Cuando la nieve cae sobre mis manos...mis ojos se cierran. El frío se posa en mis mejillas...un copo, furtivo, besa mis labios y abre mis ojos. Incrédulas mis pupilas estallan dichosas con la fragancia de un encuentro no esperado. Dos luciérnagas esclavas se asoman, cautivas, a mis pestañas. Y coquetas, me advierten del olor de tu presencia. Sólo percibo una esencia, dulce y caliente que se acerca ... se esconde. Un aliento que mezcla su calor con el mío, lo besa, lo toma y me hace girar mientras...me pregunto...La eterna quimera de mis sueños. No hay respuesta... Y el cielo se abre ante mí cuando al fin te haces presente. Sonidos que jamás antes escuché, ahora son melodía puesta a mis pies. La danza empieza... nuestros brazos se cruzan y todo un firmamento de estrellas se apuntan, traviesas, a la dicha del evento más delicado y gozoso de los mundos creados por el Hacedor de las cosas. Mis ojos hambrientos te miran. Giramos y el sol nos hace una reverencia. Elevas mi cuerpo y etéreo se suma al cortejo que tu boca traza en la mía. Mi cintura se encoge, nerviosa, al abrigo de tus alas. Tiembla mi cuerpo y tú me sonríes. Y el amor, hecho mariposa, encuentra aposento en mi vientre. Un giro más y subimos a las nubes, y, el vértigo desaparece cuando tu dedo roza mi frente, acaricia mis labios y me sume en un sueño prohibido del que ya no voy a despertar.
Abajo el frío amodorra las calles, la nieve sigue cayendo y, mi baile no ha hecho más que empezar porque un ángel ante mi ventana ha caído y condenado, feliz se queda, al tormento sin fin de mis besos y al calor de mi mirada