Se notan tres grupos de ideas, el significado de la ausencia de Jesús, el conocimiento recíproco del Padre y del Hijo, y manifestación de los mismos diversos frutos de la fe en Jesús ausente.
Jesús les levanta, ante su partida, el optimismo: que no haya inquietud y turbación. Y entonces Jesús dice: “Crean en Dios y crean también en mi”. Puesto que ya creen en Dios, que crean también en El; que esa fe en El se mantenga y aumente en su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de cruz; que crean en El como en el Hijo de Dios, tema del evangelio de san Juan.
Con esa fe vendrán a saber lo que es optimismo. Por otra parte, el mandato simultáneo de la creencia en Dios y en Jesús, bajo igual condición, implica la divinidad de Jesús.
2.EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS HABITACIONES
Asentado este tema, les hace ver que su partida, que va a ser por la muerte de cruz, no es una catástrofe. El se va a la casa de su Padre, el cielo, donde hay muchas moradas. Jesús dice En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones Desde San Ireneo se quiso ver en estas muchas moradas los diversos grados de gloria. Pero no es esto lo que dice el texto. La enseñanza no es que el cielo sea para unos pocos; tiene una inmensa capacidad; allí caben todos. La imagen probablemente tiene por base el plano del templo, con sus múltiples habitaciones y compartimentos, y al que, Jesús un día llamó también la casa de mi Padre (Jn 2:16). Precisamente El va al cielo como Hijo a la casa de su Padre.
Dice Jesús: ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Esto les hace ver ya la solicitud por ellos, pues va a prepararles el lugar. San Agustín pensaba que esto lo hacía preparando aquí a los futuros moradores. Pero esta interpretación modifica sustancialmente la metáfora. La razón de esta preparación es que nadie podía ingresar en el cielo hasta que lo hiciese la humanidad de Jesús resucitado, ya que él es la primicia de toda la humanidad.
3.VOLVERÉ OTRA VEZ PARA LLEVARLOS CONMIGO
Pero Jesús no sólo va a prepararles el lugar, aunque directamente se dirige a ellos, la doctrina es universal, sino que, después de dejar preparado el cielo a los hombres con su ingreso en el mismo, anuncia su retorno para venir a llevarlos con El a su morada. Es así como Jesús dice: Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, Es lo que pedía al Padre en su oración sacerdotal ¿A qué momento se refiere esta venida? Se ha propuesto al momento de la muerte, a la parusía, o, sin precisar el momento, se afirmaría sólo el hecho.
No parece referirse al momento de la muerte. Es un tema no relatado con esta exclusiva y específica precisión en los evangelios. Generalmente se admite la parusía (1 Jn 2:28). Es el tema frecuente y esperanzado de la primera generación cristiana. Son muchas las alusiones que a ello hacen los escritos neotestamentarios. Especialmente San Pablo habla de la parusía de Jesús, en la que los justos salen al encuentro del Señor, que viene a buscarles, y así estaremos siempre en el Señor. Consolados con estas palabras (1 Tes 4:17.18).
Como Jesús, para consolar en su partida a sus apóstoles, les dice adonde va, por contigüidad lógica, les dice cuál es el camino para ir a donde El se dirige. Los apóstoles aparecen con una gran ignorancia, no comprendiendo, como en otras ocasiones, las enseñanzas de Jesús. Anunciándoles que va al Padre, al cielo, debían comprender lo que ya les había dicho, en otras formas, tantas veces. Casi están tan ciegos como los judíos (cf. Jn 7:35ss; 8:22).
4.YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA-
Pero Tomás, en nombre de todos, dice que ignoran el camino. San Juan gusta recoger las escenas dialogadas. Y Jesús le hace una gran declaración: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.Verdad y vida no tanto en cuanto El las tiene en sí mismo (San Juan 1:4), sino en el sentido que tienen en el evangelio otras frases sapienciales semejantes: en cuanto El comunica la verdad y la vida (San Juan 6:48-58; 8:12; 11:23ss).
Verdad y vida aparecen como dos expresiones sapienciales correlativas. Ya en el Antiguo Testamento la sabiduría es la que conducía por y a las vías de la vida. Jesús aquí se identifica con la sabiduría, que en algunos pasajes del Antiguo Testamento parecen revestir, preparar, la trascendencia divina de la misma. Jesús, es la Verdad; en medio de tanta mentira y falsedad. Para nosotros es una gran paz saber que esta verdad no cambia. Jesús es la vida, el es el centro de nuestros corazones, de todos los que desean vivir la bondad y el amor.
Jesús, es el camino en cuanto revela al Padre, nos da a conocer el camino que nos conduce a Padre; El mismo es el único acceso al Padre. Jesús es el camino, porque el nos mereció la gracia que nos hace hijos de Dios y herederos del cielo y de El. Todo esto con su ejemplo que nos enseña el camino que hemos de seguir para llegar al cielo.
5.NADIE VA AL PADRE, SINO POR MÍ
Dice el Señor Jesús: “Nadie va al Padre, sino por mí”. Es camino para el Padre, porque nadie puede venir al Padre sino por mí, es decir, recibiendo su mensaje, que en San Juan es fe y obras (San Juan 3:21, etc.). Y en cuanto se depende vitalmente de El, como el sarmiento de la vid (San Juan 15:1ss).
Jesucristo es Dios, una misma cosa con el Padre. Conocer a Jesucristo, es conocer a Dios, amar a Jesucristo es amar a Dios, servir a Jesucristo es servir a Dios.
Dice Jesús: "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Es decir nos promete para el futuro que sabremos de un conocimiento especial del Padre. ¿Es para cuando estén en las moradas que va a prepararles? Pero “Ya desde ahora lo conocen”,es decir, desde el tiempo en que Él, durante su ministerio público, les hizo la gran revelación de Dios Padre, que envió a los seres humanos a su Hijo verdadero. Por eso, al conocer al Hijo, se conoce al Padre, en el sentido de que lo engendra, comunicándole su misma naturaleza divina, lo mismo que por comunicarle las obras que hace.
6.“SEÑOR, MUÉSTRANOS AL PADRE Y ESO NOS BASTA”
La insistencia de Jesús en tratar el tema del Padre, ha suscitado en algunos de ellos el deseo de un conocimiento más profundo y mas experimental, es así como Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta” La pregunta de Felipe que pide les muestre al Padre, pensando que Jesús, que hizo tantos milagros, se lo manifestase ahora con una maravillosa teofanía, al estilo de lo que se pensaba de Moisés o Isaías, que habían visto a Dios, hace ver, una vez más, la rudeza e incomprensión de los apóstoles hasta la gran iluminación de Pentecostés.
De ese conocer al Padre y al Hijo se sigue que también han de saber que están el uno en el otro. ¿Cómo? Podría pensarse que por la unión vital e inmanencia del uno en el otro, por razón de la persona divina de Jesús; Pero seguramente se refiere al Verbo encarnado, como San Juan lo considera en el evangelio. Y así el Padre está presente en El, aparte de otras presencias, por las obras que le da a hacer. Dice en un texto, que es la mejor interpretación de éste: “Si no me creéis a mí, creed a las obras (milagros), para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mi y Yo en el Padre”. (San Juan 10:38; cf. San Juan 14:20). El Padre está por la comunicación que le hace, y El está en el Padre por la dependencia que su humanidad tiene de El para realizar los milagros y el mensaje.
Por último, para la garantía de esta mutua presencia y de la verdad de que quien lo ve a El ve al Padre, remite a las obras que el Padre hace en El.
7.LES ASEGURO QUE EL QUE CREE EN MÍ HARÁ TAMBIÉN LAS OBRAS QUE YO HAGO
Luego Jesús nos hace una promesa, dice: Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre La primera promesa que nos hace es que no sólo harán las obras que Yo hago sino que aún las hará mayores. Y la razón es porque El va al Padre.
La palabra obras, a las que Jesús se remite, es la garantía de su verdad. Ya el anuncio que Jesús hace a los suyos es de optimismo: su ausencia no los dejará en el fracaso, porque harán aún obras mayores que las que El hizo. ¿Qué obras son éstas?
8.LAS OBRAS QUE EL PADRE ME DIO A HACER,
Cristo dice en otro pasaje: Las obras que el Padre me dio a hacer, esas obran dan testimonio en favor mío de que el Padre me ha enviado (San Juan 5:36). Es toda su obra mesiánica: su actividad, su enseñanza de las cuales los milagros son signos.
En esta misma línea mesiánica están estas obras que les promete hacer. Son la obra mayor de la expansión mesiánica, que Jesús tenía circunscrita a Palestina y que ellos llevarán hasta los confines de la tierra (Act. 1:8). Harán las obras que El hizo, enseñar el mensaje y confirmarlo con milagros, y las harán mayores, por la extensión de ese mensaje y milagros por todo el mundo.
Es la interpretación que ya daba San Agustín: Con la predicación de los discípulos creyeron no unos pocos, como eran ellos, sino pueblos enteros. Y éstas son, sin duda, obras mayores. Y esta obra que van a hacer se debe a que El va al Padre. Es El quien, por ellos, va a realizar y confirmar su obra de expansión mesiánica.
9.Y YO HARÉ TODO LO QUE USTEDES PIDAN EN MI NOMBRE
Mas adelante en este mismo capitulo del Evangelio, dijo Jesús: “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Siempre es Jesucristo continuando su obra, a través de sus apóstoles, para cumplir su misión: glorificar al Padre.
Jesús, conoce quenuestro corazón se muestra a menudo inquieto por todo el mal que hay en el mundo y por nuestras mismas debilidades, por las traiciones y negaciones de las que nos consideramos capaces. Y ya que nos ha dicho que si pedimos en su nombre, El hará, le pedimos que aumente nuestra fe en El y en el Padre que nos has revelado. El es el camino y pedimos seguirlo, El es la verdad y deseamos conocerlo, El es la vida y deseamos vivir en El y ver al Padre y glorificar su santo nombre ante todos los hombres.
Jesús al prometernos: “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre”, fue una forma de quedarse con nosotros, y que sintiéramos su presencia, ya que rezar, es ponerse en contacto íntimo con Jesús. Nada se resiste a la fuerza de la oración, pero hay que hacerla como El nos dijo, en su nombre, es decir en su espíritu, en sus meritos y sus promesas, y aceptando su voluntad.
“Jesús, es el buen pastor que da la vida por sus ovejas
Jn 10, 11-18
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.JESÚS ES LA PUERTA DEL REDIL
La comparación del Buen Pastor es muy querida para los antiguos profetas, muchos de ellos vivían en el ambiente pastoril, como también es muy amada por los pastores de la Iglesia de hoy, que se emocionan cuando predican sobre este tema del evangelio, seguramente muchos hemos podido comprobar esto en las homilías de ayer IV domingo de Pascua.
En San Juan 10,1-10, Jesús es la Puerta del redil, en una parábola que es una alegoría, en una vida pastoril, Puerta para ir, en la hora mesiánica, al pueblo, y el único Pastor al que han de seguir todos, como rebaño, para salvarse. Jesús comienza identificándose, alegóricamente, con la puerta del redil. Este es IsraelEl es la puerta de las ovejas. Pero el contexto exige que se refiera no a las ovejas, Israel, que entren o salgan por él, sino a los pastores que se acercan o quieren regir, religiosamente, a Israel y que boicotean el ingreso del pueblo en la fe de Jesús Mesías — en el redil cristiano de Israel — Mientras que el ladrón del rebaño (los fariseos), no entra por la puerta del redil, porque entra clandestinamente para perjudicar, así aquí, en cambio, siendo El la puerta, el que entra en el rebaño de Israel por medio de Jesús, que es con su fe y autoridad, ése será salvo, irá y vendrá, y encontrará pasto,el buen pasto espiritual, para su rebaño.
2.JESÚS, ES EL BUEN PASTOR QUE DA SU VIDA POR SUS OVEJAS.
En segunda parte, el Evangelio de hoy, Jesús presenta, alegorizando la parábola base, el anunciarse El como el Buen Pastor. El se presenta como el Pastor, el bueno. Con ello quiere decir que en El se encuentran las condiciones eminentes de un pastor; es decir, de un pastor espiritual digno de este nombre.
Jesús, es el buen pastor que da su vida por sus ovejas. Si en absoluta exigencia moral no se exigiese tanto, con ello se expresa la solicitud del Buen Pastor, Jesús, apuntándose con ello elementos alegóricos. Acaso esté inspirado en lo que David, tipo del Mesías, cuenta de sí mismo cuando era pastor: que perseguía al león o al oso que le había robado una oveja, hasta quitársela de sus fauces (1 Sam 17:34-36; cf. Ez 34:23; Is 31:4).
3.EL ASALARIADO, EN CAMBIO, QUE NO ES EL PASTOR.
Pero frente al buen pastor está el pastor asalariado, que no puede tener, naturalmente, esta estima por el rebaño. Y así, al ver venir al lobo, que es el enemigo tradicional de las ovejas, (Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos, san Lucas 10,3), abandona el rebaño, poniéndose a salvo, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Leyendo a san Agustín, me doy cuenta que pensaba que en el pastor asalariado se representaba a los fariseos, y en el lobo las arrebata y las dispersa, las ovejas, se significaba al diablo. Tratándose fundamentalmente de una parábola alegorizante, se ve ya que no todos los elementos exigen una interpretación alegórica. Aunque en el Νuevo Testamento, se usa la imagen de lobos rapaces para indicar las infiltraciones heréticas (Hech 20:28ss), aquí parece ser un elemento más para la descripción del tipo, como no pasan, probablemente, de serlo los osos y los leones que David mataba (1 Sam 17:34-36). No lo es, en cambio, el ver en la pintura del pastor asalariado, no un simple recurso literario,sino una alusión intencionada a los malos pastores de entonces en Israel, los fariseos, ya que instintivamente se piensa en ellos por la estructura del pasaje.
4.YO SOY EL BUEN PASTOR: CONOZCO A MIS OVEJAS, Y MIS OVEJAS ME CONOCEN A MÍ
Frente a estos malos pastores, que huyen ante los peligros de su rebaño, Jesús es para su rebaño de Israel el buen pastor, que de tal manera lo vigila y apacienta, que hasta llega a dar su vida en provecho de sus ovejas. Lo que aquí dice, sapiencialmente, como condición de todo buen pastor, con el que se identifica, como los indica en este evangelio. Es la enseñanza y profecía de la muerte redentora de Jesús.
Dice Jesús; Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí. También Jesús, nos enseña un segundo aspecto de su obra de buen pastor, es el conocimiento que El tiene de sus ovejas, lo mismo que el que ellas tienen de El. Y esto en su doble aspecto, es decirlas ovejas de Israel ylas de los gentiles.
5.PADRE ME CONOCE A MÍ Y YO CONOZCO AL PADRE
Luego Jesús agrega: -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- Entre Jesús y sus ovejas hay un conocimiento recíproco. Pero el conocimiento universal y sobrenatural de Jesús a las ovejas de su rebaño está muy acusado. No es por alguna señal externa, sino por algo más íntimo, más profundo y auténtico, basado en una semejanza de como el Padre y el Hijo se conocen, que no es solamente por un conocimiento intelectual, sino por un conocimiento a la vez intelectual y amoroso.
No se trata aquí de las relaciones metafísicas del Padre y el Verbo, sino de las relaciones mutuas del Padre y el Hijo encarnado — conocimiento y amor recíproco de ambos (Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo,san Mateo 11:27) —, que es el tema del evangelio de San Juan, y cómo podrá el Hijo dar su vida por las ovejas. San Juan dice en otro pasaje, suponiendo este conocimiento amoroso: Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.1 San Juan 4, 7.8;). Calcado este conocimiento y amor en el conocimiento amoroso del Padre y del Hijo encarnado, se sigue que, en sus ovejas, este conocimiento es sobrenatural, y este amor es de caridad. Estas ovejas aman a Jesús como al Hijo de Dios encarnado.
6.LA TERNURA CON QUE JESÚS CONOCE Y AMA
Si en el fondo de todo este conocimiento amoroso hay una predestinación (San Juan 6:44.65), lo que resalta inmediatamente es la ternura con que Jesús conoce y ama. Y son las ovejas que conocen su voz (v.3c), y El va delante de ellas en su vida y las llama por su nombre. Así llamó a sus apóstoles e incluso materialmente a Pedro, cambiándole el nombre y preguntándole un día por su amor, Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? San Juan 21:15), lo mismo que llamó por su nombre a María Magdalena (San Juan 20:16).
Pero, diciendo aquí que conoce a sus ovejas, y que éstas, y no habla de otras, le conocen, al modo amoroso que indica, hace ver que se refiere a sus discípulos. Es ya un conocimiento amoroso actual. Por tanto, saben quién es El — el Hijo de Dios — ; y así le aman. Y amándole como a tal, le siguen: son sus discípulos.
7.UN SOLO REBAÑO Y UN SOLO PASTOR
Dice Jesús: Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Un aspecto de gran importancia, de este Buen Pastor, es que tiene que extender su solicitud a la universalidad del rebaño,Por eso lo proclama con el ansia del verdadero Buen Pastor. Las otras ovejas, contrapuestas a las que ya tiene en el redil del cristiano Israel, el redil que estaba bajo la conducción del Pastor divino, son los gentiles.
Dice Jesús: El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre. Para esta obra, Jesús tiene un mandato del Padre. Jesús en toda su obra no hace más que obedecer el plan del Padre. El mismo dirá, valorando este mandato recibido: Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor, san Juan 15,10.Es la doctrina que el Νuevo Testamento enseña sobre Jesús: su obediencia a los mandatos del Padre. Y así, por esta obediencia y sumisión total a los planes del Padre, por todo esto, Jesús está siendo también siempre amado por el Padre (San Juan 5:20).
8.LA IGLESIA ES EL REBAÑO A QUE SE REFIERE JESÚS
Muriendo por todos, pero en el sentido de ser necesario, como es tan frecuente en San Juan, por ser los planes de Dios, que a todos los tenga en su rebaño; que oigan, eficazmente, su voz,que le conozcan amorosamente, como las ovejas cristianas del otro redil, a fin de que El las conduzca como rebaño único, que El guía a la vida eterna, que abundantemente les da. Y así no habrá más que un Pastor, el único, el Buen Pastor, que conduce al cielo, a la vida, a un único rebaño, compuesto de los fieles de Israel y de todo el mundo. Es a un tiempo la enseñanza de la vocación universal de las gentes y la profecía de su incorporación al rebaño de Jesús. Es el tema que Juan se complace en destacar.
La Iglesia es el rebaño a que se refiere Jesús, nosotros podemos pensar en verdad que somos las ovejas del rebaño de Jesús, el Buen Pastor, por tanto, podemos tener confianza y esperanza, estas, fundadas en la palabras y promesas del Buen Jesús, el nos cuida y nos cuidará, nos dará en las verdes praderas, buenos pastos espirituales, nos defenderá de nuestro enemigos, nos ayudará en nuestros cansancios y nos permitirá descansar junto a El.
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
JESÚS, SIN EMBARGO, SE PRESENTA COMO EL PASTOR DE LOS PASTOS ETERNOS
Jesús se presenta como el buen pastor, pero hoy son pocos los que desean asumir el papel de “oveja”, y menos aún el de oveja dócil. Menos todavía pertenecer a un rebaño. Existe en nuestros días una alergia innata a formar parte de un rebaño conducido por otros. ¿Se deberá al sentido de la dignidad personal? ¿Será la conciencia de los derechos de la persona? ¿Será la cultura democrática la que nos impide aceptar de buen grado esta imagen -pastoral, es cierto, aunque también paternalista-? Una imagen contaminada además por recuerdos o por relatos de abusos por parte de pastores que han “esquilado” al rebaño, en vez de apacentarlo con benevolencia y discreción, por el recuerdo de no lejanos guías políticos que engañaron a las masas con discursos fascinantes y trágicos.
Jesús, sin embargo, se presenta como el pastor de los pastos eternos que conoce senderos que ningún otro conoce, que muestra de un modo bastante eficaz que es un pastor diferente, que no se limita a decir, sino que “llega a entregar su vida” para avalar su petición de convertirse en guía verdadero y bueno hacia las metas definitivas. No hay por su parte ninguna pretensión de dominio, ninguna petición de sometimiento, ninguna condición de renuncia a nuestra propia dignidad. Sólo pide que nos fiemos de él, que nos confiemos a él, para llegar a la meta. Está tan desprendido de todo poder, tan entregado a su acción de guía manso y seguro, que da su propia vida por las ovejas. Por mí, de un modo particular y eficaz desde ahora, en la medida en que deseo ser guiado por él hacia la vida eterna.
También yo me encuentro, Señor, no pocas veces, entre los que no desean ser guiados demasiado por ti. Sin embargo, es entonces cuando me dejo guiar por este mundo. Queriendo huir de tu rebaño, me agrego al rebaño que camina sin meta y sin esperanza. O bien, sin preocuparme por lo que pasará mañana, prefiriendo vivir mi jornada con mis opiniones, que son después las de la mayoría que vagan por senderos que no llevan a ninguna parte. Veo que estoy terriblemente condicionado por el pensamiento de mi ambiente, que me resulta dificil salir del rebaño de quien vive su propia vida tranquilamente.
Te pido, Señor, que me ilumines para que pueda comprender que tú eres la luz, el guía, el camino. E ilumíname también para que comprenda que entrar en tu rebaño no supone conducir mi cerebro al montón, sino ponerlo en los senderos de la vida, unos senderos que sólo tú conoces, porque has bajado del cielo para indicarnos el camino que lleva al cielo. Especialmente en los días serenos, cuando las luces de este mundo brillan y nos atraen, ilumina mi corazón para que no me pierda, sino que te sienta como pastor dulce y guía digno de confianza
En mucha ocasiones, Jesús les había dicho a los judíos que El era Hijo de Dios, se lo había manifestado de diversas formas, lo había probado con sus milagros a la vista de ellos, les había demostrado como las profecías del Antiguo Testamento se cumplían en El. Sin embargo los judíos se resistían en creerle, no aceptaban sus palabras, pero no podían contradecirlo. Entonces, van donde Jesús, a presionarlo, para forzarle una respuesta, la pregunta de los judíos es: Si eres el Mesías, dilo abiertamente.
San Juan comienza diciendo que: Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. El relato que trae San Juan a continuación responde a un tiempo donde va a tener lugar la fiesta de la Dedicación o de las Encenias. Investigado sobre esta fiesta, encontramos que se celebraba en el mes de Kasleu, que es noviembre-diciembre. La escena ocurre en Jerusalén. Esta fiesta tenía por objeto conmemorar anualmente la purificación del templo por Judas Macabeo, en el año 148 de los Seléucidas, que corresponde al 165 a.C., después de la gran profanación que de él había hecho Antíoco IV Epífanes - 1 Mac 4:36-59; 2 Mac 1:2-19; 10:1-8 -.
Comenzaba esta festividad el día 25 del mes de Kasleu, La fiesta duraba ocho días - 2 Mac 10:6 -. Tenía un ceremonial calcado en el de la fiesta de los Tabernáculos -2 Mac 1:9; 10:6 -. Más tarde vino a caracterizarse por las luminarias -2 Mac 1:19-22 -, tanto que se la llamó, por antonomasia, la fiesta de las Luminarias. Pero no tanto por las luminarias cuanto por la luz de la libertad, según Josefo, historiador judío.
Para la fiesta de la Dedicación no era obligatoria la peregrinación a Jerusalén, como en las otras tres grandes fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos.
La escena tiene lugar cuando Jesús se paseaba en el templo, por el llamado Pórtico de Salomón. Así se llamaba a una sección del pórtico oriental. Estaba situado este pórtico en la parte exterior oriental del templo y dominaba un profundo valle, el Cedrón; sus muros medían 400 codos - sobre 200 metros -, y estaba construido con blanquísimas piedras de sillería, cada una de las cuales medía 20 codos de largo -sobre 10 metros - y seis de alto -unos tres metros; era la obra del rey Salomón, y el pórtico más antiguo de los conservados.
El Evangelio dice que era invierno, probablemente, al referir que se estaba en invierno y que se paseaba Jesús por este pórtico, es que sería lugar acogedor en esta estación del año. Es además una indicación que hace San Juan para los lectores de la gentilidad, para precisarles la época de esta fiesta.
San Juan dice; Los judíos lo rodearon y le preguntaron. En este escenario, un día de la fiesta de la Dedicación, los judíos, que son indudablemente, por su argumentación, los fariseos, lo rodean, lo estrechan así en un círculo para forzarle a una respuesta. ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso ?; como tratando de decir hasta cuando tendrás levantada nuestra alma, o hasta cuándo nos va a tener en incertidumbre sobre algo que nos interesa grandemente. Por eso concluyen: Si eres el Mesías, dilo abiertamente es decir claramente y con plena libertad.
Jesús les respondió: Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. La respuesta de Jesús es que ya se lo dijo repetidas veces, no tomando la misma palabra de Mesías, pero sí con las obras, que, hechas en nombre de mi Padre, dan, por lo mismo, testimonio de El. Pero, a pesar de todo, ellos no creen, así es como Jesús les dice; Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, Además Jesús les da una profunda razón, porque no son de mis ovejas. Al mismo tiempo, Jesús les va a hacer una declaración terminante de su divinidad. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa.
San Juan, nos presenta en este fragmento del Evangelio, algunos puntos doctrinales interesantes. En la fe en Jesús, y, por tanto, en sus obras, que son signos. Si inmediatamente hay causas diversas, es por malas disposiciones, temor de la luz - Jn 3:19-21 -, espíritu terreno - Jn 8:23 -, en el fondo de ello existe una predestinación, porque ya se dijo, a propósito de la incredulidad en Jesús, que nadie puede venir a mí si el Padre no le trae - Jn 6:44 -. Jesús se presenta con un conocimiento sobrenatural y universal de sus ovejas. Con un oficio de Pastor que llama a sus ovejas de modo real, aunque misterioso, porque aquéllas oyen su voz; con un poder vitalizador, pues les da la vida eterna, así es como dice: Yo les doy Vida eterna, entonces se presenta dotado de un poder trascendente, pues nadie puede arrebatar de su mano estas ovejas, por eso dice Jesús: nadie las arrebatará de mis manos.
Todo este rebaño espiritual es un don del Padre a El. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos. Es decir Dios es lo más grande, lo más precioso. Jesús dice me las ha dado, le ha dado la naturaleza divina, el poder divino, que el Padre le había comunicado, tanto para hacer milagros como para conducir las ovejas y darles la vida eterna. Las ovejas que oyen su voz y la garantía de que las ovejas que oyen su voz no perecerán, es porque nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. Porque es un don que le dio el Padre, el cual don es más precioso que todas las cosas. Nada es comparable a la vida eterna, que Jesús dispensa - Jn 17:1-4 -. El mismo lo dijo en otra ocasión en tono de pregunta: - ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma ? - Mt 16:26; Lc 9:25- .
Finalmente Jesús afirma: El Padre y yo somos una sola cosa. Entonces, de la misma manera que nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre, que aquí son las ovejas, así tampoco se las puede arrebatar de las suyas. Porque, en definitiva, Yo y el Padre somos una sola cosa. Directamente se expresa esta unidad entre el Padre y el Hijo en el poder. El Padre y el Verbo encarnado son una sola cosa. Pero lo son no sólo como un profeta, en el plan, conocimiento y actividad de Jesús para su obra salvadora. Sino también, por razón de la persona divina, tiene una unión ontológica divina con el Padre. Esta expresión encuentra su clarificación en la oración sacerdotal, en la que Jesús pide al Padre que le glorifique con la gloria que tuve cerca de ti antes de que el mundo existiese - Jn 17:5.24 -, lo mismo que en el prólogo, en el que se enseña abiertamente que el Verbo, que se va a encarnar, era Dios.
Jesús nos habla de su misma e idéntica naturaleza con el Padre, Hay una naturaleza divina, un solo Dios, naturaleza única en tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Las palabras de Jesús, prueban la consustancialidad con el Padre y por lo tanto, su divinidad.
San Agustín, escribe en el Libro I de la Confesiones: Dios es el más grande. Dios es el más íntimo. Dios es el más presente. Dios es el más trascendente. Hacia el debe orientarse el hombre. En el se debe vivir
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
NOSOTROS PERTENECEMOS A JESÚS PORQUE JESÚS PERTENECE AL PADRE.
Somos una sola cosa con Jesús porque Jesús es una sola cosa con el Padre. Creemos en las obras de Jesús porque Jesús realiza las obras del Padre. Jesús quiere establecer conmigo la misma relación que él tiene con el Padre. Por eso escucho su voz, que es eco de la voluntad del Padre. Por eso le sigo, porque él me conduce al Padre. Por eso me aferro a él, para no perecer nunca, porque sé que me conduce al Padre.
Las afirmaciones de Jesús son imponentes, en especial para un judío: dice que es uno con el Padre, con Dios, con el Altísimo, con el creador del cielo y de la tierra, con el ser que está por encima de todos los otros seres. Estas y otras afirmaciones, particularmente numerosas en el evangelio de Juan, sorprenden, aturden, dejan sin aliento, y así debió de ocurrirles a sus interlocutores.
También hoy le ocurre lo mismo a quien se queda perplejo frente a tamaña pretensión o presunción o luz deslumbrante. Pero Juan no atenúa nada, no hace descuentos; procede sobre la cresta de afirmaciones que dan vértigo, que requieren valor, pero que también permiten “no perecer para siempre”. Precisamente porque toman su luminosidad de la luz misma de Dios.
Ilumina, Señor, mi corazón, tardo para comprender; abre mi mente a la comprensión de tu Palabra, tan grande que en ocasiones me desconcierta. También a mí me viene en algunos momentos la tentación de decirte: “Te escucharé en otra ocasión”. En medio de la complejidad de nuestra sociedad, en medio de la presentación de tantas opiniones, incluso religiosas, frente al pulular de tantas divinidades, viejas o nuevas, desde la incertidumbre que en ocasiones hace presa en mí, puedo comprender el desconcierto e incluso el escepticismo de muchos de mis hermanos. Estos son “ovejas errantes sin pastor”, porque es posible que tu voz haya resonado alguna vez en sus oídos, pero ha sido arrollada por demasiadas voces, por demasiadas opiniones, por demasiados maestros de vida o de muerte.
Te suplico, Señor, por mí, que me acerco a tu Palabra: confírmala en mi corazón con la evidencia que sólo tu Espíritu puede darle. Te suplico también, Señor, por mis hermanos, inseguros, perdidos, confusos: háblales al corazón, hazte oír no como un maestro entre tantos, sino como el Maestro, porque tú eres “uno con el Padre”.
"Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas"
Jn 12, 44-50
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Nuevamente Jesús, nos da testimonio de que El no habla por sí, sino porque “el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar” así como también nos dice que: “El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió”, de este modo es como Jesús quiere tengamos una profunda conciencia que el responde al Padre, así es como no deja de repetirnos la intima y estrecha unión que El tiene con el Padre. Jesús quiere hacernos ver que el vino hacer la misión que el Padre le ha encomendado.
Jesús nos dice el que cree en mi, como también el que me ve, cree en el que le ha enviado, ya que El se presenta como Enviado del Padre (Jn 1:18; 13:20). De este modoademás, porque Jesús está en el Padre (Jn 10:38; 14:10; 17:21). Por eso, el que ve a Jesús ve en El al Padre (Jn 14:7.9), ya que, donde está el Hijo, está el Padre, que le comunica su divinidad y le envía al mundo. Ver a Jesús con fe es ver al Padre en el Hijo.
Dice Jesús Yo soy la luz, porquevino al mundo como luz para que se pueda ver la verdad y no perezca el que crea en El (Jn 1:4; 3:19; 8:12; 9:5; 12:34); es la luz que llena y da la vida moral. A Los hombres no nos gusta vivir en las tinieblas, entonces buscamos con desesperación la luz, porque vivir en las tinieblas es vivir en el error y no divisar ningún resplandor, entonces el buen Jesús ha venido al mundo para que todo el que crea en El no permanezca en las tinieblas. Como cristianos, queremos ser hijos y hermanos de la luz, caminar juntos y en la luz, recibir y dar la luz, es decir recibir con alegría la afirmación que nos hace Jesús para no permanecer en las tinieblas y aplicarla a nosotros mismos.
Dice Jesús: El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día. Entonces el nos expone cómo la palabra de El, en otras palabras el Evangelio, va a juzgar, y condenar al que no la reciba, pues hay que hacer la verdad, esto es,su verdad, (Jn 3:21). En el último día, escatología final, al que rechazó el mensaje de Jesús, su palabra, que es su verdad, la Buena Nueva será la que le juzgue y condene. La razón por que lo hará la palabra y no El, es porque no vino a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.En contraposición a lo que decían algunos judíos, que no veían en el Mesías más que un juez que, tomando al mundo tal como lo encontraba, sin hacerle intervenir en su salvación, lo juzgaba y condenaba, San Juan destaca en Jesús Mesías su misión salvadora.
Esta enseñanza judicial de la palabra no va contra otras enseñanzas en el evangelio de San Juan, en donde se dice que el que juzga es Jesús, puesto que el Padre le entregó a El todo el poder judicial sobre los seres humanos (Jn 5:22). Jesús no condena sin más, pues vino a salvar. Pero es verdadero Juez del mundo. Si aquí se destaca la condenación por hacerse el juicio ante la palabra, es porque se quiere destacar el valor de ésta y lo que ésta significa para Jesús. Entonces es lo que expone el evangelista en el último grupo de ideas. La razón última de todo esto es como Jesús nos dice;Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó. Así, El no condena por sí mismo, sino por la palabra y ante su código, que es la voluntad del Padre. De aquí le viene este gran poder a la palabra (Jn 7:17; 14:10).
Se destaca, por último, el valor del testimonio del Padre: El sabe, presciencia de Jesús,que su precepto,es decir la palabra, es vida eterna, como ya lo había dicho anteriormente en Jn 3:15.16.36; 5:24.40; 10:10.28. Así, este discurso de Jesús parece ser una síntesis de sus enseñanzas fundamentales. Este discurso es un programa esquemático, por qué se será condenado. Es la lucha entre la Luz y la ceguera voluntaria de los dirigentes de Israel.
Nosotros, desde muy pequeño hemos aprendido de donde venimos, y que somos de Dios, es decir venimos de Dios y vamos a Dios, en nuestro corazón de cristianos hemos atesorado esta verdad que nos ha hecho vivir con tranquilidad y paz, eso nos ha venido de la luz que nos ha traído Jesucristo, eso es obra del amor.
San Juan de la Cruz, nos ha enseñado que quien ha llegado a saborear la presencia de Dios en su interior y vive habitualmente en oración o atención amorosa, percibe en su vida los efectos de la obra que Dios va realizando en nosotros, porque muchas cosas suele Dios decir, enseñar y prometer, no para que entonces se entiendan ni se posean, sino, que cuando se consiga el efecto de ellas, porque es Dios el que va realizando la obra en el Alma.
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
En el evangelio de hoy encontramos palabras de confianza y palabras de temor. Palabras de vida y de muerte. Palabras de salvación y de condena. Es cierto que Jesús no ha venido “para juzgar el mundo”. Sin embargo, su Palabra y su misión realizan automáticamente un juicio y se convierten en el criterio último de verdad y de praxis.
Mi actitud con Jesús y con su Palabra lleva a cabo hoy el juicio, el presente y el futuro. En la persona de Cristo está la realidad definitiva. Y he de hacer frente, aquí y ahora a esta realidad, porque es lo definitivo lo que sopesa lo que pasa, es lo eterno lo que criba lo transitorio. Es hoy cuando decido mi destino eterno. Es hoy cuando debo compararme con Cristo, es hoy cuando debo configurarme con la Palabra. Es hoy cuando mi vida está suspendida entre la vida y la muerte, entre la luz y las tinieblas, entre el todo y la nada.
Importancia del momento presente. Importancia decisiva del instante que estoy viviendo. Valor eterno de este fugacísimo momento. Valor del hoy para mi destino eterno. Recuperación del sentido de la dramática ambivalencia del momento presente, tan vivo en muchos santos. ¿Hacia dónde estoy orientado hoy, en este momento, en lo hondo de mi corazón?
"Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía"
Jn 13, 16-20
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Antes de la fiesta de Pascua, Jesús lavó los pies a sus discípulos. Sólo San Juan relata esta escena. Y la introduce de una manera súbita. Dice que tiene lugar mientras cenaban. Como sabemos, Jesús, se quitó las vestiduras, esta palabra significa, en general, vestido, y preferentemente manto. Pero no deja de extrañar la forma plural del relato de san Juan. Luego toma una toalla de lino, lo suficientemente larga que permitía ceñirse con ella. Después echó agua en una jofaina, y comenzó a lavar los pies a los apóstoles, y a secárselos con el lienzo con que se había ceñido.
Esto que Jesús hace, lavar los pies, era algo misterioso, pues su profundo sentido sólo lo comprenderían después. Como del Señor no se registra una explicación precisa en el cenáculo, se refiere a la gran iluminación de Pentecostés, en que el Espíritu les llevaría hacia la verdad completa, y con esas luces relatan, varias veces, haber reconocido, comprendido hechos y enseñanzas de Jesús después de esta gran iluminación.
Aquello era un rito misterioso y ellos no necesitaban una purificación fundamental, pues todos estaban limpios. Juego de palabras que expresa a un tiempo la limpieza física y moral. Pero Jesús destaca ya la primera denuncia velada de Judas; éste no estaba puro.
Después que Jesús terminó su ronda de limpieza, más de almas que de pies, pues aquello era una enseñanza, dejó su aspecto de esclavo y, tomando sus vestidos, se reclinó entre ellos y comienza a instruirlos, haciéndoles ver que El ha realizado con ellos lo que ahora le va a enseñar en Palabra.
Jesús nos da dos sentencias, Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía, el hecho de asegurar, demuestra que Jesús expresa decisión y firmeza en lo que dice, después al final de este fragmento, Jesús dice: Les aseguro que el que reciba al que yo envíe me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió. Nuevamente Jesús nos muestra su firmeza en lo que afirma. La enseñanza es que, ante el anunciado fracaso humano de la traición, deben saber que no fracasan ni El ni ellos, pues no son más que una cadena de enviados para cumplir la obra del Padre.
Lo cual hace que quien los reciba a ellos en su misión de apóstoles de Jesús, a pesar del fracaso, recibe a Jesús y al Padre. La sentencia es probable que haya tenido otro contexto histórico, pero, en la situación literaria que aquí se la da, parece que éste sea el intento del evangelista.
Los apóstoles, son solo servidores y los enviados por Jesús al mundo, luego no podrán menos de someterse a todo lo que Jesús se sometió y hacer lo que Jesús hizo y como El lo hizo.
Jesús dice que es necesario que se cumpla la Escritura que dice: "El que comparte mi pan, se volvió contra mí. La denuncia velada que hizo de Judas antes, se amplifica ahora, con un valor apologético para los apóstoles: para la hora del gran escándalo de la pasión. Dice Jesús: yo conozco a los que he elegido El sabe a quiénes escogió y la secuencia a seguirse de aquella elección. Y se da la cita de la Escritura con una plasticidad impresionante: El que comparte mi pan, se volvió contra mí. Se suelen interpretar estas palabras de Ajitofel, traidor familiar de David (1 Sam 15:12). La analogía de situaciones puede establecer un sentido típico u otro de los muchos (sentidos) escriturarios con que argumentaban los judíos, sobre todo basado en la analogía de situaciones. La cita del salmo no sólo llega a hacer ver la traición hecha por uno que vivía en intimidad de la familia apostólica, lo que en Oriente se acusa por el comer juntos, sino que llega a evocarse el pasaje en su misma realidad material, pues Judas está a la mesa con Jesús y muy pronto recibirá de él un bocado.
El intento de este pasaje no está en demostrar tanto la presciencia de Jesús sobre la traición, lo que incluso Jesús podía saberlo naturalmente por el rumor popular y, más aún, por algunos de sus partidarios, , Nicodemo o José de Arimatea, cuanto hacer ver que la traición había de cumplirse, pues estaba profetizada para el Mesías en la Escritura. No que, por estar escrita en ella, ésta fuera la causa de su realización, sino que, porque iba a realizarse, anticipadamente había sido profetizada en la Escritura y su cumplimiento era infalible.
Por eso, con carácter apologético, les dice que Yo soy, para que, cuando suceda, sepan que El sabía adonde iba. La expresión que Yo soy puede significar que El es, a pesar de todo lo que sucede, el que les dijo, el Mesías. Pero, como ya se dijo en otros pasajes de San Juan, con esta frase tan cortada y en consonancia con otras expresiones proféticas, en las que se habla de Yahvé, se quiere evocar sobre Jesús su trascendencia divina. Así se lee: “Vosotros sois mis testigos, dice Yahvé., para que conozcáis y creáis en mí, y comprendáis que Yo soy” (Is 43:10, LXX). Probablemente, en la redacción al menos de San Juan, se quiera decir que El es el que les dijo: El Hijo de Dios.
Veladamente les va a hablar de lo que hizo, pues sólo lo podrán comprender después de Pentecostés.
Jesús les había dicho ya que Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Jesús es el Maestro y el Señor de todos. Así su lección es universal. También les había dicho a los apóstoles, Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes – Jn 13. 1-15
Lo que hizo Jesús fue darnos un ejemplo de humildad por caridad. Esto es lo que debemos practicar: la humildad por caridad. Es lo que nos dirá muy pronto como un precepto nuevo: “que os améis los unos a los otros”. Jesús ha de ser nuestro modelo, nuestro gran y perfecto ejemplo, a El debemos mirar, para que nuestra vida se parezca a la suya, esto es copiando sus sentimientos, y haciendo todo lo de El nuestro, para ir pareciéndose a El, y así, hacer efectivo el sueño de Dios en nosotros, que seamos hombre buenos como su hijo Jesús.
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
TAMBIÉN LOS FIELES DE JESÚS DEBEN REPETIR EL COMPORTAMIENTO DEL HIJO.
El Padre envía al Hijo, el Hijo envía a sus discípulos; y así como el Hijo repite el comportamiento del Padre, también los fieles de Jesús deben repetir el comportamiento del Hijo. Ahora bien, los discípulos saben que Jesús se ha comportado como un siervo que, reconociendo en cada hombre a su propio señor, se dedica a él, incluso en el más humilde de los servicios, según el significado simbólico del lavatorio de los pies. Pero como la ley del servicio es dura, pronto es removida y sustituida o suavizada o manipulada. Se habla así de servicio, se teoriza sobre él, pero nos mantenemos alejados del humilde servicio activo.
Por eso proclama Jesús bienaventurados no a los que hablan de servicio, sino a quienes lo practican. ¿Acaso le traicionó Judas por esto? ¿Pensaba acaso que aunque Jesús hablara de servicio, entendía de hecho el servicio del poder? ¿No se marcharía cuando vio que el servicio, para Jesús, era precisamente el de los auténticos siervos, una realidad dura y no una palabra para adornarse?
¿Y yo, cómo me sitúo ante el servicio? ¿Conozco la sonoridad y la popularidad de la Palabra más que su humilde y a menudo humillante realidad? ¿Medito en el servicio para hablar bien de él o para convencerme de que debo rebajarme a servir?
Sí, Señor mío, también yo pertenezco a la categoría de los siervos de nombre y de los servidos de hecho. Me gustaría ser considerado siervo tuyo, y algo menos ser considerado siervo de los otros. Porque si bien, teniendo todo en cuenta, ser considerado siervo tuyo es algo que gratifica, convertirse en siervo de los hombres no parece ni agradable ni honorable. Y por eso no he gustado aún la bienaventuranza del servicio: demasiadas palabras y pocos hechos; mucha teoría y poca práctica; mucha exaltación de los santos que han servido y poco compromiso con el servicio; muchas palabras hermosas para aquellos que me sirven y muy pocas ganas de pasar a su bando.
Señor misericordioso, abre mis ojos a las muchas ilusiones que cultivo sobre mi servicio; refuerza mis rodillas, que se niegan a plegarse para lavar los pies; da firmeza a mis manos, que se cansan de coger el jofaina con el agua sucia por el polvo pegado a los pies de los viajeros que llaman a mi puerta. He de confesarte, Señor, que soy muy, muy débil, que ando muy lejos de tu ejemplo de vida. Concédeme tu Espíritu para ahuyentar mis miedos y para vencer mis timideces.
Señor, ten piedad de mis hermosas palabras sobre el servicio. Señor, ten piedad de mis escasas obras. Señor, ten piedad de mi corazón, que no conoce todavía la bienaventuranza del servicio verdadero y humillante.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.”
Jn 14, 1-6
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
En este fragmento del evangelio, Jesús continúa su discurso de despedida, pero ahora, a las palabras de tristeza por la despedida, añade ahora palabras de consuelo y optimismo, al saber lo que significa su ausencia de ellos, que va a ser ventaja y misteriosa presencia en los mismos.
Se notan tres grupos de ideas, el significado de la ausencia de Jesús, el conocimiento recíproco del Padre y del Hijo, y manifestación de los mismos diversos frutos de la fe en Jesús ausente.
Jesús les levanta, ante su partida, el optimismo: que no haya inquietud y turbación. Jesús dice: Crean en Dios y crean también en mi Puesto que ya creen en Dios, que crean también en El; que esa fe en El se mantenga y aumente en su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de cruz; que crean en El como en el Hijo de Dios, tema del evangelio de san Juan.
Con esa fe vendrán a saber lo que es optimismo. Por otra parte, el mandato simultáneo de la creencia en Dios y en Jesús, bajo igual condición, implica la divinidad de Jesús.
Asentado este tema, les hace ver que su partida, que va a ser por la muerte de cruz, no es una catástrofe. El se va a la casa de su Padre, el cielo, donde hay muchas moradas. Jesús dice En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones Desde San Ireneo se quiso ver en estas muchas moradas los diversos grados de gloria. Pero no es esto lo que dice el texto. La enseñanza no es que el cielo sea para unos pocos; tiene una inmensa capacidad; allí caben todos. La imagen probablemente tiene por base el plano del templo, con sus múltiples estancias y compartimentos, y al que, Jesús un día llamó también la casa de mi Padre (Jn 2:16). Precisamente El va al cielo como Hijo a la casa de su Padre.
Dice Jesús: ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Esto les hace ver ya la solicitud por ellos, pues va a prepararles el lugar. San Agustín pensaba que esto lo hacía preparando aquí a los futuros moradores. Pero esta interpretación modifica sustancialmente la metáfora. La razón de esta preparación es que nadie podía ingresar en el cielo hasta que lo hiciese la humanidad de Jesús resucitado, ya que él es la primicia de toda la humanidad.
Pero Jesús no sólo va a prepararles el lugar , aunque directamente se dirige a ellos, la doctrina es universal, sino que, después de dejar preparado el cielo a los hombres con su ingreso en el mismo, anuncia su retorno para venir a llevarlos con El a su morada. Es así como Jesús dice: Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, Es lo que pedía al Padre en su oración sacerdotal ¿A qué momento se refiere esta venida? Se ha propuesto al momento de la muerte, a la parusía, o, sin precisar el momento, se afirmaría sólo el hecho.
No parece referirse al momento de la muerte. Es un tema no relatado con esta exclusiva y específica precisión en los evangelios.
Generalmente se admite la parusía (1 Jn 2:28). Es el tema frecuente y esperanzado de la primera generación cristiana. Son muchas las alusiones que a ello hacen los escritos neotestamentarios. Especialmente San Pablo habla de la parusía de Jesús, en la que los justos salen al encuentro del Señor, que viene a buscarles, y así estaremos siempre en el Señor. Consolados con estas palabras (1 Tes 4:17.18).
No parece, hablando de la parusía, que se incluya aquí la mutua estancia y presencia mutua eclesial de ahora.
Como Jesús, para consolar en su partida a sus apóstoles, les dice adonde va, por contigüidad lógica, les dice cuál es el camino para ir a donde El se dirige.
Los apóstoles aparecen con una rusticidad grande, no comprendiendo, como en otras ocasiones, las enseñanzas de Jesús. Anunciándoles que va al Padre, al cielo, debían comprender lo que ya les había dicho, en otras formas, tantas veces. Casi están tan ciegos como los judíos (cf. Jn 7:35ss; 8:22).
Pero Tomás, en nombre de todos, dice que ignoran el camino. San Juan gusta recoger las escenas dialogadas. Y Jesús le hace una gran declaración: - Yo soy el camino, la verdad y la vida -
Verdad y vida no tanto en cuanto El las tiene en sí mismo (Jn 1:4), sino en el sentido que tienen en el evangelio otras frases sapienciales semejantes: en cuanto El comunica la verdad y la vida (Jn 6:48-58; 8:12; 11:23ss).
Dice el Señor Jesús: - Nadie va al Padre, sino por mí -. Es camino para el Padre, porque nadie puede venir al Padre sino por mí, es decir, recibiendo su mensaje, que en San Juan es fe y obras (Jn 3:21, etc.). y en cuanto se depende vitalmente de El, como el sarmiento de la vid (Jn 15:1ss).
Verdad y vida aparecen como dos expresiones sapienciales correlativas. Ya en el Antiguo Testamento la sabiduría es la que conducía por y a las vías de la vida. Jesús aquí se identifica con la sabiduría, que en algunos pasajes del Antiguo Testamento parecen revestir, preparar, la trascendencia divina de la misma.
Jesús, es el camino en cuanto revela al Padre, nos da a conocer el camino que nos conduce a Padre: El mismo es el único acceso al Padre. Jesús es el camino, porque el nos mereció la gracia que nos hace hijos de Dios y herederos del cielo y de El. Todo esto con su ejemplo que nos enseña el camino que hemos de seguir para llegar al cielo.
Jesús, es la Verdad; en medio de tanta mentira y falsedad. Para nosotros es una gran paz saber que esta verdad no cambia. Jesús es la vida, el es el centro de nuestros corazones, de todos los que desean vivir la bondad y el amor.
Jesucristo es Dios, una misma cosa con el Padre. Conocer a Jesucristo, es conocer a Dios, amar a Jesucristo es amar a Dios, servir a Jesucristo es servir a Dios y el sueño de Dios en nosotros, es que seamos hombre buenos como su hijo Jesús.
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
“NO SE INQUIETEN. CREAN EN DIOS Y CREAN TAMBIÉN EN MÍ.
Jesús también me dice a mí hoy: “No te inquietes”. Tú sabías, Señor, que también había de llegar para mí el momento de la inquietud y la turbación. Para mí y para tantos otros como yo. ¿Cómo es posible que haya tantos odios y venganzas? ¿Tanta corrupción e indiferencia? ¿Tanta hambre de dinero y de poder? ¿Tanta violencia y tanta prepotencia? Fíjate cómo nuestras ciudades se han vuelto semejantes a Sodoma y Gomorra: ¿cómo es posible no sentirse inquieto?
Jesús responde a mi inquietud asegurándome que “también hay un lugar para mí” allí donde está él, un lugar preparado para quien, a pesar de la inquietud, persevera con él en las pruebas y en la tormenta. Y es que, en definitiva, también en el siglo XXI, sigue siendo él el camino, la verdad y la vida: con él es como podemos y debemos atravesar los ciclones de la avidez y de la sensualidad sin límites y los vientos gélidos de la injusticia y del cinismo.
Todas las fuerzas que nos desvían, todas las tendencias arrolladoras que nos exigen estar firmemente aferrados a él.
¿Quieren llevarte por otros caminos? Acuérdate de que él es el camino. ¿Quieren indicarte soluciones más adelantadas, más dignas del nuevo milenio? Acuérdate de que él es la verdad. ¿Quieren enseñarte cómo vivir de un modo más intenso y libre? Acuérdate de que él es la vida. Acuérdate de que con él puedes iniciar una reconstrucción no ilusoria, aunque no fácil.
Sostén, Señor, mi corazón vacilante; tú mismo ves lo difícil que es no quedar preso del asombro en este mundo que parece haber olvidado incluso que has venido a nosotros. Tú mismo estás viendo cómo estamos destruyendo, en unos pocos decenios, un patrimonio espiritual acumulado durante siglos mediante un tenaz trabajo misionero y pastoral. Tú mismo estás viendo cómo envejecen tus fieles, sin que lleguen demasiados refuerzos, cómo disminuye la práctica religiosa y el número de vocaciones, cómo se disgrega la familia, cómo son considerados tus fieles con cierta suficiencia.
Sostén, Señor, mi fe vacilante, porque no quiero abandonarte a ti, que eres todo para mí. Sostén esta débil esperanza mía, que quisiera ver el nuevo milenio iluminado por tu verdad. Sostén la cada vez menos vívida llama del amor por mis hermanos, a los que quisiera hacer el supremo regalo de dar testimonio de ti como el único que pone en contacto con el Dios vivo y verdadero.
Haz que las palabras que dijiste a Tomás venzan todo mi desánimo y triunfen sobre mi debilidad. Porque estoy seguro de que eres tú quien tiene la última palabra: “A ti, Señor, me acojo; no quede yo avergonzado para siempre” (cf. Sal 71,1).
“Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto"
Jn 14, 7-14
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Al comienzo del capitulo catorce, en versículo Jesús dice: Crean en Dios y crean también en mi Puesto que ya creen en Dios, que crean también en El; que esa fe en El se mantenga y aumente en su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de cruz; que crean en El como en el Hijo de Dios, tema del evangelio de san Juan.
En este fragmento de hoy, esta sección se enlaza con este versículo, en el que les habla de la fe en el Padre y en El. Si va al Padre, lógicamente surge el hablar de quién sea: que conozcan el término adonde va. A lo que se une la frase del último versículo, Nadie va al Padre, sino por mí, ya que nadie puede venir al Padre sino por Jesús.
Dice Jesús: "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Es decir nos promete para el futuro que sabremos de un conocimiento especial del Padre. ¿Es para cuando estén en las moradas que va a prepararles? Pero, dice el Señor: “Ya desde ahora lo conocen”, es decir, desde el tiempo en que Él, durante su ministerio público, les hizo la gran revelación de Dios Padre, que envió a los seres humanos a su Hijo verdadero. Por eso, al conocer al Hijo, se conoce al Padre, en el sentido de que lo engendra, comunicándole su misma naturaleza divina, lo mismo que por comunicarle las obras que hace.
La insistencia de Jesús en tratar el tema del Padre, ha suscitado en algunos de ellos el deseo de un conocimiento más profundo y mas experimental, es así como Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta” La pregunta de Felipe que pide les muestre al Padre, pensando que Jesús, que hizo tantos milagros, se lo manifestase ahora con una maravillosa teofanía, al estilo de lo que se pensaba de Moisés o Isaías, que habían visto a Dios, hace ver, una vez más, la rudeza e incomprensión de los apóstoles hasta la gran iluminación de Pentecostés.
De ese conocer al Padre y al Hijo se sigue que también han de saber que están el uno en el otro. ¿Cómo? Podría pensarse que por la unión vital e inmanencia del uno en el otro, por razón de la persona divina de Jesús; Pero seguramente se refiere al Verbo encarnado, como San Juan lo considera en el evangelio. Y así el Padre está presente en El, aparte de otras presencias, por las obras que le da a hacer. Dice en un texto, que es la mejor interpretación de éste: Si no me creéis a mí, creed a las obras (milagros), para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mi y Yo en el Padre (Jn 10:38; cf. Jn 14:20). El Padre está por la comunicación que le hace, y El está en el Padre por la dependencia que su humanidad tiene de El para realizar los milagros y el mensaje.
Por último, para la garantía de esta mutua presencia y de la verdad de que quien lo ve a El ve al Padre, remite a las obras que el Padre hace en El.
Luego Jesús nos hace una promesa, dice: Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre La primera promesa que nos hace es que no sólo harán las obras que Yo hago sino que aún las hará mayores. Y la razón es porque El va al Padre.
La palabra obras, a las que Jesús se remite, es la garantía de su verdad. Ya el anuncio que Jesús hace a los suyos es de optimismo: su ausencia no los dejará en el fracaso, porque harán aún obras mayores que las que El hizo. ¿Qué obras son éstas?
Cristo dice en otro pasaje: Las obras que el Padre me dio a hacer, esas obran dan testimonio en favor mío de que el Padre me ha enviado (Jn 5:36). Es toda su obra mesiánica: su actividad, su enseñanza de las cuales los milagros son signos.
En esta misma línea mesiánica están estas obras que les promete hacer. Son la obra mayor de la expansión mesiánica, que Jesús tenía circunscrita a Palestina y que ellos llevarán hasta los confines de la tierra (Act. 1:8). Harán las obras que El hizo, enseñar el mensaje y confirmarlo con milagros, y las harán mayores, por la extensión de ese mensaje y milagros por todo el mundo.
Es la interpretación que ya daba San Agustín: Con la predicación de los discípulos creyeron no unos pocos, como eran ellos, sino pueblos enteros. Y éstas son, sin duda, obras mayores. Y esta obra que van a hacer se debe a que El va al Padre. Es El quien, por ellos, va a realizar y confirmar su obra de expansión mesiánica.
Si ustedes me piden algo en mi nombre, yo lo haré". Lo que pidan al Padre en nombre de Cristo, eso lo hará Cristo. Podría pensarse que Jesús lo haría como un instrumento del Padre. Pero parece acusarse deliberadamente la divinidad del Verbo encarnado al ponerse en una misma línea. Así dijo: Yo y el Padre somos una misma cosa ---san Juan 10:30 --- los judíos consideran que con ello se hacía Dios (Jn 10:33).
A esto mismo lleva el que lo que le pidan a él en su nombre, por él mismo: Yo lo haré. Se pone en una esfera trascendente, en paralelismo con el Padre. Se acusa en ello la divinidad del Verbo encarnado
¿Qué significa pedir en mi nombre? Puede tener varios sentidos, ya que, conforme al uso semita, nombre está por la misma persona. Así podría significar: alegar al Padre que es su Hijo (Jn 16:23-24); ponerlo por intercesor (Jn 11:12); alegar su poder o autoridad (Act 3:6-12); pedir unidos vitalmente a El (Jn 15:5); o como representantes suyos y encargados de continuar su obra (Jn 15:16).
El contexto inmediato se refiere a las obras mayores, que es su obra de enviados de Jesús a continuarla. Por eso, el sentido preferente aquí de en mi nombre se refiere a los apóstoles, que unidos a El (Jn 14:12; 15:5), le piden a El todo lo que necesitan, como continuadores de su obra.
Dijo Jesús: Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Siempre es Jesucristo continuando su obra, a través de sus apóstoles, para cumplir su misión: glorificar al Padre.
Jesús nos prometió: Si ustedes me piden algo en mi nombre, yo lo haré. Esta fue una forma de quedarse con nosotros, y que sintiéramos su presencia, ya que rezar, es ponerse en contacto íntimo con Jesús. Nada se resiste a la fuerza de la oración, pero hay que hacerla como El nos dijo, en su nombre, es decir en su espíritu, en sus meritos y sus promesas, y aceptando su voluntad.
¿Y TÚ QUÉ VES CUANDO CONTEMPLAS LAS OBRAS DE DIOS?
Felipe quiere ver al Padre, pero no ha sabido verlo en Jesús. Ha visto con los ojos la realidad externa, pero no ha visto la realidad escondida con los ojos, mucho más penetrantes, de la fe. Juan usa de una manera típica el verbo «ver» para indicar dos tipos de realidades: la del signo visible y la de la gloria del Verbo o realidad sobrenatural.
¿Y tú qué ves cuando contemplas las obras de Dios? ¿Ves sólo la realidad sensible, el signo, o la acción de Dios, la realidad significada? Es bueno plantearse una pregunta como ésta, porque el secularismo invasor no se preocupa más que de la realidad visible, empírica, palpable. Aunque está dispuesto, a continuación, a correr detrás de «doctas fábulas» de tipo astrológico o mágico o pseudorreligioso. El discípulo de Jesús debe caminar entre el positivismo y la superstición, aceptando lo real de la realidad y aguzando la mirada de la fe, que nos permite ver la acción –o la «gloria»– de Dios en los acontecimientos humanos, a menudo intrincados, siempre misteriosos, nunca absurdos.
El Señor ha prometido a su Iglesia la posibilidad de hacer obras incluso mayores que las que él ha hecho: la grandeza ha de ser medida en el orden de los valores proclamados por él mismo, esto es, con el signo por excelencia que es la cruz. Se trata del signo del martirio, de la entrega, del amor que se da, de consumir nuestra propia vida por el prójimo: lo que exige ver y apreciar otro orden de valores distintos a los apreciados por el mundo, un orden de valores que, al final, atrae todos a él.
Me doy cuenta, Señor, de que soy un buen compañero de Felipe, es decir, que soy un poco miope para ver tu acción en el mundo. Ayer me lamentaba de la debilidad de tu Iglesia, y quizás no consiga vislumbrar tu posible mensaje. Me lamentaba asimismo, con acentos de nostalgia, del hundimiento de esta «cristiandad», sin lograr ver lo nuevo que estás haciendo brotar. Me lamento de verte ausente de la historia y no consigo verte allí donde antes no estabas presente y ahora, en cambio, lo estás. Veo que no sé leer los «signos de los tiempos», dejándome ir unas veces hacia el pesimismo y otras hacia el optimismo, es decir, leyendo los acontecimientos humanos o bien mirando exclusivamente las debilidades de los hombres, o bien abandonándome a un providencialismo milagrero.
Enséñame tú el arte del discernimiento, concédeme el don de verte allí donde actúas y el modo en que lo haces. Purifica mi corazón para no sean mis estados de ánimo, sino tu luz la que me guíe para descubrirte y encontrarte allí donde actúas, para colaborar contigo, pero, sobre todo, para amarte como tú quieres.
En este fragmento del evangelio, Jesús continúa su discurso de despedida, pero ahora, a las palabras de tristeza por la despedida, añade ahora palabras de consuelo y optimismo, al saber lo que significa su ausencia de ellos, que va a ser ventaja y misteriosa presencia en los mismos.
Se notan tres grupos de ideas, el significado de la ausencia de Jesús, el conocimiento recíproco del Padre y del Hijo, y manifestación de los mismos diversos frutos de la fe en Jesús ausente.
Jesús les levanta, ante su partida, el optimismo: que no haya inquietud y turbación. Y entonces Jesús dice: “Crean en Dios y crean también en mi”. Puesto que ya creen en Dios, que crean también en El; que esa fe en El se mantenga y aumente en su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de cruz; que crean en El como en el Hijo de Dios, tema del evangelio de san Juan.
Con esa fe vendrán a saber lo que es optimismo. Por otra parte, el mandato simultáneo de la creencia en Dios y en Jesús, bajo igual condición, implica la divinidad de Jesús.
2.EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS HABITACIONES
Asentado este tema, les hace ver que su partida, que va a ser por la muerte de cruz, no es una catástrofe. El se va a la casa de su Padre, el cielo, donde hay muchas moradas. Jesús dice En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones Desde San Ireneo se quiso ver en estas muchas moradas los diversos grados de gloria. Pero no es esto lo que dice el texto. La enseñanza no es que el cielo sea para unos pocos; tiene una inmensa capacidad; allí caben todos. La imagen probablemente tiene por base el plano del templo, con sus múltiples habitaciones y compartimentos, y al que, Jesús un día llamó también la casa de mi Padre (Jn 2:16). Precisamente El va al cielo como Hijo a la casa de su Padre.
Dice Jesús: ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Esto les hace ver ya la solicitud por ellos, pues va a prepararles el lugar. San Agustín pensaba que esto lo hacía preparando aquí a los futuros moradores. Pero esta interpretación modifica sustancialmente la metáfora. La razón de esta preparación es que nadie podía ingresar en el cielo hasta que lo hiciese la humanidad de Jesús resucitado, ya que él es la primicia de toda la humanidad.
3.VOLVERÉ OTRA VEZ PARA LLEVARLOS CONMIGO
Pero Jesús no sólo va a prepararles el lugar, aunque directamente se dirige a ellos, la doctrina es universal, sino que, después de dejar preparado el cielo a los hombres con su ingreso en el mismo, anuncia su retorno para venir a llevarlos con El a su morada. Es así como Jesús dice: Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, Es lo que pedía al Padre en su oración sacerdotal ¿A qué momento se refiere esta venida? Se ha propuesto al momento de la muerte, a la parusía, o, sin precisar el momento, se afirmaría sólo el hecho.
No parece referirse al momento de la muerte. Es un tema no relatado con esta exclusiva y específica precisión en los evangelios. Generalmente se admite la parusía (1 Jn 2:28). Es el tema frecuente y esperanzado de la primera generación cristiana. Son muchas las alusiones que a ello hacen los escritos neotestamentarios. Especialmente San Pablo habla de la parusía de Jesús, en la que los justos salen al encuentro del Señor, que viene a buscarles, y así estaremos siempre en el Señor. Consolados con estas palabras (1 Tes 4:17.18).
Como Jesús, para consolar en su partida a sus apóstoles, les dice adonde va, por contigüidad lógica, les dice cuál es el camino para ir a donde El se dirige. Los apóstoles aparecen con una gran ignorancia, no comprendiendo, como en otras ocasiones, las enseñanzas de Jesús. Anunciándoles que va al Padre, al cielo, debían comprender lo que ya les había dicho, en otras formas, tantas veces. Casi están tan ciegos como los judíos (cf. Jn 7:35ss; 8:22).
4.YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA-
Pero Tomás, en nombre de todos, dice que ignoran el camino. San Juan gusta recoger las escenas dialogadas. Y Jesús le hace una gran declaración: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.Verdad y vida no tanto en cuanto El las tiene en sí mismo (San Juan 1:4), sino en el sentido que tienen en el evangelio otras frases sapienciales semejantes: en cuanto El comunica la verdad y la vida (San Juan 6:48-58; 8:12; 11:23ss).
Verdad y vida aparecen como dos expresiones sapienciales correlativas. Ya en el Antiguo Testamento la sabiduría es la que conducía por y a las vías de la vida. Jesús aquí se identifica con la sabiduría, que en algunos pasajes del Antiguo Testamento parecen revestir, preparar, la trascendencia divina de la misma. Jesús, es la Verdad; en medio de tanta mentira y falsedad. Para nosotros es una gran paz saber que esta verdad no cambia. Jesús es la vida, el es el centro de nuestros corazones, de todos los que desean vivir la bondad y el amor.
Jesús, es el camino en cuanto revela al Padre, nos da a conocer el camino que nos conduce a Padre; El mismo es el único acceso al Padre. Jesús es el camino, porque el nos mereció la gracia que nos hace hijos de Dios y herederos del cielo y de El. Todo esto con su ejemplo que nos enseña el camino que hemos de seguir para llegar al cielo.
5.NADIE VA AL PADRE, SINO POR MÍ
Dice el Señor Jesús: “Nadie va al Padre, sino por mí”. Es camino para el Padre, porque nadie puede venir al Padre sino por mí, es decir, recibiendo su mensaje, que en San Juan es fe y obras (San Juan 3:21, etc.). Y en cuanto se depende vitalmente de El, como el sarmiento de la vid (San Juan 15:1ss).
Jesucristo es Dios, una misma cosa con el Padre. Conocer a Jesucristo, es conocer a Dios, amar a Jesucristo es amar a Dios, servir a Jesucristo es servir a Dios.
Dice Jesús: "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Es decir nos promete para el futuro que sabremos de un conocimiento especial del Padre. ¿Es para cuando estén en las moradas que va a prepararles? Pero “Ya desde ahora lo conocen”,es decir, desde el tiempo en que Él, durante su ministerio público, les hizo la gran revelación de Dios Padre, que envió a los seres humanos a su Hijo verdadero. Por eso, al conocer al Hijo, se conoce al Padre, en el sentido de que lo engendra, comunicándole su misma naturaleza divina, lo mismo que por comunicarle las obras que hace.
6.“SEÑOR, MUÉSTRANOS AL PADRE Y ESO NOS BASTA”
La insistencia de Jesús en tratar el tema del Padre, ha suscitado en algunos de ellos el deseo de un conocimiento más profundo y mas experimental, es así como Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta” La pregunta de Felipe que pide les muestre al Padre, pensando que Jesús, que hizo tantos milagros, se lo manifestase ahora con una maravillosa teofanía, al estilo de lo que se pensaba de Moisés o Isaías, que habían visto a Dios, hace ver, una vez más, la rudeza e incomprensión de los apóstoles hasta la gran iluminación de Pentecostés.
De ese conocer al Padre y al Hijo se sigue que también han de saber que están el uno en el otro. ¿Cómo? Podría pensarse que por la unión vital e inmanencia del uno en el otro, por razón de la persona divina de Jesús; Pero seguramente se refiere al Verbo encarnado, como San Juan lo considera en el evangelio. Y así el Padre está presente en El, aparte de otras presencias, por las obras que le da a hacer. Dice en un texto, que es la mejor interpretación de éste: “Si no me creéis a mí, creed a las obras (milagros), para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mi y Yo en el Padre”. (San Juan 10:38; cf. San Juan 14:20). El Padre está por la comunicación que le hace, y El está en el Padre por la dependencia que su humanidad tiene de El para realizar los milagros y el mensaje.
Por último, para la garantía de esta mutua presencia y de la verdad de que quien lo ve a El ve al Padre, remite a las obras que el Padre hace en El.
7.LES ASEGURO QUE EL QUE CREE EN MÍ HARÁ TAMBIÉN LAS OBRAS QUE YO HAGO
Luego Jesús nos hace una promesa, dice: Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre La primera promesa que nos hace es que no sólo harán las obras que Yo hago sino que aún las hará mayores. Y la razón es porque El va al Padre.
La palabra obras, a las que Jesús se remite, es la garantía de su verdad. Ya el anuncio que Jesús hace a los suyos es de optimismo: su ausencia no los dejará en el fracaso, porque harán aún obras mayores que las que El hizo. ¿Qué obras son éstas?
8.LAS OBRAS QUE EL PADRE ME DIO A HACER,
Cristo dice en otro pasaje: Las obras que el Padre me dio a hacer, esas obran dan testimonio en favor mío de que el Padre me ha enviado (San Juan 5:36). Es toda su obra mesiánica: su actividad, su enseñanza de las cuales los milagros son signos.
En esta misma línea mesiánica están estas obras que les promete hacer. Son la obra mayor de la expansión mesiánica, que Jesús tenía circunscrita a Palestina y que ellos llevarán hasta los confines de la tierra (Act. 1:8). Harán las obras que El hizo, enseñar el mensaje y confirmarlo con milagros, y las harán mayores, por la extensión de ese mensaje y milagros por todo el mundo.
Es la interpretación que ya daba San Agustín: Con la predicación de los discípulos creyeron no unos pocos, como eran ellos, sino pueblos enteros. Y éstas son, sin duda, obras mayores. Y esta obra que van a hacer se debe a que El va al Padre. Es El quien, por ellos, va a realizar y confirmar su obra de expansión mesiánica.
9.Y YO HARÉ TODO LO QUE USTEDES PIDAN EN MI NOMBRE
Mas adelante en este mismo capitulo del Evangelio, dijo Jesús: “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Siempre es Jesucristo continuando su obra, a través de sus apóstoles, para cumplir su misión: glorificar al Padre.
Jesús, conoce quenuestro corazón se muestra a menudo inquieto por todo el mal que hay en el mundo y por nuestras mismas debilidades, por las traiciones y negaciones de las que nos consideramos capaces. Y ya que nos ha dicho que si pedimos en su nombre, El hará, le pedimos que aumente nuestra fe en El y en el Padre que nos has revelado. El es el camino y pedimos seguirlo, El es la verdad y deseamos conocerlo, El es la vida y deseamos vivir en El y ver al Padre y glorificar su santo nombre ante todos los hombres.
Jesús al prometernos: “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre”, fue una forma de quedarse con nosotros, y que sintiéramos su presencia, ya que rezar, es ponerse en contacto íntimo con Jesús. Nada se resiste a la fuerza de la oración, pero hay que hacerla como El nos dijo, en su nombre, es decir en su espíritu, en sus meritos y sus promesas, y aceptando su voluntad.
EL NOS PERMITE CAMINAR POR EL SENDERO DE DIOS SEGUROS DE QUE LO DISPONE TODO PARA NUESTRO BIEN.
Jesús se manifiesta como camino, verdad y vida, y se entrega a nosotros a fin de que podamos alcanzar la verdadera y plena libertad ofrecida a los hijos de Dios para entrar en la heredad eterna. Se dirige a nosotros interrogándonos sobre la profundidad de nuestra relación con él. Es posible, en efecto, ser cristiano, comulgar, participar en todas las peregrinaciones y en todas las iniciativas y, sin embargo, no llegar nunca a conocer a Jesús, permaneciendo siempre en la superficie. Conocer a Jesús significa, más bien, experimentarlo interiormente, reconocer que él es el Hijo enviado por el Padre para salvarnos, la expresión del amor infinito de Dios por nosotros. Todo eso es posible sólo mediante la fe.
Creer es confiarse. No es comprender racionalmente; es acoger, dar crédito, encontrarse con el Señor y considerarlo en verdad como aquel que mueve los hilos de nuestra vida y dispone el desarrollo de todos los acontecimientos. Hasta que no lleguemos a esta experiencia de comunión -es decir, de abandono de nosotros mismos en aquel que nos ha incorporado a sí mismo en el bautismo- no podremos decir que conocemos plena-mente a Jesús y, en él, al Padre. Ahora bien, para esto nos ha sido dado el Espíritu Santo. El nos permite caminar por el sendero de Dios seguros de que lo dispone todo para nuestro bien.
Señor Jesús, Maestro bueno, nuestro corazón se muestra a menudo inquieto por todo el mal que hay en el mundo y por nuestras mismas debilidades, por las traiciones y negaciones de las que nos consideramos capaces. Aumenta nuestra fe en ti y en el Padre que nos has revelado.
Tú eres el camino: haz que te sigamos. Tú eres la verdad: haz que te conozcamos. Tú eres la vida: haz que vivamos en ti para.ver al Padre y glorificar tu santo nombre ante todos los hombres.
“El Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñara todas las cosas”
Jn 14, 21:26
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Estudio y comentario
1.EL QUE RECIBE MIS MANDAMIENTOS Y LOS CUMPLE, ESE ES EL QUE ME AMA
Nuestro Señor Jesucristo nos entregó muchas pruebas de todo su amor por nosotros, así es como también El espera que le amemos con fuerza, con perseverancia y por sobre todas las cosas. El que ama a Cristo, es amado por el Padre, del mismo modo como tuvo sus complacencias en su Hijo, las tendrá a los que aman a su Hijo Jesucristo.
Dice Jesús: El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; el que me ama a mi será amado de mi Padre y Yo le amare y me manifestare a el.
Cristo promete también su venida a los apóstoles y a todo aquel que recibe sus mandamientos y los cumple. Observamos que esta promesa no es solo para los apóstoles, va a todo aquel que recibe los mandamientos de El. Mis mandamientos; otra vez se legislan los mismos preceptos de Dios como suyos y los guarda. La fe con obras es tema repetido en el evangelio de San Juan --Jn 3:8-- lo mismo que en su primera carta.
2.YO TAMBIÉN LO AMARE Y ME MANIFESTARE A EL.
Dice Jesús a sus discípulos: “me manifestare”, es decir me mostrare, Se refiere esta venida de Cristo después de resucitado? la parusia?, no es así, ya que todos lo verán y será el momento de la definitiva reunión con el. Parece haber relación entre el momento de amarle y la presencia en el creyente. Se debe, pues, de referir, si no exclusiva, al menos si preferentemente, a una venida espiritual y permanente.
Los efectos o frutos de esta venida se los presenta en dos aspectos. Uno es que me verán porque Yo vivo y ustedes vivirán. Siendo Jesucristo la Vida y no pudiendo hacerse nada sin El, no obstante, después de la resurrección será el momento de la plenitud caudalosa de todo tipo de gracias. --toda vida espiritual y divina--,que se inaugurara cuando El envíe el Espíritu Santo. El vive después de la tragedia de la muerte, y porque El derrama, normal y totalmente, esa vida es por lo que ellos vivirán colmadamente su vida.
3.YO ESTOY EN MI PADRE, Y USTEDES EN MI, Y YO EN USTEDES.
Otro fruto es que en aquel día, frase usada en los profetas, conque se expresan las grandes intervenciones de Dios, y que, como aquí, puede indicar todo un periodo, ustedes conocerán que Yo estoy en mi Padre, y ustedes en mi, y yo en ustedes. (Jn 14, 20).
Por efecto de estas gracias que van a recibirse en abundancia después de Pentecostés, --bien lo experimentaron en su plena transformación ese día los apóstoles--, van a comprender por efecto de gracias de todo tipo, iluminaciones intelectuales y experimentaciones sobrenaturales, aunque en grados diversos, lo que tanto les costaba comprender en la vida de Cristo: que El esta con el Padre; que es el verdadero Hijo de Dios; que El esta con ellos como Dios y como Vid, que les dispensa toda gracia, sin cuya unión a El nada pueden sobre naturalmente; y que ellos están en El, por la necesidad de su unión vital de sarmientos, y como miembros del Cuerpo místico. Y todo, aunque en grados diversos, sabido con certeza y experimentando de un modo intimo y maravilloso.
4.SI ALGUNO ME AMA, GUARDARA MI PALABRA, Y MI PADRE LE AMARA
Le dijo, Judas, -no el Iscariote-: Señor, ¿que ha sucedido para que hayas de manifestarte a nosotros, y no al mundo? La enseñanza de Cristo sobre su manifestación a ellos y no al mundo, interpretada de un modo erróneo por el apóstol Judas, no Iscariote, posiblemente pensando en una teofanía, de un modo sensible y maravilloso, es lo que hace a Cristo exponer la doctrina de la epifanías trinitarias. Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, guardara mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a el y en el haremos morada. También vendrá el Padre. Porque el amor a Cristo Jesús, garantizado con obras, trae como premio el ser amado por el Padre. Lo que tiene como efecto el que vendremos a el y haremos en el nuestra morada
Esta venida, pues, del Padre y de Cristo no es transitoria, sino permanente, pues en el que le ama establece su morada; y es presencia distinta de la que tiene Dios como Creador, pues es solo para los que le aman en este orden sobrenatural: de amor al Padre y al Hijo; ni es presencia carismática, pues es condición normal para todo el que así los ame. Esta venida del Padre es también espiritual e intima. Va entrañando en su mismo concepto de morar Dios en el alma.
Aunque aquí explícitamente no se dice que también venga con ellos el Espíritu Santo, es lo que esta suponiendo el capitulo, ya que se dice que en el que ama a Cristo el Espíritu Santo esta y permanece en el (Jn 14, 17). Es lo que la teología llamo inhabitacion de la Trinidad en el alma.
5.EL ESPÍRITU SANTO QUE MI PADRE LES ENVIARÁ EN MI NOMBRE
Dice Jesús: Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Espíritu Santo, (el Paráclito) que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
Después de la partida de Cristo, el Espíritu es quien los sustituye entre sus fieles seguidores, es decir es el Paráclito, el Abogado que intercede ante el Padre y aboga por fieles a Cristo.
Nuestro Señor Jesucristo promete que derramará su Espíritu sobre todos los que lo aman, así con la recepción del Espíritu Santo nuestros cuerpos se han convertidos en verdaderos templos. (1Cor 3,16)
6.EL ESPÍRITU SANTO…LES ENSEÑARA TODO
Jesús rogará al Padre por los que le aman, amor garantizado con cumplir mis mandamientos, que son los mandamientos de Dios.Cristo se pone en la línea de Dios encarnado, para que les de otro Paráclito. El sentido de esta última palabra puede ser múltiple, conforme a su etimología. En el Nuevo Testamento solo sale en san Juan, y en su primera carta tiene el sentido específico de abogado, que es el sentido más ordinario, junto con el de intercesor, con cuyos sentidos aparece en la literatura rabínica. Pero puede tener otros significados distintos. Para valorar su sentido en este contexto hay dos elementos. Uno es que Cristo pide al Padre que les de otro Paráclito en su ausencia. Cristo es, pues, un Paráclito. De aquí se deduce una enseñanza dogmática de gran importancia; al ser el Paráclito otro ser al modo de Cristo, se sigue que es una persona y divina y, además, va a sustituir a Cristo en su oficio: continuar, en forma misteriosa, la misión de Cristo en los hombres.
Entonces dijo Jesús: El Espíritu Santo, que el Padre enviara en mi Nombre, les enseñara todo. Según el, esta misión es educativa. Luego añade: les enseñara todo y les recordara lo que les he dicho. Se trata, pues, de una acción del Paráclito en ellos por una sugerencia interna, preferentemente al menos, si no exclusiva (Jn 16:13.14), de la enseñanza de Cristo. Por esta obra educativa es por lo que el Paráclito es llamado aquí Espíritu de verdad; lo mismo que por ser el Espíritu de Cristo(Jn 16:13.14), que es la Verdad (Jn 16:4).
Es el tema de la donación del Espíritu Santo, tan marcado en el Evangelio de San Juan, hasta decir que el Espíritu Santo aun no había sido dado porque Jesús no había sido glorificado (Jn 7:39); lo mismo que por la misión doctrinal con que aquí aparece, y por su paralelo con otros pasajes de este mismo discurso de la cena (Jn 15:26;16:5, 15); esta promesa futura se refiere a la donación oficial del Espíritu Santo en Pentecostés, pero prolongada indefinidamente en la Iglesia y en las almas de los que lo reciben Esta acción del Paráclito entre ellos: les enseñara todas las cosas y ese os lo enseñara todo y os traerá a la memoria todo lo que les he dicho.
7.¿A QUE SE REFIERE ESTA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SOBRE TODAS LAS COSAS QUE LES HE DICHO?
Cabrían dos precisiones: O referirse a la enseñanza que Cristo hizo a los apóstoles en su periodo terreno (Jn 15:15; 4:25), incluso con las complementarias revelaciones que les hizo después de resucitado hasta la ascensión (Act 1:3), o admitir nuevas revelaciones hechas directamente por el Espíritu a los apóstoles para completar el tesoro objetivo de la revelación. Pero el primer sentido, en su aspecto que tiene dos partes, es el que directamente esta mas en situación y encuentra su complemento en el lugar paralelo del capitulo 16, en el que se dice que, al venir el Espíritu en Pentecostés, comenzara su obra de llevarles, conducirles, encaminarles, hacia la verdad completa, porque no hablara de si mismo, sino que, tomara de lo mió y les dará a conocer (Jn 16:13.14). Es la función del Espíritu haciendo comprender a los apóstolesa la Iglesiael sentido pleno de la enseñanza y obra de Cristo. (cf. Jn 16:13).
Aunque literalmente estas palabras se dirigían a los apóstoles, hay datos que hacen ver que, como promesa doctrinal, se refieren a la Iglesia. En primer lugar, no se probaría esto por el solo hecho de decirles que permanecería con ellos --apóstoles-- para siempre, pues este es un término muy relativo. Así se lee frecuentemente: siervo eterno, y cuya eternidad solo se refiere al periodo de su vida de siervo.
La primera razón es que, en varios de estos pasajes del Evangelio de san Juan, las promesas aparecen entremezcladas literariamente, pues unas veces se dirigen a los apóstoles (v.15 17.26) y otras están en forma impersonal: Si alguno me ama (v.21.23.24). Y a este sujeto indefinido es al que se le promete el amor suyo y el del Padre, lo mismo que el manifestarse a El, y el que en El moren.
Encuadradas, pues, estas promesas, en las que antes y después se habla del Paráclito, parece que, aunque literalmente se dirijan a los apóstoles, la promesa doctrinal tiene la perspectiva universal de la Iglesia. Al menos en la comprensión e intención del evangelista al situarlas aquí, en esta perspectiva literaria, si es que ellas pudieran pertenecer a otro contexto histórico.
Esto encuentra una confirmación en las palabras que cita el Evangelio de san Lucas después de la consagración eucarística: Haced esto en memoria mía (Lc 22:19; 1 Cor 11:24 25). Directamente se refieren a los apóstoles, y, sin embargo, el concilio de Trento definió de fe que con esas palabras de Cristo no solo ordeno sacerdotes a los apóstoles, sino que con ellas preceptuó que ellos y sus sucesores ofreciesen el sacrificio eucarístico.
Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esta en el interior del cristiano que vive en gracia.
Quiero ser una morada de Dios buscando que mi corazón viva en la Trinidad... Un alma en estado de gracia es una casa de Dios, en donde habita Dios mismo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Beata Isabel de la Trinidad)
Cristo Resucitado, viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Fuentes: Algunos comentários y referencias están tomados de la Bíblia de Nácar-Colunga