En un humilde hogar de un barrio de la región de Escocia (Glasgow) vivía Elena, una joven madre con sus dos hijos de corta edad fruto de una bonita relación con un pescador, el cual vivían de la pesca (bacalao,caballas,rayas,etc).
Una noche tuvo un fatal desenlace, debido al gran temporal su barca naufragó. Salieron a buscarlo con la esperanza de encontrarlo con vida, pero fué imposible. A los pocos días la mar lo devolvió a la orilla.¡ Nada se pudo hacer !.Dejó a su familia en la triste miseria.
Elena, cada noche dejaba acostados a los pequeños después de servirles un tazón de sopa, hecha con unas rebanadas de pan de hogaza y cebolla,(al menos cenaban caliente......pensaba); de postre les daba unas cuantas nueces que compraba en una tienda de ultramarinos del barrio, donde lo regentaba un matrimonio mayor el cual le tenían mucho aprecio. Ellos también habían sido pescadores.
Acostados en un pequeño camastro hecho de paja, los despedía con un beso en la frente a cada uno y por último los arropaba con la poca ropa que tenía.
Se íba con el corazón roto de dolor, pasaría varias horas en la puerta del Teatro/Opera de Glasgow, vendiendo bonitos pañuelos que confeccionaba ella misma. Alguna que otra noche regresaba a su casa con los pies helados sin haber podido reunir ni una triste moneda.
Una noche de invierno, las calles estaban cubiertas de un gran manto blanco , había nevado copiosamente.
Elena resistía en su puesto como de costumbre - Cuando se paró un lujoso vehículo- ¡tenía de ser una persona adinerada pensó !.
Se abrieron las puertas traseras de él y se apeó una pareja de mediana edad. Iban elegantemente vestidos, ella con un bonito vestido largo hasta los pies de color celeste y sobre sus espaldas una pequeña capa blanca, ¡ seguramente sería de visón, pensó Elena !. El vestía un traje esmoquin y un elegante abrigo de color merenguo.
Pasaron junto a ella, y la curiosidad de la señora hizo mirar dentro de una caja de cartón que sostenía Elena en sus manos. Se apreciaban unos delicados y magníficos pañuelos bordados. Le dejó una nota disimuladamente y acto seguido entrço con su pareja al Teatro/Opera cuya obra estaba a punto de comenzar. La nota ponía Isabel, calle tal....número tal... Glasgow.
A la mañana siguiente se levantó, se lavó la cara, alisó su cabellera, se puso el mejor vestido que tenía el cual llevaba algún remiendo y se puso en camino hacia la dirección indicada en la nota.
El camino se le hizo interminable, anduvo y anduvo, preguntando a gente que encontraba a su paso, po la calle tal.. número tal......de dicha población, todos le decían que quedaba un poco apartado de la ciudad. ¡ Ya empezaba a flaquear sus fuerzas ,andaba y andaba! . A lo lejos se alzaba un enorme palacio, vagamente le recordaba verlo visto en alguna parte, de repente, recordó que en la escuela había estudiado Historia Y en una de las lecciones se mencionaba.
Por la dirección que llevaba, ¡ cada vez estaba más cerca!, hasta que se encontró delante, coincidía la dirección, era imposible que fuera allí, ¿ se habría equivocado la señora que le dió la nota?.
Sorprendida, hizo girar los tacones de sus zapatos ya más que usados y disponiéndose a regresar, oyó una voz que le decía ¡ detente muchacha, no te vayas!, era un hombre con un uniforme del servicio de palacio, señalándole la entrada, pasó a una gran estancia donde habían unos grandes cortinajes de terciopelo rojo, las paredes se lucían con bellas pinturas. Le hizo tomar asiento en un cómodo sofa de tela dorada.
A los pocos instantes apareció la señora, era la misma que había visto la noche anterior en la puerta del Teatro/Opera. Ella sonrojada contemplaba atónita a dicha señora. Estaba delante de una reina ¿ para que querría hablar con ella, tal vez habría cometido algún error cuando la vió bajar del vehículo?, tal vez no tenía de haberla observado con ojos sorprendidos.
La reina le comentó que había quedado impresionada de los maravillsos pañuelos de encaje y bordados que confeccionaba, y por ello la nombraba bordadora de palacio, donde confeccionaría todos los bordados que se aplicaban en los trajes reales.
AL DIA SIGUIENTE .- La luz penetraba por una ranura del viejo portón de la ventana,iluminando el rostro de Elena ¡ Despertó, había tenido un bonito sueño !.
Seguiría como de costumbre, vendiendo sus pañuelos de encajes y bordados en la puerta del Teatro/Opera de Glasgow.
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