Aunque la vida no te sonría La vida quizá no te esta sonriendo, quisieras sonreír, pero lejos de sonreír tienes muchas ganas de llorar, la sonrisa se ha borrado de tu rostro, pareciera que fue raptada por las circunstancias que te han rodeado los últimos días. Tienes ganas de rendirte, lo piensas y lo sigues pensando, pensamientos de derrota, pensamientos de fracaso y de todo aquello que te hace creer que no eres merecedor o merecedora de la gracia de Dios vienen como un diluvio a tu mente.
Quemas tu último cartucho, te dices a ti mismo: “Si Dios no me habla hoy, entonces me rendiré, ¡Ya no puedo más!”, enciendes tu computadora, visitas este sitio, a lo mejor no estaba en tus planes, pero si en los del Señor y te encuentras con la siguiente frase: “Yo nunca te he abandonado, ni lo hare, tu eres mi especial tesoro, tu eres la niña de mis ojos, la razón de enviar a mi único hijo a morir en esa cruz, Yo te he amado y te amare siempre y no estoy dispuesto a soltarte, porque se lo que tengo para ti”. Es increíble, ¿Qué puedo decir?, ¿Qué excusa pondré?, ¿Qué le respondo?, mas Dios dice:
“No tienes que decirme nada, no tienes que excusarte, simplemente déjate que te abrase, te quiero abrazar, te quiero sentir junto a mí, no huyas de mi presencia, no huyas de los planes que tengo para ti, solo déjate amar, simplemente, sonríe”.
De tu rostro quiere salir una sonrisa, esa que le demuestre que todo está bien, tus ojos se llenan de lágrimas y quieres demostrarle que sonríes, mas él te dice: “No sabes cómo te amo, no sabes lo mucho que anhelo tenerte a mi lado siempre, por favor no te olvides de mí, Yo soy tu Paz, Yo soy tu Descanso y al que a mi viene nunca lo echare fuera”.
¡Ay Dios!, ¿Qué puedo hacer?, Quiero pero no puedo, tengo el deseo de seguirlo intentando pero siempre pasa lo mismo. Más El responde: “¡Vamos! Déjame intentarlo, yo lo hare por ti, deposita tus fuerzas en mi, deposita toda tu vida en mí, yo lo hare, solo confía”. No necesitas decir nada, simplemente doblega tu voluntad y ríndela a Él, dedica un par de minutos a Él, cierra tus ojos y siente su presencia, no sigas leyendo, solo cierra tus ojos y experiméntalo en este momento, ¡Vamos hazlo! Y luego de un momento sigues leyendo.
¡Qué lindo rostro tienes!, ¿Algo paso verdad?, si Dios no se ha olvidado de ti, El siempre ha estado allí, solo basta dedicarle unos minutos para sentir que SIEMPRE HA ESTADO A TU LADO.
¡Sonríe, porque Dios se está sonriendo contigo! Autor: Enrique Monterroza
|