Nos destroza el
corazón enterarnos de que nuestra pareja nos ha sido infiel, todo se vuelve
nublado y nos sentimos desoladas…
Todo
pierde sentido, él no tenía porqué haber sido infiel, y si lo ha sido nuestros
ojos no pueden evitar buscar a la amante, esa sucia mujer de quien deseamos
vengarnos…
El amor de
pareja a veces suele tener algunos sin sabores. La presencia de un tercero en el
vínculo rompe las expectativas y los proyectos. La ansiedad y la frustración
carcome nuestros corazones. Los pensamientos negativos se hacen
frecuentes.
Lo único que queremos es vengarnos. Pero, ¿de quién? De
la otra.
No importa qué
es lo que llevase a tu pareja a ser infiel, si un deseo infantil desenfrenado
por seguir sintiéndose viril y deseado; o por si tú eres demasiado exigente o
poco divertida; lo que analizaremos no es el móvil, sino tu reacción. Lo que
haces o has hecho al descubrir una traición.
Generalmente
las mujeres frente a la pareja infiel, lo primero que hacen es negarlo y para
ello recurre a la autoflagelación; revisan con gran detalle sus actitudes,
gustos, palabras; y reconocen que
la conducta de su hombres es “coherente con la faltas que
ellas mismas cometieron”; lo justifican con dichos al estilo de
“es normal que esto suceda, trabajo todo el día”, “por los niños no tengo tiempo
de ocuparme de mí ni de él”, “los hombres necesitan hacer estas cosas”, “me
descuidé mucho después del embarazo”, etc.
Aunque te suene
imposible, esas frases existen. Son sostenidas por millones de mujeres, que
creen que encontrar en si mismas la “falla” del hombre infiel logrará aliviar un
poco la herida y la decepción que sienten. ¿Te ha pasado? Es que frente a la
ruptura del acuerdo amoroso, ¿qué explicación lógica existe? Ninguna.
Y… ¿qué hacer
frente a la existencia de la
otra? Cuando
descubrimos que efectivamente nuestro amado tiene una amante, o nuestro novio
juega a dos puntas. ¿Qué harías tú en ese caso? ¿Te ha
pasado?
El
sufrimiento que el impacto de tamaña verdad da sobre nuestro corazón nos
ensordece, y enceguece tanto que muchas de nosotras amén de seguir de pie,
buscan vengarse de la “usurpadora”.
Nos
enrolamos en la caza de esa que “ha robado lo nuestro”, que ha “violado nuestra
intimidad” y lo perseguimos.
Llamadas a su
celular a cualquier hora sin decir nada, o mensajes de textos vacíos, la
seguimos para verla, queremos saber cómo es, que dice, que piensa; que tan
diferente es… nos metemos en su correo, jugamos a hacernos “su amiga” en las
redes sociales; actuamos con cinismo, y nos sentimos orgullosas de
eso.
Y todo, ¿para
qué? ¿Cuál es nuestra ganancia? ¿ Que obtenemos porpensar que la "es la
culpable? ¿Culpable de qué? De meterse con lo que no es de ella; de fijarse en
un hombre casado o con novia; de seducir a un hombre prohibido. Stop. Haz un
alto. Ella no es culpable de nada. O a lo sumo si nos ponemos muy exquisitos en
todo caso es responsible de romper códigos morales o de no tener una ética o
valores que coincidan con los esperados por una sociedad. Pero ella no tiene
nada que cuidar.
Él es el culpable, no la amante. El
vínculo violado era tuyo y de tu hombre. Tu hombre era el responsible de cuidar
esa unión. Él es responsible de lo que sucedió con el acuerdo de amor que
tenían. Él rompió una promesa y desató el derecho al
reclamo.
Inculpar a una
persona ajena, sólo te have evadir tu enojo a una dirección incorrecta; si ella
hubiera intentado seducir a tu amado y él hubiera dicho NO; no estaríamos
hablando de esto.
No te
dejes engañar por segunda vez, creyendo que “la carne es débil,” que “no pudo
hacer otra cosa,” que “él no quería pero ella insistía”. Aún si ella insistió
mil veces, él acepto. Cada quién atiende su juego, ¿entiendes?, y tu
responsabilidad no es evadir el problema.
Vengarte de una mujer que ha
posado sus ojos sobre el amor de tu vida, no purga la reacción de él. Sólo la
ampara. Y no te deja comprender el panorama.
Hay hombres que
engañan porque en su cultura personal existe esa posibilidad para ellos, pero
engañar no implica sólo a las mujeres, no son fieles en general. Have muchos
años conocí a un hombre del cual me enamoré, que me engañó en infinidades de
veces; a fuerza de pretender vengarme de él, me quedé a su lado, sufriendo una
tras otras su infidelidades; jamás acusé a las amantes de “oportunistas,
abusivas, o poco mujeres”; ellas también al igual que yo, habían caído en las
redes de su seducción; y el comprender que él era “el responsible de la
situación” me permitió comprender que no se trataba de mi cuerpo, de mi edad, de
mis gustos, sino de él. No creía en nada. Era un infiel.
Por eso
aunque te duela reconocerlo, tu energía mal canalizada no logrará reponerte de
la caída. Ella no es la culpable de nada.
Es
la detonante de algo que pasa en la relación. Del deterioro, de los pocos
miembros; de carencias o miserias de cada quién.