Desde niño me atraía el olor a la madera recién cortada, percibía sensaciones extrañas. Pero lo que sucedió hoy, es inconcebible. Estaba en la carpintería de un vecino, me acerco a un tablón, apoyo la mano sobre él y siento un raro escozor. Observo que tiene nudos, uno de ellos tiene forma de espiral en giros concéntricos. Me acerco, lo presiono con mi índice; es blando y suave, introduzco el dedo y lo absorve facilmente, intento sacarlo, no puedo, me atrapa la mano y el brazo hasta el codo, quiero gritar, solo emito un murmullo, el dueño observa mi angustia y sonrie, el sabe, el debe saber que sucede, no tengo explicación, sigue arrastrándome, al querer utilizar la otra mano en rescate de la primera también cae atrapada, ahora son mis hombros los involucrados, mi cintura, mis piernas y mis pies, solo aflora la cabeza en la superficie. La giro a la izquierda porque sigo hundiéndome en el nudo, en la superficie queda mi ojo derecho. Sé que formaré parte de alguna casa, es posible que me pinten, pero con el tiempo esa pintura se requebrajará y podré contemplar secretas historias.
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