ANTIBIÓTICOS: UN MEDICAMENTO PRECIOSO. El enemigo de las bacterias.
Los antibióticos son una clase de fármacos que han contribuido a salvar la vida de decenas de millones de personas. Sin embargo, su uso sin control médico genera efectos negativos como crear “bacterias resistentes” que se multiplican y forman cepas bacterianas inmunes a la acción del antibiótico en cuestión. Los consejos para tomarlos en forma saludable.
Aunque hoy un antibiótico es un medicamento que no llama particularmente la atención de sus consumidores, los historiadores de la medicina afirman que -tras el descubrimiento oficial de la penicilina, en el año 1928 - las perspectivas de la salud pública cambiaron drásticamente. Es que con su uso generalizado, a partir de la II Guerra Mundial, se han ido reduciendo en forma constante y sostenida las amenazas que planteaban las enfermedades infecciosas de origen bacteriano.
Actualmente, damos por sentado que una infección de este tipo es algo perfectamente tratable. Pero en toda la historia humana, y hasta las primeras décadas del siglo XX, un contagio así era algo prácticamente intratable y -con frecuencia- mortal.
Así, es posible afirmar -sin temor a equivocarse- que los antibióticos son una clase de medicamento que han contribuido a salvar la vida de decenas de millones de personas. Y, al poner cientos de enfermedades bajo control, esta familia de fármacos son en responsables, en buena medida, de haber contribuido en forma constante a elevar la esperanza de vida en todas las geografías del planeta.
La resistencia a partir de una dosis incompleta Pero este aspecto fuertemente positivo está ahora siendo amenazado por un hecho biológico descubierto y comprobado hace un par de décadas: la propagación de nuevas cepas microbianas que resultan “resistentes” e inmunes a la acción de las variedades más comunes de antibióticos.
¿De dónde surge esta resistencia a la acción de un antibiótico? El fenómeno se verifica cuando una cepa de bacterias se enfrenta a la acción de un determinado antibiótico y éste no se emplea en la forma adecuada. Por ejemplo, si no se toma la dosis completa prescrita por el médico. Algo que suele ocurrir, por ejemplo, cuando los “síntomas” de la molestia desaparecen y la persona tiende a pensar “Si ya me siento mejor ¿para qué seguir tomando el medicamento?”.
En esos casos puede verificarse que, al cabo de un tiempo, el antibiótico en cuestión ya no resulta efectivo para combatir a esa particular cepa de bacterias. Lo que ocurre a nivel microbiológico es que la acción del antibiótico acaba con casi todas las bacterias infecciosas. Pero, a veces, algunas logran sobrevivir a su destrucción gracias a modificaciones genéticas que les confieren resistencia a la acción de dicho antibiótico en el futuro.
Esos pocos ejemplares sobrevivientes de bacterias resistentes se multiplican y forman nuevas y poderosas colonias que ya resultan completamente inmunes a la acción del antibiótico en cuestión.
Las infecciones de origen bacteriano más comunes son también aquellas en las que este fenómeno de resistencia microbiana está hoy avanzando con mayor velocidad: diarreas, enfermedades de las vías respiratorias, meningitis, males de transmisión sexual y los contagios de infecciones intra-hospitalarias. Algunos ejemplos de estos “super-microbios” incluyen variedades de Streptococcus pneumoniae, de Staphylococcus aureus y del Mycobacterium tuberculosis.
"Tercera linea" de antibioticos Las consecuencias a largo plazo de este fenómeno biológico pueden ser graves para la salud pública. Es que una infección causada por cepas de microbios “resistentes”, que no responden al tratamiento usual, resulta -en muchos casos- en un período de enfermedad más prolongado, con mayores padecimientos y, a veces, con un elevado riesgo vital.
Cuando estas infecciones se vuelven resistentes a la “primera línea” de antibióticos, los médicos deben cambiar el tratamiento por una “segunda” o “tercera” línea. Pero estas opciones suelen ser más caras y -a veces- más tóxicas. Son drogas que resultan prácticamente 100 veces más caras que las de “primera línea” que se emplean en el tratamiento de bacterias no resistentes.
|