Una vez más, la señora angustia Camina rauda para tocar mi puerta Un amargo sabor a limón me ha invadido, Su rostro llena de lágrimas, Y de color oscuros sus ojos, Su vestido de entrampada soledad, Del color del olvido y orfandad.
Muy lento y temeroso le abrí la puerta Aunque me negara a que tome aposento Dentro de mi alma apenada Eran sus manos tan frías como el hielo Que acariciaron mi cuerpo en agonía Confundiéndose con la tristeza y el dolor.
Venia ya cansada de lastimar tantas vidas Y yo era el último desde su partida La creía muy mayor, pero aun es joven Carita de blanca porcelana, De ojos tristes y profundos Me dijo que a muchas personas Había lastimado y que a ella no la creían Que la felicidad existía Porque se acostumbraron a vivir con la pena.
Pero sin embargo, a mi su presencia Me hizo tanto daño, que me sentí Cruelmente engañado, vejado Porque nunca sentí ese verdadero regalo El don del destino, regalo de Dios Porque dentro de mi pecho Solo había pena y tristeza Y nunca creció una flor Ni la sabia sonrisa de mis labios.
Pero si tú dispones de ese calor de sol Calienta mi vera con tus rayitos de luz Que yo haré el milagro para que en tu cara Siempre haya una sonrisa Y ser por siempre tu compañía.
No le susurres bostezo de viento a mis oídos Que tal vez mi permanencia sea pasajera Como lo es la vida terrenal, Y como lo es el amor Porque extenderé mis brazos Me abrazare a ti muy fuerte Para detrás de ti partir Y cerrando la puerta junto a ti caminare Como dos almas en pena Llevando nuevos sueños mágicos En busca de la verdadera felicidad Y la gracia de Dios por esta hermandad…