Después de que mis
ramas
Se han roto bajo el peso
De tanta y tanta nieve
Cayendo sin
cesar,
Y que mi ardiente savia
Se ha helado con el beso
Que el ángel
del invierno
Me dió al atravesar.
Después... es
necesario
Que tú también te alejes
En pos de otras florestas
Y de otro
cielo en pos;
Que te alces de tu nido,
Que te alces y me dejes
Sin
escuchar mis ruegos
Y sin decirme adiós.
Yo estaba solo y
triste
Cuando la noche te hizo
Plegar las blancas alas
Para acogerte a
mí,
Entonces mi ramaje
Doliente y enfermizo
Brotó sus flores
todas
Tan solo para ti.
En ellas te hice el
nido
Risueño en que dormías
De amor y de ventura
Temblando en su
vaivén,
Y en él te hallaban siempre
Las noches y los días
Feliz con mi
cariño
Y amándote también...
¡Ah! Nunca en mis
delirios
Creí que fuera eterno
El sol de aquellas horas
De encanto y
frenesí;
Pero jamás tampoco
Que el soplo del invierno
Llegara entre tus
cantos,
Y hallándote tú aquí...
Es fuerza que te
alejes...
Rompiéndome en astillas;
Ya siento entre mis ramas
Crujir el
huracán,
Y heladas y temblando
Mis hojas amarillas
Se arrancan y
vacilan
Y vuelan y se van...
Adiós, paloma
blanca
Que huyendo de la nieve
Te vas a otras regiones
Y dejas tu árbol
fiel;
Mañana que termine
Mi vida oscura y breve
Ya sólo tus
recuerdos
Palpitarán sobre él.
Es fuerza que te
alejes
Del cántico y del nido
Tú sabes bien la historia
Paloma que te
vas...
El nido es el recuerdo
Y el cántico el olvido,
El árbol es el
siempre
Y el ave es el jamás.
Adiós mientras que
puedes
Oír bajo este cielo
El último ¡ay!, del himno
Cantado por los
dos...
Te vas y ya levantas
El ímpetu y el vuelo,
Te vas y ya me
dejas,
¡Paloma, adiós, adiós!
MANUEL
ACUÑA