Dejar ir
Permito que el Espíritu divino me guíe.
Hoy decido tratar algo nuevo. Permito que el Espíritu tome las riendas
de mi vida y me muestre el camino a seguir.
Al centrar mi atención en el espíritu de Dios en mí,
me pregunto: “¿Qué debo hacer?” Presto atención a la sabiduría de mi corazón.
Éste es un silbo apacible, delicado y divino.
Confío en la guía que recibo y tomo acción.
Al final de día, reflexiono y doy gracias por la comprensión recibida.
¿En qué sentido fueron mis acciones diferentes hoy?
¿Cómo me siento al confiar en la sabiduría interna del Espíritu?
Cada vez más, dejo ir mi necesidad de controlar.
Estoy receptivo a Dios y a Sus respuestas. Escucho y tomo acción.
Permito que el Espíritu me guíe en todo lo que hago.