Docenario guadalupano
2 diciembre 2011
Por Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
Los caminos de Dios, de María y de nosotros en el Acontecimiento Guadalupano
Cantos y pájaros…
Ayer, cuando comenzamos este nuevo Docenario, reflexionamos sobre el camino de las estrellas en sus sentidos físico y simbólico. Hoy reflexionaremos y oraremos sobre otro aspecto muy importante en el caminar humano: los cantos y los pájaros. Éstos, porque siempre han sido signos, señales de los humanos, para entender fenómenos de la naturaleza: las parvadas de pájaros que vuelan hacia el Norte o Sur o alguna otra dirección según las estaciones, y los cantos que hacen cuando anuncian fenómenos naturales como la lluvia que se acerca o el gusto que sienten de que entre a la casa la dueña o la consentida de tal pájaro que revolotea alegre cuando se le acerca quien lo quiere, mima y alimenta.
En su camino a México, el 9 de diciembre de 1531, Juan Diego tuvo un encuentro esencial en su vida y fueron los pájaros, con sus cantos, los que le anunciaron la presencia de María…
Estos últimos meses de este año 2011 en la diócesis caminamos bajo el lema “Camino a Emaús: Del discipulado misionero al encuentro con Cristo Eucaristía”, mientras vamos caminando hacia la celebración del Congreso Eucarístico Internacional de Dublín, en julio de 2012. Que el año próximo, muy eucarístico y guadalupano, lo anunciemos y vivamos entre cantos y flores, haciendo presentes en nuestras vidas al Verdaderísimo Dios por quien vivimos y a su Santa Madre, Santa María de Guadalupe. Ellos nos ayuden a hacer un Yucatán, una Mérida y un México mejores…
Primera consideración: Los pájaros en nuestras vidas…
Todos hemos tenido la experiencia de estar junto a diversos tipos de pájaros. Nos alegramos de los diseños portentosos que Dios ha desarrollado en cada tipología de ellos: sus alas tan diferentes, sus colores, sus trinos maravillosos, sus vuelos en parvadas, sus gorjeos interminables y cadenciosos, su arrullo que atraviesa las frondas de los árboles. Pidámosle al Gran Inventor de tanta maravilla que estos animales nos sigan anunciando su presencia amorosa y la de María, llamada en algunos lugares como la Virgen de la Paloma, y en México: la que viene en alas de águila por el Oriente… Demos gracias por la naturaleza y todos los encantos que Dios puso en ella para nuestro regocijo. Jaculatoria apropiada: Castañuela de los ríos, cenzontle de la mañana, enséñanos a anunciar a Cristo, del Padre: Verbo, Palabra…
Segunda consideración: Los cantos, expresiones de lo que vivimos. En nuestra vida todos hemos experimentado cómo los cantos nos animan, nos disponen para vivir más alegres una velada familiar o con los amigos y amigas. En nuestras excursiones, tanto mientras vamos de camino como a la luz y calor de una fogata, hemos experimentado emociones muy diversas que recordamos con alegría y gratitud. Nuestras celebraciones religiosas, ¿qué serían sin los cantos? No hay cultura que no exprese sus valores con los cantos y la música. Nuestros himnos a la Patria nos enfervorizan para trabajar por ella. El valor significativo de los cantos y de la música es cuasi-infinito. Agradezcamos a Dios que podamos cantar y que Santa María de Guadalupe se haya manifestado en el Tepeyac entre cantos y pájaros a partir del 9 de diciembre de 1531.
Tercera consideración: Pájaros y cantos en las culturas mesoamericanas…
Para los antiguos habitantes de estas tierras los cantos eran esenciales para la vida cotidiana. En cada casita había pájaros para alegrar la vida de los habitantes. Una casa sin pájaros y sin cantos era casi inconcebible pues el Dador de vida les manifestaba su alegría para que ellos vivieran alegres. Cuando Juan Diego llegó al Tepeyac esa madrugada y “oyó cantar como el canto de muchos pájaros finos… cantos sobremanera suaves, deleitosos que sobrepujaban al del coyoltototl y del tzinitzcan y al de otros pájaros finos se detuvo, se dijo: ¿Por ventura soy digno de lo que oigo..?¿Dónde estoy, dónde me veo..? ¿Acaso donde nos dejaron dicho nuestros antepasados… en la tierra de las flores; acaso en la tierra celestial..?” (N.M. 7-10). Que los cantos y pájaros nos eleven siempre hacia Dios…
Cuarta consideración: Nuestros cantares mexicanos. En México mencionamos mucho a las aves en nuestras canciones. Simplemente los títulos y nuestras costumbres nos hablan de pájaros: “Palomas mensajeras”, “Currucucucú, paloma”; “Gorrioncillo pecho amarillo”, “Las golondrinas”, “Golondrina viajera”. ¡Y qué decir de nuestras “Mañanitas” que siempre escuchamos en nuestros cumpleaños!
Alabemos a Dios y a María con nuestros cantos nacionales, enjambres de mieles y amores…
Quinta consideración: La presencia de María en nuestras tradiciones y cantos populares.
Son incontables los cantos marianos que conocemos y que entonamos en México en las distintas fiestas de María. Desde “Oh, María”, hasta “La Guadalupana” el surtido es impresionante. La alegría de las niñas y niños que ofrecen flores en mayo con sus cantos tiernos y dulces nos hacen adelantar un poquito de cielo. Agradezcamos a Dios que nos haya dado estas facultades, y a María, que nos dé tantas ocasiones durante el año para alabar a Dios por lo que hizo y sigue haciendo en Ella y lo que Ella misma hace con tanto amor por todos nosotros, sus hijitos, como le dijo a Juan Diego...
Cada dificultad es una oportunidad que la vida te da para tu personal desarrollo. Si logras aceptar este enfoque, cada dificultad fácilmente superada será, y tú más crecido estarás
Apoyos bíblicos: Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. Cántico de Simeón: 2, 29-32. Cántico de María Lc 1, 46-55. Cántico de Ana: 1Sam 2, 1-10. Cántico de Judit: Jdt 16, 1-15. Cánticos para Cristo: Fil 2, 6-11, Col 1, 15-20, Apoc 5, 9-14, Mt 6, 25-26 y Salmos 104(103) y 148.