Se cumplía el viejo sueño de volar...¿Que ocurría que toda la humanidad se desplazaba? ¿Qué sentido tenía?, ¿Sería para tomar un té virtual en el espacio?, ¿Por qué los niños permanecían?, ¿Se quedarían huérfanos?. Parecían como ríos humanos subiendo en espiral, era la mayor concentración de la historia.
La Tierra se iba quedando vacía de adultos. El cielo era un puzzle, sus conciencias una quimera. Se elevaban mas y más alto. Muchos se aferraban a las copas de los árboles, a cualquier cosa que pudieran agarrarse, no querían partir ni perder lo que poseían... inútil.
Pronto la bóveda celeste se transformó en una explosión de colores, un espectáculo. Sin embargo se sentían atrapados en el universo. ¡Qué ironía¡ De repente un manto de nubes cubrió La Tierra, a modo de pantalla sobre la que se proyectó una película, en ella se desarrollaban los acontecimientos acaecidos en La Tierra a lo largo de su historia.
Se hizo un gran silencio, un nudo en sus gargantas, al ver las imágenes de barbarie, sus corazones de adultos se arrugaron para quedar en un puño. Querían lavar sus conciencias a toda prisa, avergonzados miraban su interior... Necesitaban regresar cuanto antes para rectificar los errores pero sin embargo seguían flotando, perdidos en la nada en medio del todo.
Ese sería su destino final. A veces la vida nos sorprende con situaciones, hechos que no teníamos programados. Mientras tanto en La Tierra, entre los niños, para los que no existen las fronteras, las razas se mezclaron, sentían tanta curiosidad, se miraban, se tocaban, reían, jugaban, se divertían felices. Era su tiempo.
No hay cosa más hermosa que ver a un niño feliz, en ellos está la verdadera esencia de la vida, el verdadero amor, por eso es inadmisible hacerles sufrir por culpa de la ambición y la codicia de los adultos.
En el futuro los gobernantes inteligentes y sensatos sabrán admitir que la única forma de ganar una guerra es sencillamente evitándola. Aristóteles decía: los gobernantes solo tienen que codiciar riquezas como el honor, la nobleza y la gloria.
De repente un gran rayo de luz iluminó el cielo y una corte de hadas y angelitos llegaron alegres cantando y repartieron globos en forma de corazones. Con sus aleteos parecían tejer el viento. Los niños percibían la energía y asombrados alzaban sus manitas, sonrientes, su ilusión era tal que ajenos a las historias de sus progenitores se entregaban a sus infantiles e inocentes juegos formando un gran corazón.
Desde lo alto, los mayores al ver cómo jugaban y los arropaban, se emocionaron y pensaron "es un gran jardín de infancia, un cuadro perfecto". Su único deseo era el de regresar y abrazar a sus pequeños compartiendo su felicidad, su energía.
Sin embargo no controlaban su destino y seguían alejándose hacia el crepúsculo, alcanzando la noche. Al alba, sonaron las campanas del nuevo día, y los mayores despertaron de su sueño asombrados...todo fue un reflejo de sus conciencias. Entendieron que este inmenso globo azul que es la Tierra está vivo y es generoso, hay que cuidarla, que sólo necesita Paz y Pan.
Paul Ambroise Valéry